Mi devoción por Juan XXIII y respeto por Juan Pablo II
Ya era hora de que llegara la canonización de Juan XXIII. El pobre ni siquiera disponía del milagro canónico, y el Papa Francisco lo ha metido en el santoral saltándose este requisito. Pero es que nuestro Roncalli era un santazo. Subió al pontificado en su senectud.
El punto culminante de su trabajo apostólico fue su iniciativa personal, apenas tres meses después de su elección como pontífice, de convocar el Concilio Vaticano II, que imprimiría una orientación pastoral renovada en la Iglesia Católica. En el momento de su muerte en 1963, apenas había transcurrido la primera de las etapas conciliares. Fue audaz, a pesar de sus muchos años. Como ningún otro Papa. En Italia y en todo el mundo, se recuerda a Juan XXIII con el cariñoso apelativo de “El papa Bueno”. Él concedió la oportunidad de poder contraer matrimonio a los sacerdotes, dispensándoles del voto o promesa de celibato. Incluso se comentó que estaba dispuesto a modificar sustancialmente esta ley, y la curia se le opuso. Poco más de cuatro años duró su pontificado y es recordado como el mejor de los papas hasta el presente, el papa bueno. Santo de mi devoción.
Mi respeto por Juan Pablo II que ha llegado a la meta de la santificación 9 años después de su muerte: el récord en los tiempos modernos. Todos sabemos lo mucho que hizo por la Iglesia, sus numerosos viajes para la Nueva Evangelización, su profunda piedad, gran fe y el impulso para la caída del comunismo y progreso de la paz.
Un gran hombre que tuvo la mala suerte de que en su largo pontificado le metieran varios goles, como el fatídico de Marcial Maciel, la pederastia de mujchos clérigos que se descubrió al final de su pontificado, la tardanza enorme del Vaticano en la concesión de dispensas a los varios miles de sacerdotes que pidieron la secularización, muchos de los cuales optaron por el matrimonio civil. Mis respetos plenos y acatamiento de su santidad reconocida con el sello de la infalibilidad. Pero no puedo tenerle la devoción de a un Juan XXIII, sí mi total respeto.