Lo conocí personalmente en la década de los sesenta. Me impresionó. Ojalá fueran todos los obispos así. Tuvo el cargo más insignificante que se puede tener como obispo: auxiliar en Tudela (Navarra) del obispo de Tudela y Arzobispo de Pamaplona: total,casi nada. Pero fue un santo. Y fundó una congregación religiosa que me llama la atención. "Sus" monjas me envían esta breve reseña de él que publico gustoso.
Mons. Ángel Riesco Fundador
El Siervo de Dios, Ángel Riesco, ilumina un nuevo camino de consagración y enriquece a la Iglesia con un Instituto que abre el cauce de la consagración secular a personas que, en aquella época, no tenían acceso a ninguna forma de vida consagrada.
El Señor le elige para un carisma netamente evangélico: También las enfermas, las que proceden de ambientes de pobreza cultural y económica, etc. si quieren ser santas y seguir a Jesucristo, pueden incorporarse al Instituto de Misioneras Apostólicas de la Caridad.
Don Ángel Riesco entiende que ellas son las que tienen más posibilidades de colaborar con Cristo en la Redención del mundo. Por eso las valora y distingue como a "Nuestras Mejores".
El Instituto nace de la caridad y para la caridad
D. Ángel, al fundar el Instituto, expresaba su pensamiento con claridad:
"El Instituto es para las enfermas con tal de que aspiren a ser perfectas; es para las que no tienen estudios, con tal de que quieran ser santas; es para las que no tienen porvenir económico, con tal de que aspiten a gastarse por Cristo; es para las que no tienen independencia familiar, con tal que estén decididas a santificar la familia".
Una cruz, una iglesia, una estrella, un lirio, los signos episcopales y una leyenda que nació de su corazón en sintonía con Pablo de Tarso: CARITAS CHRISTI URGET NOS. El amor de Cristo nos apremia.
La Cruz, como centro de su vida. Deseaba llevarla como su Redentor, Jesús. Sabia que sólo por la cruz se salvaría el mundo y él llegaría a la santidad a la que siempre se sintió llamado. Y la lleva con tanto amor que parece quedar oculta en la sonrisa que siempre mantuvo. Fue fiel a su voto de alegría.
Una estrella, símbolo de la Virgen a la que amó tiernamente. Como Ella quiso ser luz. Su vida fue ejemplo luminoso, faro seguro para todo el que quisiera seguir a Cristo. Clara y luminosa fue su doctrina, sus palabras. Amó la verdad y el defenderla le acarreó sufrimiento.
Un lirio que habla de la singular devoción y cariño que D. Ángel tenía a San José. A él confiaba sus problemas y procuró que se acudiera a su intercesión. Era también reflejo de su amor a la vida consagrada y su trabajo por suscitar la castidad en la juventud.
Una iglesia. Su amor a la Iglesia fue siempre creciente. Trabajó incansablemente por la Iglesia, hasta deshacerse por ella, decía. Inculcó en sus hijas Misioneras ese mismo amor y la necesidad de orar siempre por ella y ser fieles a su Magisterio.
Puede decirse que su Escudo está indicando lo que es el resumen del Evangelio, y el signo con que Jesús dijo que se distinguiría a sus discípulos, el AMOR.