Para los Obispos. SAN MACARIO, obispo de Jerusalén
Obispos sed santos como.
| José María Lorenzo Amelibia
SAN MACARIO, obispo de Jerusalén

Como San Macario: "suave con los demás y duro consigo mismo"
+ 1012 Memoria, 10 marzo
Dice el Martirologio Romano, "En Antioquía San Macario, célebre por sus milagros y virtudes".
Nació en Armenia a mediados del siglo X de padres bien acomodados y buenos cristianos. Dicen sus biógrafos que era bondadoso, inteligente, agradecido, sencillo y humilde, trabajador y hombre de una profundísima fe.
Cuando ya fue mayorcito fue enviado al lado del arzobispo de Antioquía que era su tío. Llamaba la atención de cuantos le contemplaban por sus cualidades que raramente se dan cita tantas y de modo tan extraordinario en una sola persona.
El arzobispo de Antioquía se sentía viejo y achacoso... Debía ir pensando en un sucesor suyo. Cierto día llamó a los feligreses y les dijo con lágrimas en los ojos "que estaba para partir de este mundo, pero que le recomendaba a su sucesor, que era"... Cuando sus palabras llegaron aquí un gran griterío se levantó entre la muchedumbre que repetía el nombre de Macario, a pesar de su corta edad.
Hasta tal punto fueron los gritos que no se llegaron a oír las palabras del ya casi moribundo arzobispo... El deseo del arzobispo era claro. El del pueblo también, pero no así el del candidato que puso cuantas dificultades pudo para evitar esta dignidad y seria responsabilidad... Al fin tuvo que aceptar.
Era, según el lema de muchos santos "suave con los demás y duro consigo mismo". Llevaba una vida muy mortificada y entregada a la oración y servicio de caridad olvidándose de sí mismo. Sobre todo, era débil con los leprosos que abundaban en su tiempo y eran sus preferidos. El Señor le dio el poder de obrar milagros que lo hacía en abundancia, pero la mayor parte fueron para devolver la salud a los afectados por esta terrible enfermedad.
Lleno de humildad y con ardientes deseos de una mayor entrega al Señor, renunció al arzobispado y a cuanto tenía y se convirtió en celoso misionero ambulante. Recorrió muchas naciones y países, derramando el Señor gracias por su medio. Los milagros, sobre todo de curaciones portentosas, le seguían por todas partes. Donde sabía que había una necesidad, allí se dirigía Macario para tratar de ayudarla; consolar al triste, dar comida al hambriento, curar al enfermo... era su delicia y su única misión. Atendía a los apestados, defendía a los maltratados, se ofrecía por ellos... Por fin encontró al Señor en Gante el 10 DE ABRIL de 1012 Santoral preparado por la Parroquia de la Sagrada Familia de Vigo.
José María Lorenzo Amelibia
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