1.- El Señor hizo en mí maravillas, decías, Virgen María, después de la anunciación. Entonces fuiste el primer sagrario viviente. Concédeme ser consciente de esta realidad en mí. Soy ahora portador de Cristo, del mismo Dios.
2.- Deseo ser consciente durante todo el día. Pídele a Jesús que medie ante el Padre para que yo aprenda los caminos de la santidad.
3.- Leo la biografía del P. Pío, ya santo. En él te complaciste y llevaba en su cuerpo las llagas de tu pasión. Fue víctima de los pecados del mundo y era consciente de ello; estaba lleno de sufrimiento y de amor. Yo no me atrevo a pedir ser víctima, pero sí te pido que des a la Iglesia santos de esta categoría.
4.- ¡Envía, Señor, obreros a tu mies! Mirad cómo se apartan las almas de la fuente de la vida. Compadécete de ellas. Andan, ríen, se entretienen como niños, y no se dan cuenta del riesgo de perder su eterna salvación. Ten compasión de tu pueblo.
5.- Lloro sus pecados y los míos. Y dadnos sacerdotes santos; que salgan varios con espíritu carismático que muevan a tu pueblo. Ten misericordia de nosotros, Señor.
6.- Santifica mi alma. El contacto con tu cuerpo que me haga santo. Enséñame, Padre, los caminos de la santidad. Y dame fuerza para ir contra corriente, para seguir por esa senda estrecha. Te lo pido en nombre de Cristo tu Hijo.
Josemaría Lorenzo Amelibia
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