No caer en el juego, arruina más que la enfermedad
Enfermos y Debilidad
| José María Lorenzo Amelibia
No caer en el juego, arruina más que la enfermedad
(Piel de Ubique)
Entre el dos y el tres por ciento de la población padece el mal del juego. Por eso calculan que en España hay alrededor de un millón de personas ludópatas. En una provincia como Navarra rondaría el número de adictos en quince mil. Sí, cuando una persona no consigue controlarse en sus apuestas al bingo, lotería, tragaperras y otros modos de juegos de azar, padece una enfermedad de graves consecuencias individuales y sociales.
Se suele comenzar por curiosidad. “Tuve la “suerte”, - dice Ana María Pérez - de que la primera vez en la tragaperras me tocó el gordo. Entonces era de cinco mil pesetas. Se trataba de una oportunidad: ganar dinero o perderlo todo. Yo gané. Esa fue mi ruina. No me acompañó la fortuna en las demás ocasiones, aunque de vez en cuando algo me tocaba. Pero las pérdidas eran mucho más numerosas que las ganancias. Deseaba estar sola en casa para bajar al bar a jugar. Como alternativa más sabrosa comencé con el bingo. Aquello era ya la catástrofe. El pequeño patrimonio heredado de mis padres pronto se vino abajo. No me llegaba el dinero y hube de pedir prestado a algunas amigas sin que pudiera después devolverlo, y ya no confiaron. Un día mi hermana se fijó en mi problema y me decidí con su ayuda a poner fin a este drama uniéndome a un grupo de personas trataban de solucionar el mismo conflicto”.
Una vez que se toma adicción al juego, gustan todas las modalidades. Incluso conocimos casos de personas que apostaban sumas considerables por ordenador, mediante pago con tarjeta. Cuanto más pierden, desean recuperar con mayor celeridad su déficit y arriesgan mayores cantidades. Es la tentación difícil de superar. Por otra parte, el ludópata se siente humillado consigo mismo; su autoestima queda por los suelos. Y el estigma social lo asocia más con el vicio que con la enfermedad.
El tratamiento de estas personas tiene gran parecido con el de los drogadictos, alcohólicos y tabaquismo. La familia puede ayudar mucho, sobre todo convenciendo al paciente de que vaya a un psicólogo, a una asociación de personas que están superando o han superado el mal. Ante todo es preciso querer, una decisión. Luego los medios serán eficaces sobre todo como ayuda a vencer la tendencia o las ocasiones. Con relación al bingo existe la posibilidad de “autoprohibirse”. Basta con dar su nombre al estamento correspondiente del Ministerio del Interior en la Comisión nacional de Juego. Rellenar un impreso, y ya no podrá entrar a una sala de bingo el solicitante. En Navarra gestiona estos trámites la Asociación de Ludópatas Aralar; tfno. 948 252 916.
A la vez que el enfermo toma la decisión es muy bueno fomentar antiguas aficiones culturales, de autoformación y religiosas. Muchos que han superado este trauma son maravillosos auxiliares para que lo consigan dominar otros compañeros.
José María Lorenzo Amelibia
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