¿En qué se apoyó Santa Teresa de Jesús para caminar hacia el cielo?

De los tres artículos escritos sobre Santa Teresa de Jesús, solamente el primero ha sido publicado: ¿Cómo interpreta Santa Teresa de Jesús el cielo en la tierra? Queda por publicar el presente y un tercero sobre: ¿Y cómo fue en la mística doctora la experiencia del encuentro con Dios?
El amor de Santa Teresa a Dios, el amado y el que ama, y la devoción a Cristo, camino y puente, constituyen los fundamentos para caminar en su vivir el cielo en la tierra. Ahora afrontamos el interrogante sobre otros pilares que sostuvieron a la mística carmelitana. Además de su relación personal de amor con Dios y la confianza en Cristo, camino y puente para ir al Padre, enumeramos los siguientes:
-la humildad. Teresa es consciente de su dignidad y de su miseria.
-la purificación. Acepta el sufrimiento que purifica y salva.
-la sinceridad. Reconoce cuanto le impidió caminar hacia el cielo.
-la oración. Se apoya en la comunicación con Dios presente en su alma.


1º Como persona, Teresa es consciente de su dignidad y de su miseria.
No intentamos describir la rica personalidad de Santa Teresa. Tan sólo algunos aspectos de su persona dignificada, pero débil y pecadora, porque sufrió bajo los efectos del mal.

Consciente de la dignidad del alma
La mística doctora contempla la hermosura del alma como el castillo, el paraíso y la morada de Dios que está situado en el centro más profundo del ser humano. De por sí la persona es como un gusanillo que necesita conocerse y darse cuenta que sin Dios es pura tiniebla, pero con su gracia es como un retrato de Dios. He aquí algunos textos:
“no es otra cosa el alma del justo sino un paraíso adonde dice El tiene sus deleites”.(1M1,1). Y se siente maravillosa criatura porque: “fuiste por amor criada / hermosa, bella, y así / en mis entrañas pintada,/ si te perdieres, mi amada,/ Alma, buscarte has en Mí (Alma, buscarte has en Mí).

Pero la criatura es como un “gusanillo” que puede comunicarse con Dios: “que es posible en este destierro comunicarse un tan gran Dios con unos gusanos tan llenos de mal olor” (1M1,1).Pero necesita la ayuda de Dios, pues “sin Dios no hay virtud ni nada, sólo tiniebla”. (1M2,1).

2º Acepta el sufrimiento que purifica y salva.
Como pecadora, Teresa se manifiesta en ocasiones como mujer débil: atormentada por múltiples sufrimientos, sólo tiniebla sin la ayuda de Dios que la consuela.

Sufre el dolor con firmeza y ánimo. Confusa e incomprendida y digna de la cárcel: “unas decían que me echasen en la cárcel; otras, bien pocas, tornaban algo de mí.... no sabía qué hacer, y así callaba” (V 33,2).
Sufre situaciones conflictivas: “si rezo, como si no rezase, ni vocal ni menos la mental “(6M1, 13).
Se siente mujer débil que llora en las dificultades de la reforma: «Señor, mirad lo que hacéis... No pongáis, Criador mío, tan precioso licor en vaso tan quebrado, pues habéis ya visto de otras veces que le torno a derramar” (V18,2).
Ante los sufrimientos exhorta: “pero tener ánimo, no acobardarse, confiar en la misericordia de Dios” (6M5, 5).
¿Qué hacer en la tempestad? “Aguardar a la misericordia de Dios” que quitará la tribulación y el alma como que salió de una batalla ganando la victoria donde peleó nuestro Señor. El alma ve su miseria, lo poco que vale ella sola” (6M1,10).

En varias ocasiones es consolada por el Señor “¿No sabes que soy poderoso?; ¿de qué temes?, y me aseguró que no se desharía” (V 36).
En una ocasión le da confianza: “no estés fatigada; no hayas miedo” (V 30 y en 32,14 y 39). También los santos la consolaron como sucedió con San José y con Santa Clara (V 33,12 y 13).

3º Reconoce cuanto le impidió caminar hacia el cielo. Con toda sinceridad y humildad confiesa la Santa que en un tiempo vivió alejada de Dios, que fue tentada por el demonio ante quien se opuso con valor y que le fortaleció la visión del infierno.

También padeció por el pecado, el demonio y por la visión del infierno.
En una época de su vida, la Teresa cristiana sufrió la tensión entre Dios y el mundo (V 8,2), conoció el pecado en su alma mundana y el dolor al verse rechazada de Dios (6M 7,1).
En su vida de religiosa se siente tentada por el demonio pero reacciona con valor: “tengo por una de las grandes mercedes que me ha hecho el Señor este ánimo que me dio contra los demonios” (V 26,1, y en V 31,2; 31,3).
También le ayudó la visión del infierno “y así torno a decir que fue una de las mayores mercedes que el Señor me ha hecho...” (V 32. Y también en otros pasajes del 32.Y en V 38).

4º Se apoya en la presencia de Dios.
La mística doctora experimentó la presencia gozosa, clara y cierta de Dios, en el centro de su alma, de modo intenso, inolvidable, con oración sabrosa y con fenómenos místicos.
La vivencia de Dios, presente en el fondo del alma, provocó en Teresa una sed insaciable de verlo en el cielo y de buscarlo ansiosamente en la tierra.

La presencia de Dios en Santa Teresa. Presencia de Dios clara, cierta y deleitosa: “sabemos certísimo que está allí, aunque nunca le hemos visto...”(6M 2,3; 6M 2,3;); le mueve un deseo sabroso de gozar el alma de El, y con esto queda dispuesta para hacer grandes actos y alabanzas a nuestro Señor” (6M 2,9).
¿Dónde quiere estar Dios presente? “Adelante veréis como Su Majestad quiere que le goce el alma en su mesmo centro, aun más que aquí muy en la postrera morada” (5M 1,14 y en 7M 4,3; 7M 1,6).
¿Y cómo responde Teresa?: “estarse atentos a ver qué obra el Señor en el alma” (4M 3,3); “pedir como pobres necesitados delante de un grande y rico emperador. y luego bajar los ojos y esperar con humildad”(4M 3,5), dar gloria a Dios, con olvido de sí y con abandono en Él: “dejarse el alma en las manos de Dios, haga lo que quisiere de ella, con el mayor descuido de su provecho que pudiere y mayor resignación a la voluntad de Dios”(4M 3,6 y en 4M 3,8).

Santa Teresa de Jesús, la mística de Ávila, ante el Amor prisionero.
Es Dios que vive en ella: “algunas veces leyendo, venirme a deshora un sentimiento de la presencia de Dios que en ninguna manera podía dudar que estaba dentro de mí o yo toda engolfada en El” (V 10).
La mística Teresa experimenta la presencia de Dios. “parecióme, por la bondad de Dios, que no dejaba de estar conmigo, a lo que yo podía entender” (V 34 y en 5M1). Y es Dios que está prisionero en su alma: “y causa en mí tal pasión / ver a Dios mi prisionero, /que muero porque no muero (Vivo sin vivir en mí).

Nota.Todavía quedan otros aspectos sobre cómo vivió Santa Teresa el cielo en la tierra: sus ansias de ver a Dios, los deseos de morir, la experiencia del encuentro afectuoso con Dios como cielo en la tierra, la enseñanza en profundidad de la unión con Dios y la coherencia de su amistad con Dios hasta el heroísmo.
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