Confianza sí… pero…
A la madrugada el avión comenzó a experimentar unos movimientos que parecía que estábamos en medio del mar golpeados por las olas. Una fuerte turbulencia, frente de tormenta, y no sé qué más se dijo. El pánico se apoderó de todos, que instintivamente nos cogíamos a la butaca, como si por estar sujetos impediríamos el impacto de una posible caída.
Las luces se encendieron, se nos mandó poner cinturones de seguridad, y hasta las azafatas estaban literalmente espantadas.
Fueron minutos que se hicieron eternos. En medio de un silenció patético alguien gritó: “-Que rece la hermana que estamos en peligro”. Experimenté un sobresalto que me encogió entera, y no sé si por temor a ¡tanta responsabilidad!, por repartir “responsabilidades” o por costumbre de trato “interreligioso” contesté fuerte: “- Que recen los judíos que son más”.
En realidad creo que nunca oré con tanta fuerza e insistencia como en aquellos momentos.
Bien, pasado el peligro, y cuando todo parecía que iba volviendo a la normalidad pude ver cómo, “mis hermanos mayores en la fe” se giraron para ver de dónde había venido ¡aquel reclamo!” Sentía necesidad de que la tierra me tragara, y creo que no pegué ojo hasta que aterrizamos en Madrid, pero no por miedo a una nueva turbulencia, ¡por la vergüenza de mi aparente falta de fe!
Digo esto porque muchas veces ante las dificultades, problemas; ante la situación eclesial, política y social, uno siente que todo es muy frágil y que poco a poco, o de repente, todo se desmorona y corremos el peligro de que no quede nada en pie, o de quedarnos a la intemperie.
Creo que sin ser demasiado conscientes, no acabamos de fiarnos de que Dios está en medio nuestro, como estaba Jesús en la barca –aunque dormía- y que nada podrá pasarnos sin que Él nos ayude; y si algo malo sucede, estará para darnos fuerzas, ánimos; para ayudarnos a seguir adelante.
No podemos dejar de creer y esperar, dicen que “el ave canta, aunque la rama cruja, porque conoce lo que son sus alas” y nosotros conocemos en manos de” Quien” hemos puesto nuestra confianza.
Así pues, no tengamos miedo, y alimentémonos cada día de una buena dosis de confianza.
www.dominicos.org/manresa
www.sostucuman.org