Iglesia-Estado

Creo yo que no existe una implícita mala voluntad ni en una parte ni en la otra, ocurre que Iglesia Jerárquica por una parte y gobierno por otra, están convencidos que su ideario no sólo es el válido, sino que lo es para todos.
No pasa desapercibida la desconfianza sistemática de la Iglesia respecto al Gobierno. El Nuncio Monteiro tuvo que hacer auténticos malabarismos para mantener el diálogo, y no lo hizo mal.
En un estado democrático y plural caben creyentes y no creyentes, agnósticos, ateos y también personas indiferentes al hecho religioso, y el Gobierno no puede ignorar a nadie, tampoco puede ignorar a las confesiones que cuentan con un número significativo de personas, ni puede herir con sus decisiones a ninguna de ellas. Si debe, en todo caso descubrir la riqueza y la dignidad de la persona humana y salvaguardar y hacer que se respeten sus derechos fundamentales de modo que todos vivan con dignidad, y ésto es común a todos los ciudadanos.
La transición ha hecho su camino, pero en el ámbito de la fe o de las confesiones, hay a quienes les cuesta aceptar la igualdad y hasta “la pérdida de poder” o la capacidad de intervenir en órganos de decisión, a los que tal vez nunca deberían haber tenido acceso. Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.
Al decir esto no estoy hablando de nada en concreto, al tiempo que estoy hablando del conjunto, de todo. Hay muchas heridas abiertas que costarán cicatrizar: hay socialistas comprometidos con la fe que se sienten maltratados por la Iglesia y por otra parte no se sienten del todo respetados por sus camaradas de militancia política. Hay que reconocer, como decía ayer, que por parte del Gobierno hay también mucha frivolidad para tratar temas tan trascendentes como el del aborto o la píldora del día después.
No creo que la respuesta evangélica, -la que daría Jesús- sea la de la pataleta –aunque en democracia todos tienen derecho al “pataleo”- y sí creo que estamos todos muy necesitados de una buena dosis de tolerancia, de respeto, de prudencia, todas actitudes que nacen de aquel que es capaz de amar.
Es importante en circunstancias como éstas saber escuchar sin prejuicios y mantener la serenidad para no aumentar la crispación. Estamos atravesando una crisis que está siendo dura para muchos, y hay personas y familias enteras que se lo están pasando francamente muy mal, que están viviendo en una precariedad inesperada y que no tienen lo mínimo necesario para vivir con Dignidad. Éstas personas son las que merecen una atención y una acogida preferencial, y fundamentalmente por ellas, y por todos, no se debería renunciar en ningún caso, ni por parte del gobierno, ni por parte de la Iglesia -y a pesar de las mutuas diferencias- al diálogo para que brille lo único que realmente es importante en los discípulos de Jesús, el amor, la caridad, y la paz social. Una Caridad que tiene el sello de la caridad que siempre es generosa, que se ofrece y se da, y que nada tiene que ver con disputas moralistas ni respuestas autoritarias, fruto de aquel que vence pero no convence, o tal vez solo vence porque tiene el poder, y éste no legitima nunca que se esté viviendo en la verdad.
Que la Iglesia de España y el nuevo Nuncio del Papa, trabajen con espíritu evangélico, y no se cansen de tender puentes, de trabajar positivamente por la convivencia y la paz en un mundo y una sociedad plural, muy rica en su diversidad.
Que quién asumirá la responsabilidad de representar al Papa en España, no sea un mero diplomático, sino un hombre con espíritu evangélico, capaz de acercarse, como Jesús, a todos, con el ánimo de construir una sociedad y un mundo más justo, humano, solidario y fraterno.
La buena convivencia será fruto del esfuerzo de todos. Que Monseñor Renzo Fratini, tenga acierto en su gestión, no se canse de tender puentes de dialogo, y una mano para ofrecer ayuda, para crear fraternidad, para recibir lo que se le ofrecer, para afianzar el buen entendimiento entre todos los españoles