Libertad sin exclusión

Leo con satisfacción que los centros educativos de Manresa no están de acuerdo con la prohibición del uso del velo islámico en las escuelas. El inmigrante musulmán tiene ya una presencia que podríamos calificar normalizada en nuestra ciudad y en las aulas. Imagino que las dificultades que se presentan son las propias de cualquier adaptación a un país y a una cultura y religión diferente; adaptación no menos traumática de la que exige nuestra sociedad cambiante para acoger a los niños de nuestro País con sus peculiaridades y los estilos y formas que se van imponiendo de forma vertiginosa y que no siempre son fáciles de asimilar, entender y encauzar.

Presumimos de ser una sociedad progresista y moderna en la que la libertad de expresión, pero asistimos al totalitarismo de quienes pretenden limitarla a quiénes tienen derecho a expresarse, también con su forma de vestir, que en el fondo es la expresión de otra libertad y es la de culto, que también decimos está garantizada en la carta magna. Libertad de religión, de culto, de expresión, etc. que se garantizan en toda sociedad moderna y civilizada en la que pueden convivir personas y culturas diferentes. Poner coto a esta libertad, es entrar en la hipocresía y en el miedo a la diferencia.

Termino con un relato de algo que me pasó hace pocos meses. Cada día, cuando van al colegio los niños se sientan a descansar en una piedra que hay en la entrada del Monasterio. Una piedra en la que dice la tradición, sen sentaba San Ignacio para escuchar cantar a las clarisas.

Bien, una vecina estaba riñendo a una niña, Imán, de 11 años porque iba con velo, le decía: “- Quítate eso de la cabeza, ¿no ves que haces el ridículo? No seas tonta, si eres igual a todos, todo será más fácil para ti.” En ese momento salía yo y escuché la conversación. Imán, la niña se volvió a mí y me dijo: “- ¿A ti también te dice que te quietes tu velo?”. No le dije, y si te lo dice a ti, no hagas caso.

Insistió, “- ¿por qué dicen que es malo llevar el velo? A mí me gusta llevarlo porque veo que mi madre lo lleva con orgullo y dice que ella se siente musulmana y no lo quiere ocultar, ¡yo tampoco!”.

Le dije que me parecía muy bien que se sintiera orgullosa de su fe y de su pueblo, y que ella hoy por hoy no podía elegir porque además su padre le mandaba usarlo. Que lo importante es que cuando ella pudiera, lo hiciera con libertad y alegría, que fuera consecuente con lo que optaba.

Me preguntó si yo llevando el hábito y el velo me sentía bien. Le dije que sí, y que por eso lo llevaba. Intento vivir lo que el significa, pero sobre todo, como dije ya en otra ocasión, intento que los hábitos de vida evangélicos, sean los que hablen en mí más que los signos exteriores.

Libertad para todos, y también respeto.

www.dominicos.org/manresa
Volver arriba