El cristiano que no sirve al Evangelio, lo traiciona

Uno me dice que han optado por ir por libres. El otro me manifiesta que él y su grupo quieren agotar los caminos de diálogo e intentarlo de nuevo.
Unos y otros manifiestan su desacuerdo con los que descalifican por los medios de comunicación a la Iglesia y a los que se ceban con los escándalos que nos rodean a nivel eclesial, pero al mismo tiempo sienten que no se les respeta ni se cuenta con ellos para nada desde la institución: Quieren sentirse corresponsables, y acaban sintiendo que son la mano de obra barata, siempre y cuando hagan exactamente lo que les mandan desde arriba sin tener posibilidad de decir lo que realmente piensan.
Otra queja es que ven a los curas que cada uno va por su lado, y que con ellos tampoco pueden contar demasiado: Los ven cansados -hay excepciones- y sin querer complicarse la vida.
Escucho, callo, tomo nota, y sigo escuchando: tema y materia de oración y preocupación.
Llego a la conclusión que es la hora de los laicos. Por las razones que sean son ellos los que tienen más libertad para hablar sin temor a las reprimendas o a destierros . Pero, me dolería mucho que sean la voz que se alza porque el clero o la vida religiosa tienen miedo a hablar, se sienten atenazados o porque no “quieren complicarse la vida” yendo contracorriente, o por temor a las medidas disciplinarias que se puedan tomar con ellos: traslado, alejamiento de la cátedra, destierro, etc.
Es la hora de la libertad, pero desde el compromiso. Tenemos derecho a hablar y a hacer oír nuestra voz, pero eso ha de ser el eco de que ya hemos puesto toda la carne en el asador y que somos consecuentes con lo que decimos. Es hora y tiempo de escuchar, también a nuestros pastores, seguro que algo pueden aportarnos. No sería justo que llenos de razones, acabemos excluyéndoles a ellos, por sentir que antes ellos nos excluyeron a nosotros.
A Jesús, hablar, le llevó a la cruz. Los líderes religiosos y políticos se aliaron y se lo quietaron del medio: ¿pretendemos otra suerte? Nos equivocaríamos. Pero si seguimos a Jesús de verdad, pronto nos daríamos cuenta que la muerte no tiene la última palabra, que Él ha vencido, y que su causa vive y se propaga, porque Él y el Padre no renuncian nunca a que todos sus hijos vivan con dignidad: La Buena Noticia de la Salvación tiene que anunciarse como sea, y de eso, todos somos responsables.
¿Miedo al destierro? Jesús murió fuera de las murallas, y eso no fue un límite para vencer la muerte y ser el Señor de la vida.
Quien se llama cristiano y no sirve al Evangelio, lo traiciona: No hay excusas: tenemos la palabra y la posibilidad de arriesgar la vida.
El que quiera venirse conmigo, que cargue su cruz y me siga…..
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