Un dicasterio para la esperanza

José María Cabodevilla, en su libro “Las jirafas tienen ideas muy elevadas” dice que en la Iglesia católica la experiencia ha demostrado que era necesario un dicasterio para la defensa de la fe”, y a renglón seguido se pregunta: “¿no habrá llegado la hora de que se forme uno en defensa de la esperanza?

Comparto plenamente, no sé si la creación de un dicasterio, pero sí que es hora de recuperar la esperanza que en nuestra comunidad eclesial vive horas agónicas.

Es verdad que muchas veces el remar contracorriente, y los frenazos que se nos imponen cuando queremos “ir un poco más allá de lo que siempre se hizo, dijo e hizo”, nos desaniman y cansan, pero eso no es una excusa –aunque a veces es un pretexto que se hace servir- para no luchar a muerte para dar vida a la esperanza.

La esperanza es esa virtud que junto a la caridad, dan carne a la fe y la hacen creíble para los que no ven más allá de lo evidente, y para los que de verdad se sienten convocados por el Dios de la vida a comprometerse con la humanidad.

Ayer, cuando escuchaba el evangelio en el que Jesús nos invitaba a cargar la cruz para seguirle, comprendí que Él nunca nos engañó con la propuesta de un camino fácil, que él tampoco tuvo, pero sí nos dijo que no tengamos miedo que Él ha vencido al mundo, a la muerte y al mal. Esto, es un motivo más que suficiente para luchar contra toda desesperanza que se nos cruce en el camino. Una esperanza que brota de la cruz que es fuente de vida.

Cuántas veces, cuando el cansancio o el desánimo nos visita, surge en nosotros la queja: “-Señor, nosotros lo hemos dejado todo por ti, y mira cómo nos va”. El podría decirnos: “-Y yo lo dejé todo para vestirme de humanidad, para enseñaros a amar de verdad, y mirad cómo acabé”. Pero Él ni nos reprocha ni echa en cara nada, simplemente nos anima y nos confirma en la fe, para que nosotros podamos confirmarnos mutuamente el amor, animarnos los unos a los otros mientras vivimos ya la aventura del Reino.

Os invito a recuperar la esperanza y a vivir la vida que se nos da generosamente ya ahora. La vida eterna ya ha comenzado. La pregunta que nos hacemos: ¿hay vida después de la muerte? Me sugiere otra: ¿vivimos la Vida antes de la muerte?

No dejemos pasar la oportunidad de vivir y disfrutar de nuestra fe y de sembrar esperanza en nuestro camino con pequeños gestos de amor y servicio.

www.dominicos.org/manresa

Os invito hoy de nuevo al blog de Fr Martín: no tiene desperdicio: http://nihilobstat.dominicos.org/
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