Se llamará Juan

No hubo manera de persuadir a Zacarías para que cambiara el nombre de su hijo, no valía ningún argumento, lo tenía claro: “Se llamará Juan”. Juan significa que “Dios es misericordioso”… ¡y él lo había experimentado!

Definitivamente, Zacarías sabía lo que tenía entre manos, no en vano estuvo sin poder hablar por su incredulidad. Pasó de la duda a la certeza y fue insobornable.

“Se llamará Juan”, y siendo hoy Juan uno de los nombres más populares en todas las lenguas del mundo –además de felicitar a los que celebran su santo-, me gusta pensar que el llamar a alguien con éste nombre, podría recordarnos constantemente que siempre y a pesar de todo –o por encima de todo- Dios es misericordioso. Y lo fue con Juan a pesar de que acabó decapitado: Él preparó el camino al Salvador y supo desaparecer para que Él creciera. Como hacen tantos hombres y mujeres, que anuncian al Salvador, al Mesías, al Viviente, Dios y hombre, uno de los nuestros, y terminan, como Juan, “decapitados”… Y Dios, sigue siendo misericordioso, también con ellos.

Anoche fue una noche de petardos, hogueras y mucho ruido. Una noche en que la tradición nos regala muchas y curiosas leyendas; una noche en la que se hacen hogueras para quemar todo lo viejo, todo lo que nos estorba; una noche para divertirse y dar la bienvenida al verano.

Hoy en Cataluña es fiesta, porque eso de la Verbena, ha arraigado profundamente. También se denomina a esta noche la Nit del Foc –como la que se celebra en Valencia con motivo de las Fallas-, o la noche de las brujas. Es una de las noches más cortas del año, aunque a los que queremos dormir, nos parezca interminable.

No es nada claro el origen de esta fiesta popular, algunos ven en ella un origen pagano anterior al cristianismo, una reminiscencia de las fiestas del solsticio de verano. Otros dicen que Zacarías anunció que había nacido su hijo encendiendo una hoguera, al verla –porque él no podía hablar- los vecinos venían a ver qué pasaba. De ahí que muchos al encender la hoguera, aún hoy invocan a Zacarías y le piden su intercesión ante Dios.

Yo confieso que no sabía por qué se decía que era una noche “de brujas” o “demonios”, y me explicaron que porque es la noche más distante a la nochebuena, y por ser la más alejada de la llegada al mundo del Mesías, era una noche que decían “maldita” o querida por el diablo. No hago juicios de valores, me limito a contar lo que dicen las leyendas. A partir del día 25, con todo ya quemado, comenzaría el tiempo de preparar la nueva venida del Mesías, confiando en que sería misericordioso con “los pecadores”.

Dicen también que la noche de San Joan siempre se ha relacionado con tradiciones ambientadas en torno al fuego. Es creencia común que las llamas alejan y asustan los seres imaginarios que sólo campean durante esta noche, o que si vagan durante el resto del año, en esta noche lo hacen más intensamente y en más número.

Durante el franquismo se trató de poner fin a la fiesta considerándola pagana e impropia de gente cristiana, pero por todas partes se continuó clandestinamente sin que se la pudiera frenar. Ya había arraigado en el pueblo, y no deja de ser una noche muy bonita en la que la alegría inunda las calles, y en la que la solidaridad se manifiesta alrededor de las hogueras, y en la invitación a los vecinos y transeuntes, a comer de las sardinas o butifarras que se asaron en las brasas…

Hay muchas creencias muy curiosas referidas a esta noche pero lo que me sorprendió, es descubrir cómo no poca gente las viven ¡como si fueran dogmas de fe!

Así por ejemplo, en el País Valenciano y algunas partes de Cataluña, muchos mantienen la costumbre de tomar un baño en la playa, concretamente a las doce de la noche, con la esperanza de conservar la salud del cuerpo, particularmente la de la piel durante el año. El ritual se repite año tras año para prolongar los efectos. El refrán lo inmortalizó con aquello de "Bany de Sant Joan, salut per tot l’any" –baño de San Juan, salud para todo el año- y es un recordatorio de esta cita anual.

Las solteras –o solteronas- apelan esta noche a las tres habas:una pelada, la otra a medio pelar y la tercera con la corteza. La joven que se quiere casar –dice la leyenda-, puede conocer la situación económica de quien será su prometido, si la noche de San Juan, guarda las habas dentro de una bolsa y las esconde debajo de la cama. Al despertarse debe sacar una al azar. Si saca la pelada, su prometido será más pobre que una rata; si le toca la que está a medio pelar, ni rico ni pobre; y si le toca en suerte la de la corteza, su xicot será un millonario.

Entre la leyenda y la tradición, he querido en esta tarde de San Juan recordar, que Dios es misericordioso, con los que le reconocen, y también con los que le desconocen; con los que le buscan en las supersticiones –precisamente por ignorancia- y con aquellos que se creen o nos creemos sabios y cultos, y que están por “encima de estas cosas”. A todos Dios nos recuerda, en el nombre de Juan, que “es misericordioso”.

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