No le digan al Papa



Nicole Sotelo / National Catholic Reporter. 11 de junio

El Papa Benedicto XVI ha declarado el 19 de junio como el inicio del Año del Sacerdocio. Ha proclamado que “sin el sacerdocio ministerial, no habría eucaristía, misión e iglesia”. Odio informar al Papa pero la Eucaristía, la misión y la Iglesia han existido mucho antes del surgimiento del sacerdocio.

De acuerdo a los evangelios, Jesús no fue sacerdote y tampoco sus discípulos. Vemos una referencia de Jesús como sacerdote en la Carta a los Hebreos. El autor usa la palabra para referirse a Jesús como el nuevo Sumo Sacerdote que termina con la línea de líderes judíos. El autor afirma que los sacerdotes ya no son necesarios en virtud de que ya no se necesita de sacrificios. Jesús es el sacrificio definitivo y el último Sumo Sacerdote.

Quizá el Papa ha olvidado que Jesús no fijó su atención en el sacerdocio, pero sí en su ministerio. Llamó a la gente para que sirvieran junto a Él, sin importar su condición social. Llamó a pescadores, recaudadores de impuestos y a una mujer poseída por siete demonios. Todos eran responsables por la extensión del Reino de Dios.

Todos fueron invitados al ministerio y así lo hicieron con varios títulos otorgados por la comunidad en base a sus dones. Algunos fueron llamados profetas, otros maestros y otros apóstoles. De forma tardía, comenzamos a ver el surgimiento de una estructura ministerial formal cuya terminología fue influenciada e integrada en el imperio romano. No fue hasta el año 215 donde existe la evidencia del ritual de ordenación de obispos, presbíteros y diáconos.

El surgimiento de la estructura clerical, eventualmente, derivó hacia la división de la fe cristiana en clérigos y laicos. En los primeros años del cristianismo, sin embargo, Pablo recuerda a los seguidores de Jesús: “Ya no hay judío o griego; ya no son esclavos o libres; no hay más hombre y mujer porque todos son uno en Cristo Jesús” (Gálatas 3, 28).

Después del surgimiento del orden y del sacerdocio, se desarrolló la jerarquía entre los fieles. La palabra “ordenación” deriva del latín “ordinare”, crear orden. El desarrollo del uso romano de la palabra “ordines” se refiere a las clases sociales del pueblo de Roma, de acuerdo con su elegibilidad para ocupar los puestos gubernamentales.

El laico se hizo “sin orden” del clero. La palabra “laico” se origina de la palabra “lakoi” que refiere a la quienes en la sociedad grecorromana no estaban ordenados dentro de la estructura política. La palabra “clérigo” proviene de “kleros”, es decir, un grupo aparte”.

Aún cuando muchos cristianos continuaron su ministerio en la Iglesia y más aún algunas mujeres fueron llamadas diáconas, presbiteras y obispas, quienes llevaron los títulos fueron apartados en un grupo selecto de hombres comisionados en el contexto de orden religioso y socio político particular.

Esto perduró hasta 1964 cuando el Concilio Vaticano II recordó a la Iglesia que el papel de ministro o sacerdote no está limitado al orden, sino que es un llamado a todo bautizado. Lumen Gentium declaró que los laicos comparten el carácter sacerdotal, profético y real de Cristo y así son portadores de esto en su misión particular en la Iglesia en el mundo.

El sacerdocio, que surgió fuera de la fundación de los primitivos ministerios de los seguidores de Jesús, ahora debería retornar a sus fieles. La gente está llamada de nuevo al ministerio. Todos deben compartir su carácter profético, real y más aún el sacerdotal en la misión de la Iglesia.

Así que cuando el Papa exhorta a los ordenados a la reflexión en este Año del Sacerdocio, la llamada se dirige a todos para reflexionar sobre nuestros ministerios en la Iglesia y el mundo

No estaría preocupada por decirle al Papa que la Eucaristía, la misión y la Iglesia existen antes que el sacerdocio; no me preocuparía tampoco en decirle que el Año del Sacerdocio debería ser un tiempo dedicado a todos los laicos. El Año del Sacerdocio es una oportunidad para todos los fieles cristianos para reflexionar sobre el ministerio sacerdotal y, haciendo esto, para reclamar el propio.


Nicole Sotelo es autora de Women Healing from Abuse: Meditations for Finding Peace, publicado por Paulist press y coordina el sitio www.womenHealing.com. Es graduada de la Harvard Divinity School y trabaja actualmente en Call to Action.
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