Don Carlos Aguiar Retes, Cardenal Primado de México, tercer aniversario como Arzobispo de México Don Carlos ha puesto mucho énfasis en la "Tolerancia cero"

 Un modelo pastoral para nuestro tiempo, desde la diócesis más grande del mundo.

El 5 de febrero es una fecha especial para la Iglesia de México y, especialmente, para la Arquidiócesis Primada, ya que se celebra al primer mártir mexicano, San Felipe de Jesús. En esta misma fecha  el Cardenal Carlos Aguiar Retes, comenzó su ministerio episcopal en esa Arquidiócesis, como Arzobispo, hace ahora tres años.

El Cardenal Carlos Aguiar, que ha participado activamente en los procesos eclesiales de México (CEM) América latina ( CELAM) y de la Iglesia Universal en distintos sínodos, ha trabajado siempre para que la Iglesia, pueda responder a los retos que el mundo de hoy le plantea, y pueda ser la comunidad de discípulos y misioneros que muestren la presencia de Cristo en el presente.

Al llegar a la Arquidiócesis de México, una de las más grandes del mundo, se propuso, con esperanza y animo, la posibilidad de que ésta sea motor de una renovación eclesial en México. Una renovación que no responde —como Él lo ha explicado— a un trabajo mal hecho o un camino equivocado, sino como el Papa Juan Pablo II lo expresó en Haití, 1983, “Un compromiso, no de re-evangelización, sino de una nueva evangelización, Nueva en su ardor, en sus métodos y en sus expresiones” para que los trabajos de la Iglesia lleguen a responder a las necesidades del mundo de hoy, donde no basta con multiplicar sacramentos, sino hacer posible el encuentro con Cristo.

Las prioridades del Cardenal han sido la formación de los futuros sacerdotes, por lo que los primeros cambios significativos los hizo en el Seminario Conciliar de México, buscando que los jóvenes, que sienten la llamada a ser sacerdotes, tengan un ambiente donde no solo aprendan Filosofía y Teología, sino que aprendan a ser pastores según el corazón de Dios, mediante una formación integral, en donde desarrollen su crecimiento humano y espiritual y  aprendan una aplicación de la Teología en la vida de la Iglesia. Por lo que los que seminaristas que cursan la última etapa, ahora llamada Etapa de Configuración con Cristo Buen Pastor, viven en parroquias acompañados por un Párroco y un sacerdote formador; pero no solo por ellos, sino por la comunidad parroquial, en donde ellos comiencen a vivir y participar de los procesos pastorales, participen y acompañen los grupos parroquiales y el consejo pastoral, toquen la iglesia viva de un modo constante y no solo en apostolados o actividades de un fin de semana. También la implementación de un año donde los jóvenes que concluyen sus estudios filosóficos, etapa de Discipulado, después de vivir la experiencia de la comunidad del seminario por tres años, donde se adquieren convicciones propias, no solo dando por supuesto el cumplimiento de normas disciplinares, convicciones no solo de un joven creyente, sino de un joven que quiere ser sacerdote, salen y viven con sus familias, buscando un trabajo para mirar y vivir la experiencia de la vida cotidiana que el cristiano de hoy. No es un año de prueba o un receso de formación, sino un momento personal donde el joven seminarista debe de entrar en un discernimiento profundo de su vocación, confrontando su propia vida con las exigencias de la vida sacerdotal.

En la formación sacerdotal, D. Carlos ha puesto mucho énfasis tanto en la formación del clero como en el seminario, subrayando la “tolerancia cero”. Es decir, erradicar y en su caso denunciar todo abuso que algún sacerdote pudiera cometer con menores. También se creó una comisión diocesana interdisciplinaria para atender a las víctimas de abuso sexual y a sus familias.

Siendo la arquidiócesis de México una de las más pobladas de la cristiandad.  D. Carlos a su llegada a esta sede comenzó a hacer consultas a los mismos obispos auxiliares de entonces, al Presbiterio, Vida Consagrada y otras organizaciones eclesiales y civiles, sobre la posibilidad de crear tres nuevas diócesis en los territorios de la demarcación eclesiástica. Con el estudio previo de los posibles nuevos territorios diocesanos el Episcopado Mexicano aprobó prácticamente unánime para que se enviara a Roma la solicitud de erigir tres nuevas diócesis sufragáneas de la Arquidiócesis de México. El Santo Padre dio su beneplácito y en el año de 2019 se crearon las diócesis de Xochimilco, Iztapalapa y Azcapotzalco.

Creadas las nuevas diócesis, D. Carlos se dio a la tarea de reorganizar la estructura de la arquidiócesis en Vicarías territoriales y funcionales. Al frente de cada Vicaría, siete en total, se nombró a un sacerdote (Vicario Episcopal territorial), a su vez, se reorganizaron cuatro "Vicarías funcionales”: Clero, Vida Consagrada, Pastoral y Laicos en el mundo. Al frente de cada una se nombró a un sacerdote (Vicario Episcopal funcional) y acompañados por uno de los obispos auxiliares.

Las parroquias en las grandes ciudades se enfrentan a muchos retos para que los laicos participen en las actividades parroquiales y se identifiquen con su comunidad y puedan recibir una sólida formación bíblico-teológica. Para facilitar todo esto ha propuesto la creación de unidades pastorales, o sea, agrupar tres o cuatro parroquias vecinas, con identidad social, donde la feligresía desarrolle su conciencia de pertenencia a la iglesia, se facilite su participación; unificando fuerzas con agentes de pastoral suficientes para atender las diferentes áreas de servicio con mayor facilidad y eficacia.

Ante los desplazamientos constantes de las familias, las largas jornadas de trabajo, etc., hacen casi imposible que muchas familias acudan a su parroquia. Por eso ha creado parroquias personales en algunas empresas para atender a los empleados en su lugar de trabajo.

Para que una diócesis funcione bien, es necesario tener una administración trasparente y una economía solidaria. Por eso desde su llegada, D. Carlos se dio a la tarea de reorganizar las dimensiones de administración. Tarea nada fácil en el ambiente clerical pero con constancia y perseverancia, poco a poco, se pudo crear una estructura que, si bien los frutos son lentos, en un futuro cercano se verán los beneficios para que los sacerdotes tengan una jubilación adecuada a las circunstancias, atención medica y otras prestaciones que les ayuden a tener seguridad en su futuro tanto personal como pastoral.

La pandemia por COVID- 19 ha causado estragos, en todos los aspectos de la vida de las personas, la iglesia no ha sido la excepción, sin embargo también ha sido la oportunidad de crecer en la asistencia social en las zonas de pobreza rezagada de la ciudad y así mismo con centros de escucha en ayuda de los que en el aislamiento ha caído en situaciones de depresión y desanimo. Esto ha sido un impulso para que la Iglesia de México saque lo mejor de sí y coordine el servicio social con otras instituciones; ése es el camino.

El Cardenal Carlos Aguiar ha mencionado en todos los campos que la columna vertebral es la espiritualidad de la comunión, por ello todos, sacerdotes y fieles, han sido invitados a poner lo mejor de su talento para subrayar su amor a la iglesia y promover la eficacia de los proyectos.

Queremos felicitar de corazón a Don Carlos por sus tres años de entrega como buen pastor a su inmensa diócesis y por todas las iniciativas que han contribuido  a hacer de la Arquidiócesis  de México un modelo de vida pastoral, espiritual y humana. Sin duda, un paso adelante en el deseo del papa Francisco de ser “Pastores con olor a oveja” al servicio del pueblo de Dios, con entrañas de misericordia, En México está en marcha la “Revolución de la ternura” y el que tenga ojos para ver puede verlo.

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