Dentro de mis diversos rostros, hoy está la valiosa mujer originaria, esa que pese a carencias y a maternidad desconocida, hace uso de cuánto tiene a su alrededor para maternar con amor y preocupación.
De tez morena hermosa, con rasgos de bondad, ojos oscuros grandes y pelo largo, ropa colorida que ilumina todo tu ser, y un cobijo para llevar a tu bebé en tu espalda, que mezcla el turquesa del cielo, el amarillo del atardecer, el verde del bosque nativo, el blanco de las nubes, el fucsia de las flores que salen con el Sol; con tus mismos rasgos, das vida a la vida misma tal como lo hizo María con Jesús.
¿Tus aros dan cuenta de tu femineidad, y cómo desearía ser tú? Caminar el sendero de la vida con mis hijos conmigo, cosechando semillas, hojas verdes que sirven para una agüita caliente y los vegetales para preparar a la usanza de tu pueblo, aquello de valor que se transmite de generación en generación, como la fe en Cristo, y el respeto a él más que a cualquier otra persona.
Hermosa mujer, continúa caminando los senderos que Dios tiene dispuestos para ti, y enseña a tu hija a caminar por la vida, hoy sabiendo que a su alrededor hay un mundo de mujeres que caminan delante de ella y detrás de ella; protegiéndola, conteniéndola, impulsándola, y bendiciendo la vida, la humanidad, y lo que brota de ella… amándola como santuario vivo de aquello que aprenderemos algún día.
Pido a Dios que la esperanza me embargue… y nunca, nunca se acabe.
Chile 22 de febrero de 2024.