#pascuafeminista2025 ENSEÑANOS A PERDONAR

| María Pizá
Este tiempo pascual resuena en mí la experiencia de aprender a perdonar para poder resucitar.
A veces caminamos por la vida trajinando mil y un bultos de poderosos recuerdos, originados por nuestra niña herida. Algunos de ellos se entrelazan y forman un nudo indestructible, otros recuerdos pasajeros quedaron atrapados por el nudo. Y cada uno de estos bultos nos dan la razón para mantener el resentimiento u odio a quien culpamos de haberlos originado. Y si lo hablamos algunas personas nos dan la razón, logrando que el nudo del odio y la cuerda del resentimiento aprieten más nuestro rencor. Escuché a una catequista decir: “lo que hizo no tiene ni perdón de Dios”, y a una persona muy religiosa hablar veneno contra otra.
¿Para qué andar con una carga tan pesada? Y te pregunto el para qué, pues el por qué lo sabes bien y responder te sigue dando la razón de ser una víctima tratada injustamente.
Responder el para qué te ayudará a descubrir tu intención en toda está historia paralizante de tu ser.
Conviene parar y preguntarse: ¿Para qué mantengo la carga del odio en mí? Darse un tiempo para silenciar la mente y permitir que hable el corazón.
Entablar un dialogo con esa parte de nosotras herida y con la otra que desea ser libre de tanto equipaje pesado, a fin de cuentas, también merma tu salud física, emocional, mental y espiritual.
Si pudieses tener una balanza delante, verías que tienes tantos motivos para odiar como para perdonar y amar.
Pregúntate: ¿Qué pasaría si soltases la maleta del odio, del resentimiento, de la venganza? ¿Qué sentirías dentro de ti? ¿qué imagen te viene al pensar que ya no está en ti? ¿qué sabor tendría esta experiencia?
Soltar ese fardo y especialmente los lazos con quienes nos los provocaron solo es posible desde el amor, desde el perdón.
Perdonar implica una decisión consciente: optar por amar. Amarte en primer lugar y cortar con ese diálogo interno recordatorio victimista “pobre de mí”. Amar al enemigo, pues haces un punto y aparte, cortar definitivamente con él o ella.
Escuchar y decir con Jesús: “Padre, perdónalos, no saben lo que hacen”. Reconocer como la fidelidad a unos esquemas mentales, opciones basadas en el cumplimiento, en el miedo, la inseguridad y en la búsqueda de sobrevivir provocan decisiones injustas.
El perdón te libera de tanta carga. Corta las cuerdas que mantenemos atadas con aquellos que nos infringieron tanto sufrimiento.
Perdonamos para sentirnos libres, en paz, sin esperar ninguna declaración de arrepentimiento de la otra persona, sin esperar un cambio de actitud. Comprendemos cuan difícil es perdonar, hasta setenta veces siete tendremos que perdonar para liberarnos del aguijón del resentimiento. Solo el AMOR INCONDICIONAL puede enseñarnos a perdonar.
Y ahora que, opta por perdonar, recupera la vida, resucita. Saca esa espina del corazón que impedía sentirte libre, levantar la mirada y respirar a pleno pulmón, encontrar otras formas de relacionarte.
Haz resonar dentro de ti: Jesús, enséñame a perdonar.