#sentipensares GÈNESIS APÒCRIFO (Gn 3,9-15)

GÈNESIS APÒCRIFO (Gn 3,9-15)
GÈNESIS APÒCRIFO (Gn 3,9-15)

Permítanme que reescriba este pasaje del Génesis desde la positividad al descubrir nuestra propia desnudez total. Tímidamente me atrevo a compartirlo entre vosotras pues nace del silencio orante, del encuentro con quien SÉ QUE ME AMA tal como soy.

Cuando Adán por fin aceptó comer el fruto del árbol prohibido, lo mordisqueó tímidamente pero lo suficiente para apreciar su aroma refrescante, su jugo renovador, su sabor tan nutritivo, así que sucumbió. Dejó caer toda creencia bloqueadora para estar presente plenamente en cada bocado. Y cada pedacito se fundía con su cuerpo, recordándole quién era, cuál era su verdadera esencia. Al tragar la última porción, sintió su propia desnudez, soledad, a la vez amor propio y hacia toda la creación.

Eva llena de alegría agradeció a la serpiente que la empujará a tal experiencia. La serpiente muy astutamente la había llevado por el camino de las dificultades, del deseo de tirar la toalla por reconocerse. La serpiente sabía que la mujer podría sanarse si soltaba el sufrimiento, dialogaba con sus miedos y aceptase ser sencillamente ella misma. Así fue, como Eva pasó de andar cabizbaja por la tierra a enderezar su espalda.

Sigilosamente la Divinidad se acercó a sus criaturas, pues no quería romper ese momento tan trascendente. Al fin, la obras de sus manos reconocían que eran SU PRESENCIA en el mundo, que lo tenían TODO para hacer visible su AMOR.

Adán ¿Dónde estás? Susurro con amor.

“¡Oh! Al verme tan desnudo busqué de nuevo cómo ser aceptado por mi clan, sucumbí al sentir la presión de la soledad, por eso me escondí entre la multitud”

“Oh Adán, ¿de nuevo quieres esconder tu esencia? Deja que Eva te muestre cómo puedes sanar la picadura de la rabia por perder tu hegemonía. Deja que Eva te enseñé aliviar el sufrimiento por los golpes del fracaso, ella te dirá que ácido quemó tu capacidad de escuchar mi creación”.

Y mirando a la serpiente, le dijo: “Gracias por sanar una vez más a mis creaturas, así como lo hizo Moisés cuando te levantó. Solo mi PALABRA ENCARNADA, EL VERBO podrá sanarlas definitivamente”.

Experimentar nuestra propia desnudez es cuando más podemos sentir la fuerza del Amor de Dios.

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