#LectioDivinaFeminista Jesús mira a las personas con Amor

Marcos 10, 17-30
| Dania Alejandra Velázquez Cano
Invocamos a la Ruah Divina, para que abra nuestra mente y corazón a su Palabra, que disponga nuestros sentidos a su impulso divino y nos disponga a lo que nuestro corazón en el suyo desea profundamente. (momento de silencio meditativo, haciendo presente nuestra persona-cuerpo-mente)
En actitud de escucha, como si no conociéramos el texto leemos a Marcos 10, 17-30:
“En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó corriendo un hombre, se arrodilló ante él y le preguntó: "Maestro bueno, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?" Jesús le contestó: "¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios. Ya sabes los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás falso testimonio, no cometerás fraudes, honrarás a tu padre y a tu madre". Entonces él le contestó: "Maestro, todo eso lo he cumplido desde muy joven". Jesús lo miró con amor y le dijo: "Sólo una cosa te falta: Ve y vende lo que tienes, da el dinero a los pobres y así tendrás un tesoro en los cielos. Después, ven y sígueme". Pero al oír estas palabras, el hombre se entristeció y se fue apesadumbrado, porque tenía muchos bienes. Jesús, mirando a su alrededor, dijo entonces a sus discípulos: "¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el Reino de Dios!" Los discípulos quedaron sorprendidos ante estas palabras; pero Jesús insistió: "Hijitos, ¡qué difícil es para los que confían en las riquezas, entrar en el Reino de Dios! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el Reino de Dios". Ellos se asombraron todavía más y comentaban entre sí: "Entonces, ¿quién puede salvarse?" Jesús, mirándolos fijamente, les dijo: "Es imposible para los hombres, mas no para Dios. Para Dios todo es posible". Entonces Pedro le dijo a Jesús: "Señor, ya ves que nosotros lo hemos dejado todo para seguirte". Jesús le respondió: "Yo les aseguro: Nadie que haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o padre o madre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, dejará de recibir, en esta vida, el ciento por uno en casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y tierras, junto con persecuciones, y en el otro mundo, la vida eterna".
Haz silencio, recordando momentos, acciones, personas, frases del texto que resuenen en ti de la lectura.
Después de repasar mentalmente escribe eso que resonó en ti, y vuelve a leer el texto completo haciéndote composición de lugar, es decir, como si estuvieras dentro de la narración, contempla todo desde ahí dispuesta a recibir un mensaje para ti. ¿Qué descubres? ¿Qué reafirmas? ¿Qué te confronta? Concentra en una frase lo que surge y escríbelo.
Para Contemplar esto que la Ruah de Dios mueve en ti, te comparto algunas posibles luces para seguir “rumiando” la Palabra.
- Búsqueda de la identidad personal- (Alcanzar la Vida Eterna).
Si nos reconocemos como la persona que se le acerca a Jesús, podremos comenzar a desentrañar nuestras búsquedas personales-de autodefinición, de identidad en este mundo de diversidad y alienación; todavía más allá, búsqueda de la trascendencia.
Desde la visión antropológica, nuestra existencia camina en la búsqueda de la identidad, haciendo consciente la autopresencia, la esperanza y autonomía, en una búsqueda activa que comienza con sabernos presentes, sentirnos, vivirnos en el día a día, en las necesidades básicas, en lo que poseemos interna y externamente (capacidades, ideas, deseos,- relaciones, cosas materiales…) Nos diría Barbara Andrade: “La autopresencia se espera a sí misma, lo que significa que puede preguntar por sí misma y buscarse a sí misma sólo entre las demás personas entre quienes vive, precisamente por ser radicalmente un ser carente” [1]; por eso nuestras búsquedas, cualesquiera que sean, traen detrás una necesidad profunda de existencia de sentido. Así al contemplar la pregunta para “alcanzar la Vida Eterna” podemos usar una clave más de Andrade: “la autopresencia es pregunta trascendental por sí misma, es decir, una pregunta sin límite y que nunca cesa. Cada identidad conquistada se convierte en el punto de partida de un nuevo preguntar y buscar.” Y esta existencia se vincula con el mundo social, “autopresencia-en-relación” en la que se implican valores, cultura, principios…
Por eso creo que Jesús mira a la persona con Amor, pues le contempla realmente necesitada pero ignorante de su necesidad. Le indicará el camino pero, mientras la persona no lo haga consciente, la búsqueda seguirá por otros caminos; mientras esa autopresencia siga desvinculada de las demás personas del “mundo social” y no actúe en vinculación a la fe más allá de nuestra autoconsciencia que ensancha nuestro horizonte en la esperanza del Dios Bueno que nos pone en comunión interhumana, seguirá respondiendo con tristeza porque la mirada aún está muy corta.
-Condicionantes en nuestras relaciones (Maestro Bueno).
Este texto también puede llevar a contemplarnos en nuestra relación con las demás personas, con nosotras/os mismas/os y con la Divinidad. Es oportunidad para cuestionar nuestra perspectiva sobre lo qué es lo bueno para cada una/o y para las demás, para la creación toda; cuestionarnos desde dónde estamos juzgando, qué conocimiento y qué ignorancia nos mueve, y cuestionar si el camino andado es necesario desandarlo, descolonizarlo, desteorizarlo, liberarlo. Purificar nuestras intenciones nos ayudan a descubrir qué y cómo condicionamos nuestras relaciones, para que las respuestas no nos sorprenden o nos sigan dejando en la automatización de vida. El confrontarnos, el caos, el cuestionamiento no son algo a evitar, es camino también de aprendizaje y crecimiento, es movimiento de vida.
- - Soltar-deshacerse de todo y compartirlo con los más pobres- (Jesús lo mira con Amor)
Jesús lo mira con Amor, al estar a punto de revelarle un paso en el camino del discipulado: el desprendimiento solidario; “Dejarlo todo, venderlo y darlo a los pobres”. El compartir con personas necesitadas implica relación; implica abrir los ojos y verles, reconocer su necesidad y actuar en consecuencia; reconocer su lugar en la historia, en la vida; reconocer su propia dignidad y presencia humana, existencia relacional. Jesús reconoce y pone al centro, da el lugar a quién le ha sido arrebatado o negado; eso mismo ha de hacer una discípula, un discípulo, si no, no puede seguirle. El discipulado es acción, es relación, es amor sin más.
- - Soltar para recibir (Nada es imposible para Dios- si confías-).
Soltar todo para recibir todo, no como promesa retributiva esa no es característica del Dios de Jesús sino como camino de resurrección, de vida plenificante de apoco, en el aquí y ahora que implica una consciencia de hija e hijo de Dios, una identidad de ser una persona en todas y todos, Todo; consciencia de nuestra pertenencia a Dios. Si la confianza está en las cosas, seremos las personas más vacías; si la confianza está solo en la autopresencia, la búsqueda será desesperanzadora y angustiante; si la confianza está solo en el “mundo social” sólo en las demás personas, nos desdibujaremos y perdemos identidad. Si la confianza está en la Divinidad, ésta que Jesús nos presenta, nos lanza a la comunión con Todo. La comunión con Dios plena pasa por la comunión con las y los demás, con la creación, con nosotras/os mismas/os, para una presencia-trascendencia que hace camino discipular.
Después de estas luces, si sirven, retoma alguna para tu propia reflexión y proponte un compromiso que vaya haciendo vida en ti la Palabra.
Contempla los dones de este momento de lectura divina feminista de la Palabra de Dios y agradece según brote divinamente en ti, formulando una oración de acción de gracias espontánea, escríbela y dila-cántala en voz alta.
Dania Alejandra Velázquez Cano mcm
[1] Andrade Barbara. "¿Cuál dignidad humana? Algunas aclaraciones antropológicas y teológicas” pág. 32; Revista Iberoamericana de Teología; Núm. 1 julio-diciembre 2005; Universidad Iberoamericana.