¿Es necesaria otra Iglesia?

La Iglesia, nuestra Iglesia, de la que todos formamos parte, unos por tradición y otros por convicción parece no estar pasando por su mejor momento a la vez que se va sumando cada vez más a un deterioro o marcha atrás con respecto al Vaticano II.

La voz del pueblo clama, pide, siente la necesidad de otro modelo de Iglesia y esto puede que sea posible. Una Iglesia donde volvamos a recuperar a Jesús como centro de ella y junto a Él: los pobres.

No olvidemos la palabra esperanza junto con una necesidad de conversión. Hoy, da la impresión que la institución asfixia olvidándose de lo que es su carisma, poniendo más énfasis en la “fachada” por miedo a perder lo que quizá en tantos siglos se ha tardado en conquistar. Posiblemente este sea uno de los motivos por los que los jóvenes de hoy no se apartan de Dios, pero sí de la institución. Falta libertad, algo tan importante para la persona unido a la necesidad del ser humano de generosidad, señal que se va consolidando en las diferentes ONG.

La sensación en este momento es como si se le hubiera escapado gran parte de lo que es su función como anunciadora del Reino de Dios, centrándose más en sus problemas internos siendo a la vez, más numerosos que los externos.

Se sigue echando de menos la palabra, la falta de libertad del pueblo de Dios, término que empezó a declinar después del C.V.II. El entonces cardenal, hoy Papa, propuso como alternativa “communio”.

¿Dónde está nuestra Iglesia, la Iglesia de los pobres que decía Juan XXIII? ¿Qué hemos hecho de ella? Jerárquica, política, que más…

Naturalmente hablando siempre de ella como institución, no como pueblo de Dios.
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