El Papa elogia la diversidad y la unidad en la Iglesia, más allá de "envidias, divisiones y celos" Francisco: "Todos los carismas son importantes a los ojos de Dios, pero ninguno es insustituible"
(Jesús Bastante).- "Todos los carismas son importantes a los ojos de Dios, y al mismo tiempo, ninguno es insustituible". El Papa Francisco hizo un elogio de la diversidad de modos de ser Iglesia en unidad, más allá de "las envidias, las divisiones, los celos" durante la Audiencia general de este miércoles.
Unos carismas que no deben ser "motivo de confusión", porque "todos ellos son regalos de Dios para la comunidad cristiana", añadió el Pontífice, quien incidió en que "el Señor ha colmado a la Iglesia con los dones de su espíritu, queriéndola siempre viva y fecunda".
"¿Qué es un carisma?", se preguntó el Papa. ¿Cómo podemos reconocerlos y acogerlos? Y, sobre todo, cuando decimos que en la Iglesia hay diversidad de carismas, ¿lo vemos como algo bueno, o como causa de problemas y confusiones?".
Francisco admitió que, en el lenguaje común, no sabemos qué significa un carisma. "Se dice que alguien tiene un talento especial o que es particularmente brillante". Para el Papa, "el carisma es una gracia. Un don de Dios a través de la acción del Espíritu Santo, dado a cualquiera no porque sea mejor que los otros, o porque se lo haya merecido: es un regalo que Dios hace porque con su amor lo puede utilizar para el bien de toda la comunidad".
"Dios da esta cualidad a esta persona, pero no para sí, sino para que esté al servicio de toda la comunidad", de la unidad de la Iglesia. "Antes de llegar a la plaza -confesó el Papa-, he recibido a muchos niños minusválidos en el Aula Pablo VI, una asociación que se dedica a la cura de estos niños. Esta asociación, esas personas tienen el carisma de curar a los niños minusválidos. Esto es un carisma".

El carisma es "un signo de amor de Dios a la comunidad y a sus hijos", por lo que "debe ser un motivo de orgullo, no un lamento ni un intento de que la comunidad se haga a mi modo", señaló Francisco, quien destacó "la belleza de descubrir cuántos carismas diversos existen en la Iglesia". "Esto no debe ser visto como motivo de confusión", pues "todos son regalos que Dios hace a la comunidad cristiana paras que pueda crecer en la fe y el amor, como un solo cuerpo, el Cuerpo de Cristo".
"El mismo espíritu da diversos dones para la unidad de la Iglesia", subrayó el Pontífice. Si no sirven para la unidad, "para estar abiertos a la alegría", algo falla. "Envidia, división, celos... Todos los Todos los carismas son importantes a los ojos de Dios, y al mismo tiempo, ninguno es insustituible. En la comunidad cristiana necesitamos los unos de los otros, y todos los dones recibidos se desarrollan plenamente para el bien de todos. Esto es la Iglesia".
"Cuando la Iglesia, en variedad de carismas, se empeña en la comunión, no podemos pararla. Es la belleza, es la fuerza del sensus fidei, para que juntos podamos entrar en el corazón del Evangelio y seguir a Jesús en nuestra vida", concluyó el Pontífice, quien recordó la festividad de Santa Teresa del Niño Jesús, que "quería ser misionera, pero cuyo carisma era el amor. Ella decía: 'En el corazón de la Iglesia yo encontré el amor'. Y este carisma lo tenemos todos. La capacidad de amor, de amar a la Iglesia y aceptar todos los carismas con amor de hijos de la Iglesia".

En los saludos posteriores, en lengua alemana, Francisco pidió oraciones para el Sínodo de la Familia, que arranca este domingo, y pidió a los fieles rezar el Rosario, especialmente en este mes de octubre dedicado a esta oración.
En castellano, Francisco saludó especialmente al prelado del Opus Dei, Javier Echevarría, y a los miembros de la Obra que celebraban en Roma la reciente beatificación de Álvaro del Portillo.
Finalmente, en italiano, animó "perseguir siempre la santidad, con fidelidad a Cristo y al Evangelio".
"Jóvenes, enfermos y los nuevos esposos. Hoy es la memoria litúrgica de Santa Teresa del Niño Jesús, patrona de las misiones. Queridos jóvenes, que su amor por la Iglesia sea un ejemplo. Queridos enfermos, la oración es un instrumento para afrontar momentos muy difíciles. Y vosotros, queridos esposos, fundad sobre el respeto y la fidelidad recíproca vuestra casa conyugal", concluyó el Papa.

Texto completo de la catequesis del Papa
La Iglesia
Los carismas: diversidad e unidad
Queridos hermanos y hermanas ¡buenos días!Desde el inicio el Señor ha colmado a la Iglesia con los dones de su Espíritu, haciéndola así siempre viva y fecunda, con los dones del Espíritu Santo. Entre estos dones, se distinguen algunos que resultan particularmente preciosos para la edificación y el camino de la comunidad cristiana: se trata de los carismas. En esta catequesis sobre la Iglesia nos preguntamos: ¿qué es exactamente un carisma? ¿Cómo podemos reconocerlo y recibirlo? Y sobre todo: ¿el hecho que en la Iglesia haya una diversidad y una multiplicidad de carismas, debe ser visto en sentido positivo, como una bella cosa o más bien como un problema?
En el lenguaje común, cuando se habla de "carisma" se entiende a menudo un talento, una habilidad natural. Se dice "esta persona tiene un especial carisma para enseñar". Es un talento que tiene. Así, frente a una persona particularmente brillante y cautivante, se usa decir: "es una persona carismática". ¿Qué significa? No sé, pero es carismática. Y así decimos. No sabemos que decimos pero decimos "es carismática".
Pero, en la perspectiva cristiana, el carisma es mucho más que una cualidad personal, que una predisposición con la cual se puede estar dotados: el carisma es una gracia, un don prodigado por Dios Padre, a través la acción del Espíritu Santo. Y es un don que es dado a alguien no porque sea más bueno que los otros o porque se lo haya merecido: es un regalo que Dios le hace para que, con la misma gratuidad y el mismo amor, lo pueda poner al servicio de la entera comunidad, para el bien de todos. Hablando un poco en modo humano, se dice así: Dios da esta cualidad, este carisma a esta persona pero no para sí misma sino para que esté al servicio de toda la comunidad. Hoy antes de llegar a la plaza, he recibido tantos, tantos niños minusválidos, en el aula Pablo VI. Había tantos. Una asociación que se dedica al cuidado de estos niños. ¿Qué es? Esta asociación, estos hombres, estas mujeres tienen el carisma de cuidar a los niños discapacitados. Esto es un carisma.
Una cosa importante que debe ser inmediatamente subrayada es el hecho que uno no puede entender solo si tiene un carisma y cuál. Pero tantas veces nosotros hemos escuchado personas que dicen "yo tengo esta cualidad, yo sé cantar muy bien". Y nadie tiene el coraje de decirle: "¡mejor que estés callado, porque nos atormentas a todos cuando tú cantas!" ¡Nadie puede decir "yo tengo este carisma"! Es al interno de la comunidad que brotan y florecen los dones con los cuales nos colma el Padre; y es en el seno de la comunidad que se aprende a reconocerlos como un signo de su amor por todos sus hijos.
Cada uno de nosotros, por lo tanto, es justo que se pregunte: "¿hay algún carisma que el Señor ha hecho nacer en mí, que el Señor ha hecho nacer en mí, en la gracia de su Espíritu, y que mis hermanos en la comunidad cristiana han reconocido y alentado? ¿Y cómo me comporto yo con respecto a este don: lo vivo con generosidad, poniéndolo al servicio de todos o bien lo descuido y termino por olvidarlo? O quizás ¿se transforma para mí en motivo de orgullo, al punto que me lamento siempre de los otros y pretendo que en la comunidad se haga a mi modo? Son preguntas que nos debemos hacer. Si hay un carisma en mí, si este carisma es reconocido por la Iglesia, y si estoy contento con este carisma o tengo un poco de celos de los carismas de otros y quiero tener aquel carisma. ¡No! El carisma es un don. Solamente Dios lo da.
La experiencia más bella, sin embargo, es descubrir de cuántos carismas diferentes y de cuántos dones de su Espíritu el Padre colma a su Iglesia. Esto no debe ser visto como un motivo de confusión, de malestar: son todos regalos que Dios hace a la comunidad cristiana, para que pueda crecer armoniosa, en la fe y en su amor, como un solo cuerpo, el cuerpo de Cristo. El mismo Espíritu que da esta diferencia de carismas hace la unidad de la Iglesia: ¡el mismo Espíritu! Ante esta multiplicidad de carismas, nuestro corazón debe abrirse al gozo y debemos pensar: "¡Qué cosa tan bella! Tantos dones diferentes, porque somos todos hijos de Dios y todos amados en un modo único". ¡Ay, entonces, si estos dones se convierten en motivo de envidia, de división, de celos! Como recuerda el apóstol Pablo en su primera carta a los Corintios, capítulo 12, todos los carismas son importantes ante los ojos de Dios y, al mismo tiempo, ninguno es insustituible. Esto significa que en la comunidad cristiana nosotros necesitamos los unos de los otros, y todo don recibido se actúa plenamente cuando es compartido con los hermanos, por el bien de todos. ¡Esta es la Iglesia! Y cuando la Iglesia, en la variedad de sus carismas, se expresa en comunión, no puede equivocarse: es la belleza y la fuerza del sensus fidei, de aquel sentido sobrenatural de la fe, que es donado por el Espíritu Santo, para que, juntos, todos podamos entrar en el corazón del Evangelio y aprender a seguir a Jesús en nuestra vida. Hoy la Iglesia festeja la memoria de Santa Teresa del Niño Jesús, esta santa que murió a los 24 años y que amaba tanto a la Iglesia. Quería ser misionera, ¡pero quería tener todos los carismas! Ella decía: yo quisiera hacer esto, esto y esto...¡quería todos los carismas! Fue a la oración y sintió que su carisma, era el amor. Y dijo esta bella frase: ‘en el corazón de la Iglesia yo seré el amor'. Este carisma, lo tenemos todos, ¡la capacidad de amar! Pidamos hoy a Santa Teresa del Niño Jesús, esta capacidad de amar tanto a la Iglesia ¡de amarla tanto! Y de aceptar todos aquellos carismas, con este amor de hijos de la Iglesia, de nuestra Santa Madre Iglesia jerárquica.
Éste fue el saludo en castellano:
Queridos hermanos y hermanas:
Además de los dones con los que el Señor edifica y hace más fecunda a la Iglesia, están los carismas. Un carisma es más que un talento o una cualidad personal. Es una gracia, un don que Dios da por medio del Espíritu Santo. No porque alguien sea mejor que los demás, sino para que lo ponga al servicio de los demás con la misma gratuidad y amor con que lo ha recibido.
Cada uno puede preguntarse: ¿Qué carisma me ha dado el Señor? ¿Cómo vivo este carisma? ¿Lo asumo con generosidad, poniéndolo al servicio de todos, o acaso lo tengo descuidado o quizás olvidado? o para mi mismo?
Los diversos carismas y dones con los que el Padre colma a la Iglesia son para crecer en armonía, en la fe y en su amor, como un cuerpo solo, el Cuerpo de Cristo, donde tenemos necesidad los unos de los otros, y donde cada don recibido se verifica plenamente al ser compartido con los hermanos. Así resplandece la belleza y la fuerza sobrenatural de la fe para que juntos podamos entrar en el corazón del Evangelio y seguir a Jesús.
***
Saludo a los peregrinos de lengua española, venidos de tantos países. Saludo asimismo a Monseñor Javier Echevarría, Prelado del Opus Dei, así como a los fieles de la Prelatura aquí presentes para dar gracias a Dios por la beatificación de Monseñor Álvaro del Portillo. Que la intercesión y el ejemplo del nuevo beato les ayude a responder con generosidad al llamado de Dios a la santidad y al apostolado en la vida ordinaria, al servicio de la Iglesia y de la humanidad entera. Muchas gracias y que Dios les bendiga.