El déficit de la Santa Sede alcanzó en 2020 los 66,3 millones de euros Juan Antonio Guerrero, sj.: "Venimos de una cultura del secreto, pero hemos aprendido que la transparencia nos protege más que el secreto"

Guerrero, nuevo prefecto de Economía de la Santa Sede
Guerrero, nuevo prefecto de Economía de la Santa Sede Jesuitas

"Se está preparando la venta del Palacio de Londres, se están emprendiendo acciones legales contra quienes creemos que han perjudicado los intereses de la Santa Sede"

"No puedo decir que haya sido un buen año (...). Cuando apareció COVID, la previsión de déficit que hicimos en el mejor escenario habría sido de 68 millones de euros y en el peor de 146 millones. En el escenario medio se esperaba un déficit de 97 millones de euros. Así que revisamos el presupuesto en marzo y aceptamos un déficit de 82 millones de euros. El resultado fue un déficit de 66,3 millones de euros, ligeramente mejor que la hipótesis más favorable"

"La cultura ha empezado a cambiar. Muchos entienden ahora que los controles y la responsabilidad no significan desconfianza, sino autoprotección y apoyo a lo que haces, porque también te preserva de los errores"

"Los ingresos totales disminuyeron en 58,5 millones de euros, un 19%, todo ello por los ingresos generados internamente, que dependen de los visitantes y de la situación económica general"

"Desde hace algunos años todos los pasos dados por la Santa Sede en el ámbito económico van en la dirección correcta: coherencia con su doctrina social, transparencia, control, eficacia..."

"COVID nos ha dado la posibilidad de poder prestar una ayuda adicional en un momento de dificultad para toda la humanidad, haciendo que la Iglesia esté presente en las zonas con menos recursos para hacer frente a la pandemia"

El Prefecto de la Secretaría de Economía, Juan Antonio Guerrro, sj., explica el balance consolidado de la Santa Sede en el año de la pandemia: el déficit es de 66,3 millones de euros, pero se ha recurrido al Óbolo en menor medida que en años anteriores para apoyar los gastos relacionados con la misión. Aumentan las aportaciones a las Iglesias más necesitadas.

Un año difícil que ha obligado a los departamentos del Vaticano a reducir gastos. Un año en el que se sacó menos que en el pasado del Óbolo de San Pedro para apoyar el servicio de los dicasterios para la misión del Papa, pero se dio más ayuda a las Iglesias de los países más afectados por la pandemia. Esto es lo que se desprende del balance consolidado de la Santa Sede, que el Padre Juan Antonio Guerrero Alves, Prefecto de la Secretaría para la Economía, presenta en esta entrevista.

Con las cuentas consolidadas en la mano, ¿puede decir en primer lugar cómo fue el año 2020, el año de la pandemia?

En general, mejor de lo que esperábamos. No puedo decir que haya sido un buen año. Pero dadas las circunstancias, puedo decir que para 2020, antes de la pandemia, habíamos presupuestado un déficit de 53 millones de euros. Cuando apareció COVID, la previsión de déficit que hicimos en el mejor escenario habría sido de 68 millones de euros y en el peor de 146 millones. En el escenario medio se esperaba un déficit de 97 millones de euros. Así que revisamos el presupuesto en marzo y aceptamos un déficit de 82 millones de euros. El resultado fue un déficit de 66,3 millones de euros, ligeramente mejor que la hipótesis más favorable, y mucho mejor de lo que habíamos previsto en el presupuesto revisado de marzo. La buena noticia es que, gracias a los esfuerzos realizados, los resultados se acercan mucho a los de un año normal. El déficit ordinario es 14,4 millones de euros inferior al de 2019: 64,8 millones de euros en 2020, frente a 79,2 millones de euros en 2019. Este es, sin duda, un resultado mejor. Sin embargo, el rendimiento de las inversiones financieras fue inferior en 51,8 millones de euros y el resultado extraordinario también fue inferior en 17,8 millones de euros.

El déficit ordinario es 14,4 millones de euros inferior al de 2019: 64,8 millones de euros en 2020, frente a 79,2 millones de euros en 2019. Este es, sin duda, un resultado mejor. Sin embargo, el rendimiento de las inversiones financieras fue inferior en 51,8 millones de euros y el resultado extraordinario también fue inferior en 17,8 millones de euros


¿Qué significa esto?

Significa que el déficit del año pasado fue de 11,1 millones de euros y el de este año es de 66,3 millones. Pero debo señalar que aquí sólo se presenta el presupuesto de la Santa Sede. También está el presupuesto de la Gobernación, el IOR y muchas otras entidades vinculadas a la Santa Sede de diversos tipos y tamaños, como hospitales, centros de salud y otras instituciones de diversos tipos y tamaños, incluyendo hospitales, fundaciones, la Caja de Pensiones del Vaticano, la Caja de Asistencia Sanitaria, etc., cuyas obligaciones y riesgos conciernen a la Santa Sede. Cuando presentamos el presupuesto del año pasado, lo pusimos en este contexto para tener una visión más general. Si juntáramos todas las entidades, el panorama sería un poco peor: el déficit actuarial de la Caja de Pensiones pesa sobre la Santa Sede para los próximos 100 años, al igual que la Caja de Salud tiene su propio "déficit actuarial". Las entidades de la Santa Sede no tienen ánimo de lucro. Muchas tienden a ser deficitarias porque prestan servicios que no están totalmente financiados. Hay un importante trabajo que hacer para mejorar la sostenibilidad.

Balance de la Santa Sede 2020
Balance de la Santa Sede 2020


¿Cuál era la razón de la mejor situación?

Los departamentos han actuado con responsabilidad en el gasto y los ingresos han caído menos de lo previsto. Los gastos se han reducido. Aparentemente disminuyeron poco entre 2019 (318 millones) y 2020 (314,7 millones). Sólo 3,3 millones. Pero si eliminamos los gastos financieros, que han sido muy elevados este año por la variación de los tipos de cambio, vemos que los gastos ordinarios han disminuido en casi 26 millones de euros. Y habrían sido aún más bajos si no fuera por los 6,7 millones de euros de gastos extraordinarios relacionados con COVID más otros 3,5 millones de euros incluidos en los gastos ordinarios. Es un bonito gesto que algunos dicasterios vinculados a las Iglesias más necesitadas de ayuda, además de reducir sus gastos en muchas otras cosas, hayan aumentado sus aportaciones a estas Iglesias para las necesidades causadas por el COVID, a veces reduciendo su patrimonio como en el caso del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral. En cuanto a los ingresos, habíamos presupuestado 269 millones antes de COVID y fueron 248,4 millones. En las proyecciones del escenario pensábamos que los ingresos disminuirían más, pero los ingresos ordinarios realizados del año pasado a este año han disminuido en 11,4 millones de euros, es decir, un 5%. Gran parte de estos ingresos proceden del periodo anterior a COVID, así que veremos si esta tendencia se mantiene en 2021.


¿Puede ver en la presentación del presupuesto que ha habido menos necesidad de recurrir al Óbolo de San Pedro este año? ¿Puede proporcionar algunas cifras relacionadas con el pasado?

La contribución del Óbolo a la misión del Santo Padre en los últimos años ha sido: en 2017, 52 millones de euros; en 2018, 74 millones de euros; en 2019, 66 millones de euros y en 2020, 50 millones de euros. En 2019, el Óbolo financió 66 millones de euros de los 207 millones de euros (32%) de los gastos de los dicasterios de misión, es decir, los no administrativos. En 2020 financió 50 millones de euros de un total de 207 millones (24%). La explicación de esta diferencia con el año pasado es que el aumento o la disminución del valor de las inversiones financieras o los ingresos o gastos debidos a las diferencias de cambio son normalmente ingresos y gastos no realizados. Es decir, se tienen en cuenta en los libros pero no necesitan financiación y no afectan a la liquidez. Se dan en dicasterios que tienen más inversiones, que con sus beneficios financian parte de la misión de la Santa Sede. Estos, por su parte, han podido aportar más dinero este año para los gastos de los dicasterios de misión, es decir, los financiados por el Óbolo, reduciendo así la necesidad de recurrir a éste. El Óbolo recaudó 44 millones de euros y aportó 50 millones de euros a la misión del Santo Padre en 2020, además de 12 millones de euros en desembolsos directos a proyectos específicos en varios países. Gastó 18 millones de euros más de lo que recaudó, recurriendo a sus activos heredados.


¿Cómo ha afectado la crisis a los ingresos?

Las entidades incluidas en el presupuesto que aquí se presenta son de tamaños muy diferentes. Nueve dicasterios administran el 95% de los ingresos totales de la Santa Sede y gastan el 80%. Las fuentes de ingresos ya se conocen: 58% (68% en 2019) generados internamente (alquileres, inversiones, visitantes y servicios prestados); 23% (18% en 2019) donaciones externas (de diócesis o de otras instituciones diversas) y la tercera fuente, 19% (14% en 2019), proviene de entidades afiliadas (como el IOR o la Gobernación). Los ingresos totales disminuyeron en 58,5 millones de euros, un 19%, todo ello por los ingresos generados internamente, que dependen de los visitantes y de la situación económica general.

Museos Vaticanos
Museos Vaticanos

Las donaciones, tanto las dedicadas como las de las diócesis de todo el mundo, se mantuvieron prácticamente sin cambios, pasando de 55,8 millones en 2019 a 56,2 en 2020. Parece que la pandemia y ciertos escándalos que han acaparado los titulares no han tenido mayor repercusión, ¿o todavía es demasiado pronto para hacer un balance?


No creo que se pueda ejemplificar así. Nunca hay que sacar conclusiones precipitadas, y en cualquier caso debemos aprender la lección tanto de los escándalos como de la pandemia.

La pandemia ha ayudado a los dicasterios a darse cuenta de sus puntos débiles, a identificar áreas de mejora y a dar algunos pasos positivos en el camino de la reforma

¿Qué lección?

Hay un mensaje que repite el Papa Francisco: podemos salir mejor o peor de la crisis provocada por la pandemia. Creo que la pandemia ha ayudado a los dicasterios a darse cuenta de sus puntos débiles, a identificar áreas de mejora y a dar algunos pasos positivos en el camino de la reforma. En cuanto a los gastos, al principio de la pandemia se decidió mantener sólo lo esencial: los salarios, la ayuda a las Iglesias en dificultad y a los pobres. El resto lo reducimos al máximo. Se realizó un análisis estratégico de los gastos y se congelaron algunas partidas. Hemos visto la debilidad de los procesos de toma de decisiones y esto ha hecho que los organismos con responsabilidad en materia económica trabajen juntos de forma más coordinada. Ante la dificultad de obtener información económica de las entidades, estamos trabajando en el servicio informático para centralizar los datos y acceder a ellos con mayor rapidez y menor coste para las entidades. En la reciente reunión del Consejo de Economía se aprobó una nueva lista de entidades que incorpora las novedades del Motu Proprio del Papa del 26 de diciembre de 2020 en materia económica. Un nuevo perímetro de agregación en el presupuesto permitirá hacer más visibles los riesgos a los que se enfrenta la Santa Sede para afrontarlos, así como una lista de entidades que deben centralizar sus inversiones a través de la APSA. En cuanto a las cifras, es cierto que los proyectos con finalidad específica financiados por diversos donantes (33 millones de euros), y la aportación de las diócesis a la Santa Sede, (23 millones), son muy similares a 2019. Pero también hay que decir que la recaudación del Óbolo, que hasta ahora no se incluía en los estados financieros consolidados de la Santa Sede, ha ido disminuyendo en los últimos años: cayó un 23% entre 2015 y 2019 y, en el primer año del COVID, en 2020, un 18%. En 2019 se recaudaron 53,86 millones y en 2020, 44 millones. Al mismo tiempo, es muy posible que haya un desfase entre las recaudaciones y el envío de la contribución a la Santa Sede, es decir, las recaudaciones de 2019 pueden haber llegado a la Santa Sede en 2020, por lo que podremos ver el impacto de la pandemia en el presupuesto de 2021. En cualquier caso, espero que los pasos que se están dando en la dirección correcta de una mejor gestión, un control más eficaz y una mayor transparencia ayuden a recuperar la credibilidad.

El Papa y Becciu
El Papa y Becciu

Usted nos habló de las lecciones de la pandemia. Ahora está a punto de celebrarse un importante juicio en el Vaticano: ¿qué lecciones se extraen de lo ocurrido?

La economía de la Santa Sede no es importante por su volumen ni interesante por su contenido. Lo importante, y de lo que hay que hablar, es de su misión, del servicio que presta a la Iglesia y al mundo. Cuando hay interés en hablar de la economía de la Santa Sede suele ser porque algo no ha funcionado como debería. Y esto socava la credibilidad de su misión. Bastaría con hablar de ello de forma rutinaria una o dos veces al año al presentar los presupuestos y los resultados. Pero en el caso concreto de este proceso, creo que marca un punto de inflexión que puede conducir a una mayor credibilidad de la Santa Sede en materia económica. En primer lugar, este proceso nos habla de un pasado, un pasado reciente, pero un pasado. Siempre puede haber errores, pero hoy no veo cómo se pueden repetir los acontecimientos del pasado. En segundo lugar, el hecho de que se celebre este juicio significa que algunos controles internos han funcionado: las acusaciones han venido de dentro del Vaticano. Desde hace varios años, las medidas adoptadas van en la buena dirección. Ya con el Papa Benedicto comenzó la FIA, ahora ASIF, y el Papa Francisco ha continuado en la misma dirección, creando en 2014 el Consejo para la Economía, la Secretaría para la Economía y la Oficina del Auditor General. El reciente Motu Proprio del Papa sobre la economía
económica ha hecho que la economía del Vaticano sea más transparente. Recientemente, Moneyval ha reconocido los progresos realizados en términos de eficacia, tal y como mostró el Dr. Barbagallo en su reciente entrevista. Seguimos en el camino, sabemos que las leyes no son suficientes, que hay que aplicarlas y que hay que respetarlas hasta que se cree una nueva cultura. En este sentido, a través de este proceso, independientemente de su resultado, hemos aprendido y estamos aprendiendo. Siempre podemos cometer errores, pero hoy veo muy difícil que se repita lo ocurrido.

¿Puede dar un ejemplo de lo que ha aprendido?

Contar con buenos asesores es muy importante para nosotros, que no nos dedicamos a la actividad económica, y hemos cometido errores en el pasado, como puede verse. La selección de consultores ha mejorado y también el nivel profesional en los dicasterios y organismos que se ocupan de los asuntos económicos dentro de la Santa Sede. Venimos de una cultura del secreto, pero en economía hemos aprendido que la transparencia nos protege más que el secreto. También hemos comprendido que somos custodios, no propietarios, y el custodio es responsable. La cultura ha empezado a cambiar. Muchos entienden ahora que los controles y la responsabilidad no significan desconfianza, sino autoprotección y apoyo a lo que haces, porque también te preserva de los errores.

Balance consolidado
Balance consolidado

Volviendo a los números, los gastos ordinarios de funcionamiento han bajado de 306,5 millones en 2019 a 280,7 millones en 2020: ¿en qué han ahorrado?

En comparación con 2019, hemos reducido todas las partidas de gasto en mayor o menor medida. Lo que más hemos reducido son los viajes y eventos, 6,2 millones de euros, un 75% menos que el año anterior. Otra partida indebidamente denominada "comercial" se ha reducido en 4,9 millones de euros. Se pospusieron muchas obras de mantenimiento, lo que supuso una reducción del gasto de 4,6 millones de euros. Las nunciaturas también se apretaron el cinturón y redujeron sus gastos en 4 millones de euros y lo mismo ocurrió con los servicios de consultoría, que se redujeron en 1,6 millones de euros, un 19% menos que el año anterior. La única partida de gastos que no disminuyó fueron los impuestos, que se pagaron prácticamente igual que el año pasado: 18,8 millones de euros.

En su opinión, ¿se han recortado todos los gastos que se podían recortar o se puede hacer más?

Hemos hecho lo que hemos podido al afrontar los problemas imprevistos que surgieron con COVID, que pusieron de manifiesto algunos puntos débiles. En consultoría podríamos ahorrar un poco más si hiciéramos contratos estratégicos para algunos profesionales. Tenemos algunas duplicidades administrativas, cuya eliminación supondría un ahorro, si no a corto plazo, al menos a medio plazo. No digo nada nuevo, son cuestiones de las que se habla desde hace años, pero que aún no se han abordado. Pienso, por ejemplo, en la informática, que actualmente tenemos en varios centros: un solo centro costaría menos. Lo mismo ocurre con la administración: ahorraríamos dinero si tuviéramos un centro de contabilidad en lugar de varios. A todos los que servimos en la Santa Sede y en las instituciones afines se nos ha pedido que hagamos sacrificios, que reduzcamos o no aumentemos los salarios. El capítulo de personal se ha contenido este año. Para garantizar la sostenibilidad económica, manteniendo la acertada decisión del Papa de no despedir, y para generar una mayor motivación en el personal, sería conveniente hacer un plan con visión a largo plazo y tener una política laboral con programas de desarrollo profesional y formación, y un enfoque de formación en la misión que se realiza en la Santa Sede. Esto también ahorraría dinero a largo plazo.

Para garantizar la sostenibilidad económica, manteniendo la acertada decisión del Papa de no despedir, y para generar una mayor motivación en el personal, sería conveniente hacer un plan con visión a largo plazo y tener una política laboral con programas de desarrollo profesional y formación, y un enfoque de formación en la misión que se realiza en la Santa Sede


¿Ha cumplido la Santa Sede todos sus compromisos de misión con este presupuesto consolidado?

No creo que se haya descuidado nada esencial para la misión de la Santa Sede. Ha habido suficiente creatividad para poder seguir satisfaciendo las necesidades de la misión. Los viajes del Papa se han reducido mucho, pero el Santo Padre ha encontrado formas eficaces de estar presente en la vida de la Iglesia y del mundo. Es cierto que los dicasterios más afectados son los que organizan encuentros, conferencias y reuniones internacionales para llevar a cabo su misión. Pero ha habido muchos congresos telemáticos, seminarios web, reuniones con zoom, etc. Probablemente hemos aprendido una forma de trabajar que es complementaria a nuestra forma habitual de trabajar. El tiempo dirá hasta qué punto COVID ha cambiado nuestra forma de trabajar, celebrar y estar juntos. Y como he dicho antes, COVID nos ha dado la posibilidad de poder prestar una ayuda adicional en un momento de dificultad para toda la humanidad, haciendo que la Iglesia esté presente en las zonas con menos recursos para hacer frente a la pandemia. La situación económica ha sido peor, pero la misión se ha ampliado. Esto es una prueba más de que los criterios que mueven a la Iglesia no son económicos.

Italia ordena la detención de Torzi, el 'broker' de Becciu
Italia ordena la detención de Torzi, el 'broker' de Becciu

¿En qué sectores -y si puede cuantificarlo con cifras- los resultados fueron más preocupantes que en el pasado?

Los más afectados fueron los que ejercen una actividad económica. Por ejemplo, el sector que hemos llamado erróneamente "comercial", que incluye los museos que dependen de la Santa Sede y las catacumbas, que llevan mucho tiempo cerradas, o la oficina de viajes vinculada a APSA, que no ha tenido mucho trabajo este año. Esto supuso una reducción de los ingresos de 11,6 millones de euros y una reducción de los gastos de 4,9 millones, es decir, una reducción neta de 6,7 millones de euros. Las rentas de la propiedad disminuyeron un poco, pero menos de lo previsto. El impacto fue de unos 5 millones de euros de reducción y otros 5 millones de euros de retraso en los pagos. Las inversiones financieras fueron incluso peores que el año pasado, que fue un buen año. Los ingresos fueron 32,1 millones de euros menos y los gastos 19,7 millones más (debido a los tipos de cambio y a la depreciación del valor de mercado de los activos). En otras palabras, el resultado fue 51,8 millones de euros peor que el año pasado. La pandemia nos ha mostrado algunas debilidades que no tienen coste económico aparente. En situaciones como la que hemos vivido y estamos viviendo, es fundamental disponer de información económica inmediata para tomar las decisiones más adecuadas. La obtención de la información económica es costosa y requiere mucho tiempo.

¿Qué llevó a la decisión de mantener la mayor liquidez posible a expensas de las inversiones a largo plazo? ¿Qué resultados ha dado esta estrategia?

Esto es consecuencia de la dificultad para obtener información económica. La incertidumbre de la pandemia nos hizo mantener la mayor liquidez posible. Algunos preveían una caída de los mercados bursátiles, y si necesitábamos vender en una caída, habríamos tenido que vender a la baja. Hemos preferido tener liquidez, conocer nuestros flujos de caja, para no vernos obligados a vender en una posible situación negativa. No disponíamos de información precisa sobre la liquidez disponible, lo que nos llevó a tomar la decisión de aumentar la liquidez. Esto significó, al mismo tiempo, reducir nuestro beneficio financiero. Creo que era lo más prudente en la situación en la que estábamos.

Se está preparando la venta del Palacio de Londres, se están emprendiendo acciones legales contra quienes creemos que han perjudicado los intereses de la Santa Sede


¿Se ha llevado a cabo la transición establecida por el Papa que ha llevado la gestión de los fondos de la Secretaría de Estado bajo la APSA? ¿Puede decirse que ya es una reforma operativa?

Absolutamente, sí. Los fondos están en la APSA, los gestiona la APSA y ya forman parte del presupuesto ordinario de la Santa Sede. Se está preparando la venta del Palacio de Londres, se están emprendiendo acciones legales contra quienes creemos que han perjudicado los intereses de la Santa Sede. Estamos continuando un proceso que se inició en la Secretaría de Estado antes de que los fondos fueran transferidos a la gestión de APSA. El año que viene todos estos fondos estarán en el presupuesto y contabilizaremos los ingresos y gastos del Obolus. Somos conscientes de que la velocidad a la que se hace una ley, la velocidad
Somos conscientes de que la velocidad con la que se hace una ley, la velocidad con la que se pone en práctica y la velocidad con la que cambian las costumbres y las culturas son muy diferentes. A veces hace falta inteligencia, a veces hace falta fuerza de voluntad y a veces hace falta paciencia.

¿Cómo se invertirá en el futuro?

El Consejo Económico está trabajando en el desarrollo de una política de inversiones; en 2020, un grupo trabajó en el diseño de un comité para este fin. Mientras se perfilan y aplican estas políticas generales, el IOR ya ha actualizado y renovado su equipo de inversión y la APSA está introduciendo nuevas políticas de inversión inmobiliaria y de valores más eficaces y transparentes.

A partir de esta valoración y de las dificultades del momento, ¿cómo ve el futuro a corto y medio plazo de la Santa Sede?

La tendencia de los últimos años ha sido de disminución de los ingresos y de disminución de los gastos, aunque en menor medida que los ingresos. Podemos esperar que un tipo de ingresos dé más rendimiento cuando las actividades se reanuden a pleno rendimiento, me refiero a los servicios, los relacionados con los visitantes y los alquileres comerciales. Si la actividad económica se recupera, tanto la Gobernación como el IOR podrán mantener y quizás aumentar su nivel de contribuciones al presupuesto. La contención de los costes por sí sola no es una solución estable. Es fácilmente previsible que los gastos también aumenten cuando se reanuden las actividades, con viajes, conferencias, etc., aunque quizá hayamos aprendido algo de este periodo. Por otro lado, debemos seguir insistiendo en la mejora de la rentabilidad de las inversiones mobiliarias e inmobiliarias. Y hay espacio para esto. Estamos trabajando en esta dirección.

Presupuesto de la Santa Sede
Presupuesto de la Santa Sede


¿Qué espera para el futuro?

No sabemos cómo será el futuro. Pertenece a Dios y sólo podemos mirar hacia adelante con esperanza. Todavía no sabemos cómo se desarrollará la pandemia. Justo cuando pensamos que está a punto de disminuir o desaparecer, llegan noticias de que el número de infectados está aumentando. Sin embargo, parece estar perdiendo su gravedad inicial y no parece haber riesgo de un nuevo colapso sanitario. No sabemos cómo la pandemia ha cambiado y cambiará nuestra forma de trabajar, celebrar y estar juntos. No sabemos cómo cambiará la comunidad cristiana.

Sabemos, sin embargo, que desde hace algunos años todos los pasos dados por la Santa Sede en el ámbito económico van en la dirección correcta: coherencia con su doctrina social, transparencia, control, eficacia... La vida siempre se abre paso y encontraremos la manera, con la ayuda del Señor, de seguir adelante.

Volver arriba