El cardenal reflexiona sobre la identidad y las responsabilidades encomendadas a los Directores Nacionales Tagle, en la Asamblea de las OMP: "Aprendamos de los apóstoles, hechos misioneros por el encuentro con Cristo"

Tagle, con León XIV
Tagle, con León XIV @Vatican Media

La obra misionera de la Iglesia tiene su fuente en el asombro de aquellos que encontraron a Jesús resucitado, «y fueron enviados por Él». También hoy las personas y las realidades comprometidas en la obra misionera pueden perseverar y ver renovado su impulso sólo a través del encuentro personal con Cristo Resucitado, «que cambia las vidas»

"Eran la oración, el respeto mutuo, la escucha y el compartir los rasgos esenciales que caracterizaban la primera obra apostólica. Y esos mismos elementos -ha subrayado- siguen siendo los que hacen reconocible toda auténtica cooperación misionera, que también se manifiesta en la puesta en común de recursos humanos y vocaciones, carismas y ministerios entre las Iglesias"

(Agencia Fides).- La obra misionera de la Iglesia tiene su fuente en el asombro de aquellos que encontraron a Jesús resucitado, «y fueron enviados por Él». También hoy las personas y las realidades comprometidas en la obra misionera pueden perseverar y ver renovado su impulso sólo a través del encuentro personal con Cristo Resucitado, «que cambia las vidas».

Así lo ha recordado el cardenal Luis Antonio Gokim Tagle a los Directores Nacionales de las Obras Misionales Pontificias, reunidos la pasada semana das en Roma para participar en su Asamblea General anual. A todos ellos, el Cardenal Pro-Prefecto del Dicasterio para la Evangelización les ha recordado que la experiencia vivida por los primeros discípulos de Jesús, en tiempos de la Iglesia naciente, sigue siendo el punto de referencia de toda auténtica obra e iniciativa misionera.

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En su intervención, el Cardenal ha partido de una reflexión sobre la identidad y las responsabilidades encomendadas a los Directores Nacionales, a quienes ha definido como «el signo, el símbolo y el instrumento de la identidad misionera de la Iglesia», según la enseñanza del Concilio Vaticano II. Por eso —ha subrayado— están llamados a ser «el rostro, la voz, las manos, los pies y el corazón de una Iglesia que hace misión y de una misión que hace Iglesia».

Desde sus orígenes -ha recordado el Cardenal- las OMP han sido «expresión de la fidelidad de los católicos a Cristo, traducida en corresponsabilidad misionera y en discipulado activo».

Audiencia de León XIV a la asamblea de las OMP
Audiencia de León XIV a la asamblea de las OMP @Vatican Media

Sin embargo, el impulso apostólico -ha advertido- no es un automatismo ni el fruto de una simple técnica: «Para animar a otros a la misión -ha repetido varias veces el Cardenal-, primero debemos estar nosotros mismos “animados” por la misión, como ocurrió con los primeros discípulos. Y nosotros olvidamos a menudo que ha sido únicamente el encuentro con el Resucitado lo que los ha convertido en misioneros. El don del Espíritu Santo ha sellado su celo, su valentía y su creatividad para anunciar las maravillas que Dios ha realizado en Jesucristo».

La animación misionera no es, ante todo, una tarea o un trabajo, sino un encuentro espiritual con el Señor Resucitado que transforma la vida

Por eso -ha insistido el Pro Prefecto del Dicasterio para la Evangelización-, «la animación misionera no es, ante todo, una tarea o un trabajo, sino un encuentro espiritual con el Señor Resucitado que transforma la vida, impulsando a buscar personas con las que compartir la Buena Nueva».

En esta clave, el Cardenal Tagle ha invitado a releer el papel de los Directores Nacionales de las OMP a la luz de las lecturas litúrgicas del tiempo pascual: el «tiempo del Señor Resucitado», fuente de inspiración viva para una misión verdaderamente fecunda.

Las matrices apostólicas de la cooperación misionera

En los relatos de los inicios de la obra misionera se han revelado la naturaleza propia y las connotaciones genéticas de la misión: el destino universal del anuncio liberador del Evangelio, la atención a los pobres, la solicitud por la cooperación y el compartir bienes, dones, carismas y ministerios. Un tesoro sobre el que el Cardenal Luis Antonio Tagle ha llamado la atención a través de ejemplos significativos.

León XIV y el cardenal Tagle, con los directores de las OMP
León XIV y el cardenal Tagle, con los directores de las OMP @Vatican Media

Por ejemplo -ha recordado el Cardenal a los Directores Nacionales de las Obras Misionales Pontificias (OMP), reunidos en Asamblea-, ante los desacuerdos surgidos por la exigencia de algunos de imponer la circuncisión también a los no judíos que se hacían cristianos, Pablo y Bernabé acudieron a Jerusalén y, junto con los demás apóstoles, celebraron una asamblea. Se trató del primer Concilio, el Concilio de Jerusalén. Allí mantuvieron una “conversación en el Espíritu Santo” en la que participaron apóstoles y ancianos, escuchando la Palabra de Dios y discerniendo los movimientos del Espíritu. «Así se fue confi gurando una organización de alcance universal pero profundamente espiritual», ha dicho el Cardenal.

elementos esenciales: la oración, la escucha de la Palabra, el discernimiento y el respeto mutuo, que siguen siendo rasgos distintivos de toda cooperación misionera auténtica

De aquellos primeros pasos de la Iglesia naciente -ha señalado el Cardenal Tagle- se desprenden elementos esenciales: la oración, la escucha de la Palabra, el discernimiento y el respeto mutuo, que siguen siendo rasgos distintivos de toda cooperación misionera auténtica. «Esta -ha añadido- es el alma de la organización».

El Apóstol -ha continuado el Cardenal Pro prefecto, seleccionando otros acontecimientos de las primeras comunidades cristianas relacionados con la misión de las OMP- inició una campaña de recogida de fondos en las Iglesias gentiles de Macedonia y Acaya para sostener a la Iglesia pobre de Jerusalén. Alabando a las comunidades por compartir lo poco que tenían, dando testimonio de una ‘circulación de amor’ entre Iglesias jóvenes y antiguas, una dinámica que también hoy inspira las actividades de las OMP. Como dice la Segunda Carta a los Corintios: ‘El que siembra escasamente, también cosechará escasamente… porque Dios ama al que da con alegría’».

León XIV, con los participantes en la asamblea anual de las OMP
León XIV, con los participantes en la asamblea anual de las OMP @Vatican Media

La oración en común, el compartir la Eucaristía y también los bienes materiales acompañaba la vida de las primeras comunidades. La comunidad vendía sus bienes y ponía lo recabado a los pies de los apóstoles, quienes lo distribuían según las necesidades. El Cardenal Tagle ha recordado también la historia de Ananías y Safira, narrada en los Hechos de los Apóstoles: tras vender un terreno, se quedaron con parte del dinero mintiendo a la comunidad. Pedro les reprendió, diciéndoles: ‘No habéis mentido a los hombres, sino a Dios’. Después -según los Hechos- fallecieron. En la Iglesia de Cristo -ha señalado el Cardenal- también sucedieron cosas así poco después de la Resurrección y de Pentecostés».

Sin embargo, eran la oración, el respeto mutuo, la escucha y el compartir los rasgos esenciales que caracterizaban la primera obra apostólica. Y esos mismos elementos -ha subrayado- siguen siendo los que hacen reconocible toda auténtica cooperación misionera, que también se manifiesta en la puesta en común de recursos humanos y vocaciones, carismas y ministerios entre las Iglesias.

También las Obras Misionales Pontificias -ha repetido el Cardenal Tagle- se inspiran en esta experiencia pascual. Y el trabajo de los Directores Nacionales de las OMP puede verse como una continuación del que realizaron los primeros Apóstoles. «También nosotros -ha reiterado al final de su intervención- podemos animar nuestra misión y organización aprendiendo de quienes encontraron al Señor resucitado y fueron enviados por Él con la fuerza del Espíritu Santo».

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