Música que es luz



¡Feliz lunes! Aprovecha esta semana que empieza para disfrutarla a tu manera. ¡No te dejes llevar por convencionalismos! Yo te propongo que lo consigas con una música que, como digo en el título, es pura luz. La cuestión es que para mí me parece luz toda la obra de este maestro, maestrísimo, de hoy. A mí (y perdona que hable de mí mismo) su música siempre me sabe a poco, siempre el cuerpo me pide más, para alegrarme, para recargar mis pilas, para acompañarme...

Y ese que siempre me da más es Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791), compositor austríaco nacido en Salzburgo. A los tres años tocaba el clavicordio y al los cinco el clave y el violín. Con solos seis años tocaba ante monarcas. La palabra Mozart imprime tanto carácter que es la última que dijo Mahler antes de morir. Es prodigio de niño era capaz de escuchar una melodía una sola vez y transcribirla sin errores. Fue un rebelde de tomo y lomo. Uno de sus patrones, el arzobispo Colloredo, estaba siempre de los nervios debido a sus desplantes y ausencias. Es sabido que fue bautizado como Johannes Chrysostomus Wolfgangus Theophilus. A él le gustaba usar la versión latina de este último nombre, que era Amadeus, que es como se le suele conocer. En fin, son retazos, palabras sueltas de una vida tan breve e intensa que no podemos siquiera imaginar.

La sonrisa la tenemos asegurada con este Rondó para piano y orquesta en Re Mayor, K. 382. Fue escrito a modo de reemplazamiento del último movimiento de su concierto K. 175. Era una obra que a él mismo le encantaba y quiso revisarla cuando se dedicó por su cuenta a dar clases y conciertos. Lo dos primeros sufrieron pequeños retoques pero en tercero lo reescribió completamente. Fue probablemente compuesto en 1782 y desde su publicación se ha convertido en una de las obras favoritas de Mozart. Él mismo le dijo a su padre que le había salido "una gema". En realidad no se trata de un rondó propiamente dicho sino un conjunto de variaciones y en él Mozart hace pequeñas variaciones de tempo. Efectivamente, una verdadera joya.

La partitura de la pieza puedes descargarla aquí.

La interpretación es de Alfred Brendel (piano) y la Academy of St. Martin-in-the-Fields dirigidos por Neville Marriner.

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