El prelado cordobés en la Jornada Mundial de los Pobres Cardenal Rossi: "No hay amor de Dios sin compromiso por el cuidado del prójimo"

Cardenal Angelo Sixto Rossi
Cardenal Angelo Sixto Rossi

"Animémonos a mirar más allá de la ventana de casa, porque hay un mundo doliente que nos concierne"… La realidad que mejor manifiesta el amor a Dios, sostuvo el cardenal Rossi, arzobispo de Córdoba, Argentina, durante la homilía en la Jornada Mundial de los Pobres

"Es sobre todo la ternura para con el sufriente, con el para con el débil, el hambriento, el sediento, el enfermo, el migrante", señaló

Y advirtió: "Se engaña si pretende ser cristiano quien acude con frecuencia al templo, pero no pisa la villa o el hospital o el geriátrico o la cárcel o el centro de rehabilitación para aliviar las miserias de los pobres"

(AICA).- En su homilía durante la Jornada Mundial de los Pobres, el arzobispo de Córdoba, cardenal Ángel Rossi SJ, reflexionó sobre el sol de Justicia que es Jesús, "sol que nace para todos, no sólo para los que están bien, sino que nace también y sobre todo para los que viven en la dificultad, en la oscuridad, los descartados".

Una "sana provocación para nuestra fe", planteó, y consideró: "La luz de los jóvenes aparece cuando se acercan a los pobres, cuando se animan a tocarlos, cuando los miran a los ojos, cuando los llaman por su nombre".

Creemos. Crecemos. Contigo

Citando al papa León XIV recordó que llamaba a los jóvenes "los amaneceres de Dios": "Fíjense una linda definición de los jóvenes, ¿no? Un sol que amanece, los amaneceres de Dios, los que saben iluminar las heridas del mundo, los que abren caminos de esperanza, este sentido de los jóvenes atentos a las necesidades".

Lo cual vinculó con "aquello que nos enseñó el Señor de los dos mandamientos, del amor a Dios y del amor al prójimo, que no son dos amores aislados, sino que están estrechamente vinculados si pretendemos seguirle los pasos a Jesús". 

Y advirtió: "Se engaña si pretende ser cristiano quien acude con frecuencia al templo, pero no pisa la villa o el hospital o el geriátrico o la cárcel o el centro de rehabilitación para aliviar las miserias de los pobres. O aquellos que se creen buenos porque rechazan pensamientos groseros, pero son incapaces de sacrificarse por sus prójimos. O como nos vamos mal acostumbrando a escuchar en la diligencia política, invocar a la fuerza del cielo y luego despreciar a los migrantes, a los empobrecidos, tildándolos de vagos, de delincuentes, de planeros o también en nombre de determinados dogmas progresistas, cancelar o apalear literalmente a los que defienden otra idea".

La voluntad del Padre

La realidad que mejor manifiesta el amor a Dios, sostuvo, "es sobre todo la ternura para con el sufriente, con el para con el débil, el hambriento, el sediento, el enfermo, el migrante". "La voluntad del Padre es dar de comer al hambriento, es vestir al desnudo, es visitar a los enfermos, es ir a ver a los presos", recordó, citando el Evangelio.

"A veces los mejores amigos de Dios no sean los que lo proclaman a los cuatro vientos, sino más bien los que silenciosos y anónimos que socorren al pobre, visitan al enfermo, defienden al jubilado, acogen al migrante. aquellos que al decir de Borges en la novela los justos, aquella gente que están salvando al mundo sin saberlo", indicó.

La jornada mundial de los pobres "se presenta como una sana provocación para ayudarnos a reflexionar sobre nuestro estilo de vida y sobre tantas pobrezas del momento presente". Y animó a pensar en la semana "¿Quién puede quizás estar necesitando o necesitándonos? A ese pobre a veces lo tenemos bajo nuestro propio techo; a veces el exiliado está en casa, el hambreado de afecto, de ternura, puede ser un hijo, un esposo, una abuela", consideró.

"No hay amor de Dios sin compromiso por el cuidado del prójimo"

"Animémonos a mirar más allá de la ventana de casa, porque allá afuera hay un mundo doliente que ciertamente nos concierne y a los que ciertamente podemos darle una mano. No hay amor de Dios sin compromiso por el cuidado del prójimo. En ellos está Cristo, razón primera y última para quienes decimos ser cristianos", concluyó.

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