HABLEMOS CLARO José-Luis Valladares: Hablemos claro sobre Pedro Sánchez y el peligro de su coalición

I.- Pedro Sánchez justifica su asalto al poder por la corrupción.

II.- El peligro de bolivarianización de España a la vista  

Pedro Sánchez justifica su asalto al poder

I.- Pedro Sánchez justifica su asalto al poder por la corrupción.

Los aficionados a la mitología griega, conocen sobradamente a  las tres famosas Mineidas. Estas tres hermanas, llamadas Iris, Climena y Alcitoé, eran muy buenas bordadoras y expertas tapiceras. Y cuando llegó la solemne fiesta de Dionisio, o de Baco, para el que prefiera la mitología romana, todos los habitantes de Orcomenes, menos las Mineidas, se prepararon para participar activamente en los festejos.

Con la disculpa de complacer a Minerva, la diosa de las artes, las  Mineidas no quisieron saber nada de la fiesta y utilizaron resueltamente las horas, que debían dedicar al dios del vino, en el manejo de su huso y sus lanzaderas. Y cuando más ensimismadas estaban en su trabajo, una nube de humo y un fuerte olor de mirra y azafrán invade su estancia. Y comienzan a oír un ruido estridente  de tambores y trompetas, entremezclado con aullidos de bestias feroces.

Tremendamente asustadas, las Mineidas intentaron huir para ocultarse en el escondrijo más recóndito de su palacio. Pero todo fue inútil, ya que la venganza de Dionisio, o de Baco, que tanto más da, las transformó en murciélagos, sin darles tiempo a reaccionar. Y todo, por negarse a participar en las orgías  o bacanales que se celebraban en honor del dios del vino.

A partir de ese momento, las Mineidas, comenzaron a comportarse como auténticos quirópteros, esas criaturas nocturnas, que huyen siempre de la luz, aunque vivan en los medios humanos. Rondan alrededor de las casas y tienen que aprovechar la obscuridad de la noche para salir de sus guaridas y emprender el vuelo. O sea que, para alimentarse, utilizan continuamente la nocturnidad y la traición o alevosía más aviesa.

Y el comportamiento de Pedro Sánchez,  el tuercebotas que nos gobierna, se asemeja bastante al de esos conocidos mamíferos voladores, los murciélagos. Su demostrada ineptitud le lleva a satisfacer su ego desmedido, recurriendo a la nocturnidad y al chantaje ventajista. En octubre de 2016, cuando le defenestraron de la Secretaria General del PSOE, recorrió cantidad de kilómetros, para camelar al mayor número posible  de militantes de base, especialmente jóvenes y conseguir su apoyo. Y  gracias a esa treta, volvió a recuperar el cargo de secretario general en las primarias del 21 de mayo de 2017.

Con semejante triunfo, que sacó de quicio a muchos viejos socialistas, el jactancioso Pedro Sánchez se envaneció por completo y comenzó a pensar que, si usaba inteligentemente la marrullería y el amaño, tenía el mundo entero a sus pies. Esa victoria ante los barones de su propio partido estimuló aún más su ambición y su hambre de notoriedad, y comenzó a soñar, sin más, con La Moncloa. Y para colmar satisfactoriamente sus anhelos más íntimos, tenía que sustituir ya a Mariano Rajoy en la Presidencia del Gobierno, sin esperar a una nueva convocatoria electoral.

Para lograr su propósito, el arribista Sánchez decidió recurrir nuevamente al embuste y al chanchullo y presentar una moción de censura contra el actual presidente del Gobierno. Eso supone, es verdad, entrar en La Moncloa por la puerta trasera, pero merece la pena para disfrutar de semejante momento. No olvidemos que lo importante es llegar, no como se llegue.

Era evidente, cómo no, que el advenedizo líder del PSOE tenía el apoyo incondicional de un populista tan barato y de tan baja estopa, como Pablo Iglesias. Sabía, además que, para engatusar a los independentistas de ERC, PDeCAT, Bildu y PNV, y contar con su respaldo explícito, no tenía nada más que recurrir a las componendas y a los cambalaches políticos, haciendo, por supuesto, alguna que otra concesión arriesgada a estos enemigos declarados de España.

Para dar cierto aire de normalidad a la  moción de censura, el tramposo Sánchez decidió sacar pecho y, escudándose en una controvertida y más que sospechosa sentencia del magistrado José Ricardo de Prada, acusó al PP de crear “alarma social”, por financiarse de manera irregular. Y como no podía ser menos, se atrevió a pedir a todos los diputados que apoyen su moción de censura, para sacar a España del “lodazal de la corrupción”, producido por los dirigentes del Partido Popular.

En España, claro está, tenemos casos de corrupción tan llamativos  como el de las Tarjetas Black, el del 3%, el Caso Palau y el Caso Noos. No son menos graves, por supuesto, los  casos de la Gürtel y la Púnica, que afectan directamente  al Partido Popular. Sin embargo, no todos los que forman parte del Partido Popular son corruptos. Como en los demás partidos, también hay afiliados honestos, una inmensa mayoría, y otros, los menos, que se han dejado corromper y han optado por el robo y el saqueo del dinero público.

En el debate de la moción de censura, que se celebró el 31 de mayo y el 1 de junio de 2018, el tarambana Sánchez culpa desvergonzadamente al PP de hundir a España en un enorme “lodazal de la corrupción”, con la trama corrupta de la Gürtel. Es ciertamente muy grave, pero no es tan escandaloso, ni tan hiriente para la ciudadanía como los casos que afectan al PSOE.

La cantidad de dinero birlado a las arcas públicas por la Gürtel puede llegar, ahí es nada, a los 1.000 millones de euros.  Y aunque se trata de una cifra verdaderamente exorbitante, no es tan escandalosa, ni tan sangrante como lo estafado por el Partido Socialista Obrero Español. Solamente en Andalucía, la cantidad sustraída por el PSOE al bolsillo de los españoles asciende a más de 20.000 millones de euros.

Si nos atenemos  a los casos más significativos de corrupción del partido del puño y la rosa en Andalucía, tenemos que recordar necesariamente que, durante más de 10 años, algunas consejerías de la Junta estuvieron desviando fondos a la Agencia IDEA, fondos  que pasaban inevitablemente a engrosar las cuentas de empresarios o particulares cercanos al PSOE. Y el montante del dinero sustraído con esa serie de desviaciones, si nos hacemos caso de las fuentes judiciales, supera con creces la espeluznante cifra de los 4.100 millones de euros.

Es también sumamente significativo el caso de los EREs en Andalucía.Lo estafado en los EREs, con la connivenciade los ex presidentes de la Junta Manuel Chaves y a José Antonio Griñán y de otros dirigentes de la jerarquía socialista andaluza, asciende nada menos que a los 1.200 millones de euros. Y como se trata de dinero, que estaba destinado precisamente a los parados, pasó a ser uno de los casos de corrupción más indecoroso y más inmoral.

No hay ningún otro partido que tenga un historial de corrupción tan amplio como el PSOE. Sin necesidad de ir más allá de los años 80, ya nos encontramos con una larga lista de casos indecentes de corrupción, protagonizados por dirigentes responsables del Partido Socialista. Ahí están, por ejemplo, los inolvidables casos de Filesa, Malesa, Time Export, Malaya, Mercasevilla, el caso Guerra, los Gal, el AVE y un largo etcétera, que difícilmente ningún otro partido puede igualar.

Está visto que, en el PSOE, nunca  han hecho ascos al hurto y al latrocinio sistemático. En los estertores de La República, por ejemplo, los dirigentes máximos de esa formación política  arramblaron con las reservas de oro de España para enviarlas a Moscú. Y después de este desfalco, comenzaron a preparar meticulosamente el mayor robo del siglo: A parte del expolio de nuestro patrimonio histórico-artístico, saquearon el Banco de España, las cajas de seguridad de los bancos y se llevaron hasta las alhajas que la gente humilde guardaba en el Monte de Piedad. No es de extrañar, por lo tanto, que Pío Moa dijera que el PSOE  es “un partido de ladrones”.

La lista de escándalos del Partido Socialista es enormemente larga y manifiesta. Pero eso no es óbice para que llegue un caradura como Pedro Sánchez y, a pesar de la evidencia del cenagal que tiene en casa, intente justificar su denigrante asalto al poder precisamente por culpa de la corrupción, la corrupción, claro está, del Partido Popular.

Gijón, 4 de noviembre de 2019

José Luis Valladares Fernández

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Fuente: I.- Pedro Sánchez justifica su asalto al poder por la corrupción.

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El peligro de bolivarianización de España

II.- El peligro de bolivarianización de España a la vista  

El mitológico Narciso era un mozalbete extremadamente guapo, alegre y tan apuesto, que volvía realmente locas a todas las jovencitas griegas que lo conocían. Y como solo se quería a sí mismo, las rechazaba destempladamente cuando se dirigían a él. Y ese comportamiento tan despectivo, fue motivo más que suficiente para que Némesis, la diosa de la justicia y la venganza, le infligiera un castigo ejemplar. Así que, cuando Narciso fue a refrescarse a una fuente, Némesis hizo que se enamorara perdidamente de su propia imagen, que se reflejaba en el agua, sin poder apartar sus ojos de ella.

Al vanidoso Pedro Sánchez, convertido circunstancialmente en mandatario de La Moncloa, le está pasando lo que al Narciso mitológico. No se preocupa nada más que de sus intereses coyunturales. Y ese desmedido endiosamiento le ha llevado a pensar, que está muy por encima de los demás mortales y que, por lo tanto, puede hacer libremente  lo que se le antoje sin tener que rendir cuentas a nadie.

Pero no contaba con Fortuna, la diosa de la suerte, que no tolera en modo alguno ese aire injustificado de superioridad, decide actuar directamente para acabar de una vez con la petulancia y la chulería del secretario general del PSOE. Y consiguió su propósito, haciéndole perder su ya escaso prestigio, y privándole hasta de la más mínima cualidad positiva, tanto moral como humana. Y redondeó la faena, incrementando en él considerablemente la ambición, el resentimiento y, por supuesto, la ignorancia.

Y Fortuna, la hija omnipotente de Júpiter, fue aún más lejos y convirtió al decepcionante Sánchez en una nulidad, en un inepto integral, que estropea inevitablemente todo lo que toca, y que, muy a su pesar, ha pasado a ser poco menos que el hazmerreír de toda Europa. Y gracias a la oportuna intervención de la diosa de la suerte, todo lo que atañe a este aprendiz de brujo se ha transformado obviamente en una farsa o en un fraude manifiesto.

Hay que tener en cuenta, que Pedro Sánchez llegó a la Presidencia del Gobierno sin pasar por las urnas, lo que ya es un enorme fraude. Entró en La Moncloa de manera claramente fraudulenta, con el apoyo expreso de los comunistas, los independentistas y los terroristas, ya que todos ellos son enemigos patrios y buscan intencionadamente la ruptura de la unidad de España. Todo en Sánchez es fraude, su doctorado es un fraude y, como no podía ser menos, también es un fraude la moción de censura, su Gobierno y, cómo no, su manera de relacionarse con los ciudadanos y, sobre todo, con los medios de comunicación.

Y no podemos esperar nada bueno de un personaje tan falso como Pedro Sánchez, que asumió circunstancial y traicioneramente la Presidencia del Gobierno sin ser elegido por nadie. La conocida e incontrovertible Ley de Murphy dice muy claramente que, “Si algo puede salir mal, saldrá mal”. Y los hechos son inapelables y confirman que, desde entonces, todo está saliendo bastante mal.

Estamos, claro está, ante un comediante tan malvado y perverso, que parece haber salido de un cruce entre dos monstruos tan aberrantes como Heliogábalo y Calígula. Es tan orgulloso y traicionero, que no vive nada más que para sí mismo y para sus ensueños. Y por si todo esto fuera poco, se le va la olla con relativa frecuencia y, entonces, pierde las formas y da patinazos tan monumentales como el del pasado día 6 de noviembre en Radio Nacional de España. En esa entrevista, Pedro Sánchez afirmó sin ambages que “la Fiscalía recibe órdenes del Gobierno”, suscitando la suspicacia y el enfado unánime de las distintas asociaciones de fiscales.

No olvidemos que, cuando Pedro Sánchez desembarcó en La Moncloa con la bendición  de los enemigos de España, cometió otro patinazo sumamente notable. Dejándose llevar de su facundia habitualmente huera e insustancial, anunció a los cuatro vientos la promoción de una agenda mucho más “social”, para luchar denodadamente contra la pobreza. Pero el resultado no se ajustó a las expectativas de cambio previstas por el mandatario socialista.

Y es normal que sea así. El Gobierno formado tras la moción de censura por un personaje tan incompetente como Pedro Sánchez, comenzó a comportarse de manera francamente atrabiliaria. Y como, además, no supo mantener una política económica coherente, acabó llevándonos a un preocupante estado de incertidumbre y de absoluta inestabilidad política y presupuestaria. Y esto, como es lógico, acarrea necesariamente la desconfianza de los distintos agentes económicos, provocando más pobreza y, por supuesto, más paro.

Y eso es precisamente lo que constata el último informe del Instituto Nacional de Estadística, que los datos de pobreza empeoraron notoriamente con Sánchez en el Gobierno. Según este indicador, del 9,5% con problemas para llegar a fin de mes, pasó al 10,4% a finales de 2018. Traduciendo estos datos a cifras absolutas, vemos que, de los 4.432.553 de personas que les costaba llegar a fin de mes a finales de 2017, pasamos a los 4.881.202 de finales de 2018. A pesar de la retórica oficialista de Sánchez, a finales de 2018 teníamos 448.649 personas más con grandes dificultades para llegar a fin de mes.

Pasa exactamente lo mismo con la carencia material severa o “pobreza absoluta”. Este tipo de estrechez económica, que venía evolucionando positiva y gradualmente desde el año 2012, sufrió un duro revés con el aterrizaje de Pedro Sánchez en La Moncloa. Cando este zascandil asumió la Presidencia del Gobierno, en España había 2.379.581 pobres de solemnidad. Y desde ese momento, esa cifra se disparó hasta alcanzar, a finales de 2018,  los 2.534.470 afectados. Un aumento, ahí es nada, de 154.889 pobres severos más.

Las expectativas económicas con Pedro Sánchez no son nada halagüeñas, y la economía se está desacelerando a marchas forzadas. No queda ningún sector de la economía española, que no haya comenzado a ralentizarse aceleradamente, desde que este creído arribista llegó al Gobierno. El sector industrial, que evidentemente es uno de los más importantes de nuestra economía, ya está totalmente inmerso en esa peligrosa desaceleración.

Los datos son manifiestamente incontrovertibles. Desde que Sánchez ganó aquella fatídica moción de censura, los pedidos en la industria, por ejemplo, disminuyeron un 9,1%, mientras que la cifra de negocios registra una baja de un 6,1% verdaderamente alarmante. Y no digamos nada de la creación de empresas, que cayó un  11,4%, cerrándose un 6,4% más que anteriormente. Y desde que este banal personaje está al frente del Ejecutivo, la inversión extranjera acumula ya un descenso ciertamente inquietante de 15.745,9 millones de euros, lo que representa la friolera de un 77,7% menos.

Pero todo esto no preocupa en absoluto a un tipo tan impresentable como Pedro Sánchez, que va de divo por la vida y no piensa nada más que, en satisfacer su ego personal y abusar con toda desfachatez de los recursos del Estado. Y si es incuestionable que la economía española está sufriendo un deterioro significativo desde primeros de junio de 2018, por la mala gestión del presidente que padecemos, tendremos que echarnos a temblar si termina materializándose el preacuerdo de coalición que ha firmado últimamente con el bolivariano Pablo Iglesias.

Hay que tener en cuenta que Pedro Sánchez es muy presumido y orgulloso. Y como la naturaleza le dotó de un físico hasta cierto punto fascinante, piensa que puede hacer prácticamente lo que se le antoje. Olvida que esa misma naturaleza le confirió muy pocas luces y que, por lo tanto, está en inferioridad de condiciones para hacer pactos con un personaje tan malvado y sedicioso como el líder de Unidas Podemos.

Si el presidente que nos impusieron los enemigos de España fuera medianamente inteligente, no habría hecho el primo, prestándose a ese vergonzoso abrazo con Pablo Iglesias, que realizaron al día siguiente de las elecciones. En ese abrazo, Sánchez lleva todas las de perder, lo mismo que todos los españoles de bien. Hay abrazos, es verdad, que se corresponden con una manifestación de estima  y aprecio. Pero el abrazo del representante del chavismo en España no era de este tipo. Se parecía, más bien, a los abrazos del personaje de ficción Obélix, que destrozaba completamente a sus adversarios romanos.

Si el preacuerdo de coalición, que sellaron Pedro Sánchez y el cínico Pablo Iglesias con ese ignominioso abrazo, sigue adelante, nos encontraríamos con una nueva reedición del viejo y calamitoso Frente Popular y tendríamos que apechugar irremediablemente con la infamante bolivarianización de España. Y además,  nos veríamos obligados a enterrar la Transición de 1978 y su generoso espíritu de reconciliación. Y entonces, el populismo se enseñorearía de España y volverían las pasadas y calamitosas rivalidades.

Gijón, 15 de noviembre de 2019

José Luis Valladares Fernández

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Fuente:II.- El peligro de bolivarianización de España a la vista

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