Viaje por las catedrales españolas (V) Coria: La catedral del Mantel de la Santa Cena

Coria: La catedral del Mantel de la Santa Cena
Coria: La catedral del Mantel de la Santa Cena

En cualquier otra Comunidad Autónoma, Coria hubiera tenido mucha y mejor buena prensa que la que sigue teniendo en la actualidad, convertida cultural, turística y religiosamente  en meta y destino  de desarrollo dentro y fuera de España

Si Coria- Coria –la antigua  “Caurium” según Ptolomeo , con referencias semánticas a “héroe”, “fuerte” o “triunfador”- no fuera la “Coria del Bobo” y de los nescientes de la del “puente sin río”-  y se localizara  en otras regiones –Comunidades Autónomas- que no fuera la de la pobre Extremadura, se hubiera convertido ya  en permanente y floreciente noticia. En cualquier otra Comunidad Autónoma, Coria hubiera tenido mucha y mejor buena prensa que la que sigue teniendo en la actualidad, convertida cultural, turística y religiosamente  en meta y destino  de desarrollo dentro y fuera de España.

Y en esta ocasión, explícitamente  hago referencia al tesoro   que la catedral cauriense conserva relacionado  sobre todo con el Mantel de la  Sagrada  Cena celebrada en Jerusalén por Jesús y sus apóstoles, así como a una espina de su corona, otras reliquias de consideración como un “Lignum Crucis”, además de reliquias de santos y santas, que movilizaron a multitud de peregrinos a lo largo de siglos devotos.  De la fiabilidad – veracidad  de la que son merecedoras estas reliquias  hay que asegurar con honradez científica,  histórica y religiosa que es idéntica  a las del Santo Rostro de Jaén, al Cáliz de Valencia, a la Sagrada Sábana de Turín, a los “Signum Crucis” de tantos otros “santos” lugares y la mismos sepulcros de los mismísimos Reyes Magos, co-fundadores de la catedral de alemana de Colonia. (En relación con la Sagrada Sábana de Turín, hay que destacar  que uno y otro lienzo son los dos de lino puro, con la trama de la tela de los tradicionales en “Z” , midiendo el Mantel 4, 32, por 0,90 metros)    

El sagrado mantel de Coria

El relicario de la catedral de Coria se inauguró siendo obispo  don Juan García Álvaro  el día 9 de mayo de 1789, con adornos barrocos, obra de Miguel Martínez. El primito relicario  lo fundó don García de Galarza, tal y como atestigua  una larga inscripción  en la tumba de tan ilustre y cortesano personaje, muy relacionado con el rey Felipe II , quien tuviera como opositor al trono de Portugal  a don Antonio, prior de Crato, hijo del infante don Luis  y primo del desaparecido rey don Sebastián. Uno de los hijos del de Crato, en riguroso secreto monárquico, y por orden del  “Rey Prudente”, pasó por la historia como un sobrino -?¿- más del cortesano obispo  Galarza.

El templo catedralicio de Coria, dedicado a Santa María  de la Asunción, está construido sobre una antigua iglesia visigótica, esta a su vez sobre una mezquita  y. destruida esta, las obras de la románica actual se iniciaron  en 1498, dándose por terminada  en 1748, aunque  gravemente dañada por el terremoto de Lisboa, el día 1 de noviembre de 1755, que hasta logró robarle al río Alagón  su puente de piedra.  El estilo prevalente es el gótico de transición, con añadidos platerescos e intervención directa y asidua de Manuel Lara Churriguera.

Abrumados de tanta belleza religiosa, aunque no por eso incapaces de admitir aún más sorpresas, nos detenemos largamente ante el Retablo Mayor, del año 1747,  con sus imágenes  de la mejor escuela castellana y la rejería  renacentista. La letanía de capillas  nos reclama  tener muy abiertos los ojos para llenarlos, y llenarnos de tanta belleza,  arte y  monumentalidad “religiosa”. Del rosario de capillas cuyos misterios  hay que rezar, abstraídos de otros menesteres piadosos, les prestamos atención a las de la Inmaculada, Beato Spínola,  san Pedro de Alcántara – fundación del todopoderoso canónigo Hernando de Amusco-, y la de las Reliquias,.

Catedral de Coria

El Claustro y los museos, con sus custodias en honor del Santísimo Sacramento,  y el coro central con sus 71 sillas canonicales, -43 altas y 28 bajas-, (dedicadas algunas de ellas sempiternamente a los duques de Alba),  las dos Sacristías –Mayor y Menor, una para uso de canónigos y otra,  de factura más humilde para los ya extintos por la misericordia divina,  conocidos canónicamente como “beneficiados”, reclaman atención y reflexión  religiosas. Los dos órganos de los que dispone el templo son ciertamente sorprendentes.

Sorprende en grado sumo la suntuosidad que caracteriza a los mausoleos, monumentos funerarios o cenotafios, de  cuantos obispos cuyos restos “reposan en lugares de tanto privilegio dentro de la catedral cauriense y de las otras, hasta provocarles serias dudas a no pocos cristianos de hoy, de si tales obispos, en vida,  construyeron, o mandaron construir, parte del templo, con tanta largueza y generosidad artística, como monumento a la divinidad, o como espacio sagrado en el que habrían de esperar sus cuerpos la gloria de la resurrección  eterna…

Del palacio episcopal, residencia habitual del titular de la diócesis, se informa que su fachada es de estilo renacentista, reconstruido sobre las antiguas “Casas Episcopales”, habiendo constancia de que  en el mismo se alojó el rey  Felipe II en 1583 al volver de Portugal, ya coronado  rey del vecino país. La historia de este palacio es larga para ser contada en esta ocasión. Después de vicisitudes muy variadas, arquitectónicas y administrativas, se decidió acondicionar sus estancias en calidad de hotel de lujo, aun con reservas de habitaciones para estancia episcopal.

Claustro de la catedral de Coria

(De todas formas, a los devotos y amantes de la supraliturgia palaciega de los titulares de las diócesis, les será de su interés informarse de que el mismo obispo de Coria, que lo es también de Cáceres, es poseedor del palacio episcopal de estilo renacentista de esa capital de provincia, que en principio respondió a una de las exigencias político- eclesiásticas  del Fuero de Población   ratificado por Fernando III el año 1231, en el que con rotundidad se decretaba que “en la susodicha ciudad de Cáceres no podría levantarse  más palacios  que uno para el rey  y otro para el obispo”, dejando clara constancia de donde estaba, y en donde se ejercía, el poder “así en la tierra como en el cielo”. A estos mismos amantes de los protocolos episcopales de la época y subsiguiente, les seguirá siendo de interés el dato de que, los obispos de Coria disponían en propiedad  de un palacio de verano, ubicado en el  pueblo  de Lagunilla, hoy en la provincia de Salamanca,  edificio que, después de haber sido dedicado a actividades culturales y a otros menesteres al servicio del pueblo, me da la impresión de que sus administradores actuales no descartaron  reconvertirlo en un matadero, o “fábrica de chorizos”, como suele interpretarse la idea industrial por esas latitudes…”Sin transit gloria mundi”, tal como dirían los canónigos, también los caurienses )

Pero la de Coria-Cáceres incluye alguna referencia a la con-catedral de la capital de provincia, dedicada a Santa María la Mayor, el templo más importante de la ciudad. En su mayor parte data  del siglo XV, y mediados del XVI, pero tiene un indudable aire románico. El interior, de tres naves, conserva entre sus obras dee mayor relieve,  el hermoso retablo mayor, de Guillén Ferrant y Roque Balduque, de 1551. La calle central del retablo  está reservada a los misterios de la Asunción  y Coronación de la Virgen, mientras que las laterales  muestran escenas de la vida de la Virgen y Jesús, junto a dos relieves que representan  leyendas de Santiago Apóstol y  de san Jorge. Adosada a la catedral, en plena plaza de Santa María, al aire libre, llama soberanamente  la atención la imagen de san Pedro de Alcántara, colocada, con estética y devoción popular, desde el año 1954 obra del artista extremeño de dimensión internacional Enrique  Pérez Comendar.

Todavía en Cáceres, el recuerdo para los dos medallones labrados en piedra en la portada de su palacio episcopal del siglo XVI, en los que aparecen  la figuras de un anciano oriental  y una mujer india, que simbolizan el Viejo y el Nuevo Mundo. De paso, otro recuerdo para quien fuera uno de sus más ilustres  obispos de los tiempos recientes, - el cardenal Segura-, evangelizador y promotor de  la paupérrima comarca de las Hurdes, no firmante de la ignominiosa Carta Colectiva de la Cruzada y enemistado con el “Generalísimo”, no accediendo a que este entrara en las  catedrales bajo palio…       

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