“Llevamos ya más de 40 años apostando por la vida y la dignidad de las personas” “Abriendo puertas, comunidades diversas”: “Tiempo de hablar. Tiempo de actuar”

Una revista que merece más atención

El último número (nº 172), relativo al primer trimestre de este año, llega al terminar la Cuaresma y brotar la Pascua. Lleva por título “Abriendo puertas, comunidades diversas”.  Todo un símbolo pascual. Jesús resucitado es la gran “puerta” (Jn 10,7.9) a la esperanza que nos ofrece el “Misterio” insondable. “Misterio” que nosotros, siguiendo el evangelio de Jesús, llamamos “Padre”. Entre los muchos signos de esperanza que nos presenta la realidad (en lectura creyente: el Espíritu divino), puede tenerse, aunque sea pequeño, la permanencia del grupo cristiano que sostiene y alienta esta revista. Este número está dedicado a informar del último encuentro de “Moceop” a nivel del Estado, celebrado en octubre último, en Ciempozuelos (Madrid).

Moceop llevan ya más de cuarenta y cinco años intentando salir a flote en la plaza -cada vez más “ensanchada”- de nuestra Iglesia. Actualmente se presentan como “un grupo de creyentes en Jesús de Nazaret -surgido como movimiento hacia 1977 en torno al fenómeno de los curas casados y a las esperanzas de renovación originadas por el concilio Vaticano II- que reivindican que el celibato sea opcional. Son personas afectadas, más o menos directamente, por la ley del celibato (sólo el varón soltero puede acceder a desempeñar las tareas de presidencia de las comunidades católicas) y creyentes que han sintonizado con esta reivindicación. El aspecto reivindicativo (celibato opcional) fue el aglutinante inicial; la evolución posterior y la reflexión comunitaria les han ayudado a ampliar perspectivas”.

Se sienten “movimiento” eclesial, unido por estas “convicciones básicas”:

          “La vida como lugar prioritario de la acción de Dios. La fe en Jesús como Buena Noticia para la humanidad. La libertad y la creatividad de las comunidades de creyentes. La pequeña comunidad como el entorno en el que vivir la comunión. Los llamados `ministerios eclesiales´ como servicios a las personas y a las comunidades, nunca como un poder al margen ni por encima de ellas.”

Quieren vivir en la Iglesia, contribuyendo a “ensanchar el espacio de la tienda” común, tema hoy muy presente en el Sínodo que vive la Iglesia, y en el que ellos participan. Sus pretensiones están avaladas por el Evangelio, sin duda. Véanlas:

          “La transformación de nuestra Tierra en un mundo más humano y solidario (Reino de Dios) nos importa más que los entornos eclesiásticos. Las causas justas: ecología, solidaridad, pacifismo, derechos humanos. El Evangelio como Buena Noticia: ilusión, esperanza, sentido de la vida. Somos iglesia y queremos vivir en ella de otra forma: comunidad de creyentes en construcción y al servicio de las grandes causas del ser humano; en búsqueda, en solidaridad y en igualdad. No queremos construir algo paralelo ni en confrontación con la iglesia: somos una parte de ella, en comunión. Buscamos la colaboración con otros colectivos de creyentes (Redes Cristianas), para compartir y celebrar nuestra fe”.

Sus actitudes llevan muchos años de vigencia. Infinidad de sacerdotes han encontrado en ellos la valentía de decir lo que piensan y el atrevimiento de vivirlo. Por ello han sido ninguneados, silenciados y marginados. Pero ellos siguen

          “acogedores y acompañan a quienes se sienten excluidos y perseguidos. Plantean alternativas, con hechos, a la actual involución eclesiástica. Defienden que la comunidad está por delante del clérigo. Favorecen por cualquier medio la opinión pública y la participación en la Iglesia. Defienden que la persona es siempre más importante que la ley. Colaboran con otros grupos de base que luchan contra la exclusión. Defienden que los ministerios no deben estar vinculados ni a un género ni a un estado. Están cada vez más abiertos a las luchas por la justicia y la solidaridad. Cuestionan cuanto sea necesario en búsqueda de la coherencia con el evangelio. Buscan juntos y con quienes deseen buscar: clarificar, vivir, compartir. Aportan, desde sus convicciones, cauces para la vivencia de la fe. Sirven de referente para quienes viven la fe desde la frontera. Valorar lo secular: participan en asociaciones que creen ciudadanía.” (En cualquier número de “Tiempo de hablar. Tiempo de actuar”, en la última página, vienen estas informaciones bajo el título de “Quiénes somos”).

Por razones de salud familiar, no pude participar en el encuentro de Ciempozuelos. Por eso agradezco más este número informativo. Gracias a él, percibo una vez más el Espíritu que alienta en Moceop. Creo que, como otros movimientos eclesiales -no muchos, por desgracia-, puede adjudicarse un camino centrado más en el Evangelio y la vida secular que en la Religión. Así lo reconoce el Editorial que abre este nº 172 de la revista:

          “Llevamos ya más de 40 años apostando por la vida y la dignidad de las personas; luchando por reivindicar la libertad tanto en la Iglesia como en la sociedad y denunciar leyes y tradiciones que no son justas, que hacen sufrir y dejan víctimas, como la ley del celibato obligatorio a los sacerdotes o las leyes discriminatorias contra las mujeres”.

          “Nuestros principios de teología activa han sido siempre: la comunidad antes que la institución, el creyente antes que el cura, el sacerdocio común antes que el específico, la vida antes que el culto, Dios antes que la ortodoxia, el espíritu por encima de la ley, la mujer en igualdad al varón, el amor en lugar del derecho canónico, los ministerios y no el poder, el reino de Dios y su justicia, y después, detrás... la Iglesia”.

          “Ahora estamos en un momento importante con el Sínodo de la sinodalidad, en el cual hemos participado aportando un escrito largo con nuestras visiones y experiencias de una Iglesia nueva. No sabemos lo que saldrá de esta consulta popular, pero nos parece una iniciativa inédita y una gran oportunidad para compartir con todo el Pueblo de Dios lo que somos, vivimos y deseamos, y caminar juntos, desde abajo, en posición de igualdad y conciencia libre y sincera, hacia una renovación eclesial determinante, en la que podamos vivir en una fidelidad múltiple con sensibilidades diferentes, pero convergentes. La sinodalidad, apoyada y ratificada por todo el Pueblo de Dios, puede abrir caminos nuevos, nuevos sueños y nuevas opciones, rompiendo la trayectoria jerárquica eclesial de desconfianza hacia el pueblo cristiano de a pie”. En el nº 169, 2º trimestre de 2022, bajo el epígrafe de “Un grano de sal”, pueden leer la «Aportación de Moceop al Sínodo de la Sinodalidad» (Pág. 19-37. www.moceop.net).

Moceop hace presente el Evangelio más que la Religión. Mueve una “forma de vivir”, cuyo centro y eje vital es una conducta acorde con el evangelio. Subrayan lo comunitario en igualdad fraternal y al servicio de los más débiles. Cuidan, por supuesto, celebrar la presencia de Jesús en sus vidas. Han publicado más de 70 celebraciones de las principales fiestas litúrgicas y de otros encuentros: “Nos va la fiesta. Recursos para celebraciones de la fe” (Albacete 2020). “Queremos promover desde la base, modestamente, la inaplazable renovación de nuestras eucaristías. Defendemos a ultranza las celebraciones comunitarias, con o sin sacerdotes, plenamente participativas y libres del corsé anquilosante de la estricta liturgia tradicional” (Solapa del libro citado).

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