El amor gratuito o su ausencia mantienen o separan de los seguidores de Jesús, no las leyes eclesiales por sí mismas Domingo 5º Pascua B (02.05.2021): quien ama permanece en Jesús

Tu Espíritu, Jesús resucitado, es fuente de humanismo

Comentario: “permaneced en mí y yo en vosotros” (Jn 15,1-8)

El evangelio de Juan se estructura dos “libros”, precedidos del prólogo (1,18) y clausurados por el epílogo (c. 21): Libro de los signos (1,19-12,50) y Libro de la gloria ( 13-20). A su vez, este libro tiene dos secciones claras: los capítulos 13-17, discursos de despedida de Jesús, y los capítulos 18-20, historia de la pasión y resurrección. En sentido estricto el discurso de despedida es sólo 13,31-14,31. Este último versículo (“levantaos, vámonos de aquí”) sigue en 18,1 (“después de decir esto, salió...”). Los capítulos 15-17, llamados la “gran glosa”, son obra del redactor final del evangelio, y no son palabras de Jesús tras la cena. Tienen un cierto aire de despedida al escribirse tras la consumación de su vida. Es un resumen, puesto en boca de Jesús, de la vida del discípulo en su Espíritu.

Permanecer en Cristo” y que Cristo “permanezca en nosotros implica conocer el Evangelio, convencerse de que es verdadero camino de vida y vivir según los criterios evangélicos. Jesús (“Yo soy”: el Resucitado es espíritu vivificante) es la vid, la cepa o tronco, y nosotros los sarmientos, mugrones o pámpanos. Esta alegoría es similar a la del Cuerpo de Cristo en san Pablo.

Acción del Padre en relación al discípulo:

- Al que no da fruto en mí lo arranca”. “No dar fruto en Jesús” es “no estar en Jesús”. Quien “está en Jesús” vive en su amor, ama con su mismo Espíritu. Su fruto es el amor: “quien no ama no ha conocido (creído, experimentado, sentido...) a Dios, porque Dios es amor” (1Jn 4,8.16). San Juan Crisóstomo (344-407) lo expresa así: “el compartir radica en la naturaleza misma del cristiano... Más fácil es que el sol no caliente ni brille, que no que el cristiano deje de dar luz... Si ordenamos correctamente nuestras cosas, la ayuda al prójimo se dará absolutamente, se seguirá como una absoluta necesidad” (Homilías sobre los Hechos. PG, 162). El Padre “arranca al sarmiento que no da fruto en mí”, haciéndole consciente de que si no ama está al margen de Jesús. El amor gratuito o su ausencia mantienen o separan de los seguidores de Jesús, no las leyes eclesiales por sí mismas.

- “Al que da fruto lo poda”: corta factores que dificultan o impiden vivir la vida del Espíritu Santo. Hay una poda inicial: “vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado” (v. 3). Conocer el mensaje de Jesús y aceptarlo purifica al hombre (Jn 3, 36: “el que cree en el Hijo posee la vida eterna”). Aceptar su amor “quita el pecado del mundo”. “Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a los hermanos. El que no ama permanece en la muerte” (1Jn 3,14). “El me ama, guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos moradaen él” (Jn 14,23).

Permaneced en mí, y yo en vosotros” (v. 4). Jesús desea con los suyos una relación convencida de que su vida es auténticamente humana. En el evangelio de Juan creer y amar se identifican. Al creer recibimos su Espíritu, “el mismo en la Cabeza y en los miembros” (LG 7), que nos vincula con él y con el Padre: “vendremos a él y haremos moradaen él”. “El que permanece en mí y yo en él ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada (v.5). El fruto abundante del Espíritu Santo: “amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, lealtad, modestia, dominio de sí” (Gal 5, 22-23). El discípulo no puede mantenerse en amor si corta el sarmiento de la cepa, fuente de la vida divina: “sin mí no podéis hacer nada”. “Pediréis lo que deseéis, y se realizará” (v.7): Jesús está comprometido con los suyos. Lo encontrarán en la oración de petición. Sus deseos de amor y de vida hallarán apoyo divino. “Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos” (v. 8). La gloria de Dios está en las obras de amor, donde se reconoce a sus discípulos: “en esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os amáis unos a otros” (Jn 13, 35).

Oración: “permaneced en mí y yo en vosotros” (Jn 15,1-8) 

Jesús resucitado:

tu relación actual con nosotros es como la vid y los sarmientos;

en el bautismo nos has entregado tu Espíritu,

“que, siendo uno y el mismo en la Cabeza y en los miembros,

vivifica, unifica y mueve todo el cuerpo” (LG 7);

“vivificados y reunidos en tu Espíritu peregrinamos...” (GS 45).

Él es el Espíritu de la vida, fuente de agua

que salta hasta la vida eterna” (Jn 4,14;7,38s):

habita en la Iglesia y en nuestro corazón como en un templo (1Cor 3,16; 6,19);

en nosotros ora y testimonia la adopción de hijos (Gál 4,6; Rm 8,15-16.26);

nos conduce con la Iglesia hacia toda verdad (Jn 16,13);

nos unifica en la comunión y el servicio;

nos instruye y dirige con dones diversos (Ef 4,11s; 1Cor 12,4);

nos adorna con sus frutos: amor, alegría, paz, paciencia...(Gál 5,22);

nos rejuvenece, renueva constantemente y guía a la plenitud” (LG 4).

Tu Espíritu, Jesús resucitado, es fuente de humanismo:

“por la fuerza de tu Espíritu suscitas, animas, purificas y robusteces 

los proyectos que humanizan la vida humana

y someten toda la tierra al servicio humano;

tu Espíritu reparte cualidades complementarias:

a unos los hace testimoniar el deseo del cielo

para que el hombre no pierda su trascendencia; 

a otros los centra más en el servicio terreno

preparando así la materia del reino celestial;

a todos los libera de su egoísmo para servir al ser humano” (GS 38).

“Tu reino, Jesús resucitado, está ya presente entre nosotros:

la dignidad humana, la unión fraterna y la libertad;

todos los frutos excelentes de la naturaleza y de nuestro esfuerzo,

después de haberlos propagado por la tierra en tu Espíritu...,

volveremos a encontrarlos limpios, iluminados y transfigurados,

cuando Cristo entregue al Padre el reino eterno y universal...” (GS 39).

Obra de tu Espíritu, Señor, es hoy día:

“el afán por desarrollar más plenamente la propia personalidad;

por descubrir y afirmar los derechos humanos;

por conocer el sentido de la vida, de la actividad y de la muerte;

el no dejar indiferente a nadie ante el problema religioso;

el anuncio y proclamación de la libertad de los hijos de Dios;

el rechazo de todas las esclavitudes;

el respeto santo de la dignidad de la conciencia y su libre decisión;

el aviso de que todos los talentos humanos deben redundar

en servicio de Dios y bien de la humanidad;

el encargo de todos al amor de todos” (GS 41).

Jesús resucitado, fuente y cepa de nuestra vida:

que tu Espíritu afine nuestro oído para escuchar el amor del Padre;

que nos ilumine para ver la realidad, la verdad, de las cosas;

que nos oriente en dar sentido y compromiso con la vida.

Preces de los Fieles (D. 5º Pascua 02.05.2021): permaneced en mí y yo en vosotros” (Jn 15,1-8)

Jesús, en el bautismo, nos ha dado su Espíritu. Es la savia de la vida verdadera. Es la fuente de ánimo y agallas para vivir como Jesús. Hoy nos ha invitado a permanecer en él, en su fe, en su amor, en sus obras. Pidamos esta permanencia diciendo: “queremos vivir el Evangelio”.

Por la Iglesia:

- que se deje podar de hojarascas y apariencias no evangélicas;

- que el centro de su vida sea la vida fraterna.

Roguemos al Señor: “queremos vivir el Evangelio”.

Por las intenciones del Papa (Mayo 2021

- que “los responsables del mundo financiero colaboren con los gobiernos”;

- que “la regulación de las finanzas protejan a los ciudadanos de su peligro”.

Roguemos al Señor: “queremos vivir el Evangelio”.

Por nuestros políticos:

- que busquen el bien común y la protección de los más débiles;

- que colaboremos lealmente con ellos, diciéndoles la verdad.

Roguemos al Señor: “queremos vivir el Evangelio”.

Por la liberación de la pandemia:

- que nos sintamos todos solidarios, sujetos a la debilidad;

- que nos cuidemos unos a otros con los medios a nuestro alcance.

Roguemos al Señor: “queremos vivir el Evangelio”.

Por nuestra parroquia:

- que seamos comunidad de Jesús, arraigados en su Espíritu;

- que dialoguemos, analicemos la realidad, vivamos como Jesús.

Roguemos al Señor: “queremos vivir el Evangelio”.

Por esta celebración:

- que sintamos como nuestros los deseos de Jesús;

- que nuestra comunión con él sea comunión con los más débiles.

Roguemos al Señor: “queremos vivir el Evangelio”.

Bendice, Jesús resucitado, nuestros deseos de seguir tu camino. Queremos conocer tu evangelio, vivirlo en compañía de hermanos, trabajar por un mundo sin violencia, sin hambre, sin enfermedad. Que nuestro espíritu sea siempre iluminado y nutrido por tu Espíritu, que vive por los siglos de lo siglos.

Amén.

Leganés (Madrid), 2 de mayo de 2021

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