La Iglesia, sus dirigentes, no quieran que los sacerdotes puedan tener la “gloria” de san Pablo La “gloria” de Pablo brilla en los sacerdotes obreros (Domingo 33º C TO 16.11.2025)

Vivir de un trabajo civil y anunciar gratis el evangelio será siempre un signo evangélico

Comentario:el que no trabaja que no coma(2Tes 3,7-12)

La segunda carta a los Tesalonicenses, atribuida a Pablo, no se la considera auténtica por el contenido, vocabulario y estilo. Está ausente la inminencia del fin del mundo, tan presente en las cartas auténticas (1Tes 4,15; 1Cor 7,29; 15,51). Más bien corrige la interpretación de Pablo en la primera a los Tesalonicenses: “A propósito de la venida de nuestro Señor Jesucristo y de nuestra reunión con él, os rogamos, hermanos, que no perdáis fácilmente la cabeza ni os alarméis por alguna revelación, rumor o supuesta carta nuestra, como si el día del Señor estuviera encima. Que nadie en modo alguno os engañe” (2Tes 2,1-3a).

El autor sigue la costumbre de Pablo de invitar a imitarle (Flp 3,17; 1Tes 1,5b-6). La lectura de hoy empieza recordando el ejemplo de Pablo: “Ya sabéis cómo tenéis que imitar nuestro ejemplo: No vivimos entre vosotros sin trabajar” (v. 7). Su equipo misionero trabaja para vivir y así anunciar gratis el evangelio. Como hoy algunos curas que trabajan en diversas profesiones, voluntarios de Cáritas, catequistas, monitores juveniles, contables, limpiadores del templo y locales, asesores de matrimonios, ayudantes del despacho parroquial... Es un “hecho de vida” que interpela a todos: “No comimos de balde el pan de nadie, sino que, con cansancio y fatiga, día y noche, trabajamos a fin de no ser una carga para ninguno de vosotros (v. 8).El deber ético es “no comer gratis el pan”. Lo inmoral es la vida parasitaria: patrón de conducta en el que una persona (“parásito”) se aprovecha de otra (“huésped”) para satisfacer necesidades afectivas, sociales, económicas…, sin reciprocidad similar. Busca que le atiendan, le escuchen, le den la razón, le ayuden con toda clase de recursos, pero no devuelve nada o casi nada a cambio. Personas que piden favores, pero no está dispuestos a darlos, viven a costa de otras sin colaborar o mejorar su situación, piden ayuda a instituciones benéficas y no buscan trabajo, etc. El parasitismo clerical sigue vigente en el imaginario popular.

Incluso quien tiene recursos debe dar ejemplo:No porque no tuviéramos derecho (ἐξουσίαν: poder de elección, libertad), sino para daros en nosotros un modelo que imitar” (v. 9). Para Pablo es un honor anunciar el evangelio gratis: “Nadie me quitará esta gloria. El hecho de predicar no es para mí motivo de orgullo. No tengo más remedio y, ¡ay de mí si no anuncio el Evangelio! Si yo lo hiciera por mi propio gusto, eso mismo sería mi paga. Pero, si lo hago a pesar mío, es que me han encargado este oficio. Entonces, ¿cuál es la paga? Precisamente dar a conocer el Evangelio, anunciándolo de balde, sin usar el derecho que me da la predicación del Evangelio” (1Cor 9,15ss).

Termina la lectura con una fuerte exhortación:Además, cuando estábamos entre vosotros, os mandábamos que, si alguno no quiere trabajar, que no coma. Porque nos hemos enterado de que algunos viven desordenadamente, sin trabajar, antes bien metiéndose en todo. A esos les mandamos y exhortamos, por el Señor Jesucristo, que trabajen con sosiego para comer su propio pan” (vv. 10-12). Extraña que la institución eclesial, sus dirigentes, no quieran que los sacerdotes tengan la “gloria” de san Pablo. Intentan evitar el trabajo civil. Los quieren dependientes del oficio eclesial. Merman la libertad apostólica. Quien cobra, estará bajo sospecha de interés y egoísmo. El trabajo es, sin duda, una ocasión privilegiada para demostrar el amor pastoral. Vivir de un trabajo civil y anunciar gratis el evangelio será siempre un signo evangélico. Esta libertad la veo en muchos curas casados. Viven de su trabajo civil, y ejercen el ministerio gratis en comunidades que los aceptan.

Oración:el que no trabaja que no coma(2Tes 3,7-12)

Jesús, trabajador manual la mayor parte de tu vida:

en el taller familiar, comías el pan de tu esfuerzo;

los últimos años anuncias el Reino de Dios;

predicas el evangelio y curas enfermos;

trabajo de misionero del Amor y de médico;

la gente agradecida te ayuda a vivir en grupo;

tenéis bolsa común y ayudáis a los pobres.

Los continuadores de tu misión lo tienen claro:

sabéis cómo tenéis que imitar nuestro ejemplo:

no vivimos entre vosotros sin trabajar.

No comimos de balde el pan de nadie,

sino que, con cansancio y fatiga, día y noche,

trabajamos a fin de no ser una carga

para ninguno de vosotros.

No porque no tuviéramos derecho,

sino para daros un modelo que imitar.

Cuando estábamos entre vosotros, os mandábamos:

si alguno no quiere trabajar, que no coma.

Porque nos hemos enterado de que algunos

viven desordenadamente, sin trabajar,

antes bien metiéndose en todo.

A esos les mandamos y exhortamos,

por el Señor Jesucristo, que trabajen

con sosiego para comer su propio pan” (2Cor 3,7-12).

El ejemplo de Pablo y compañeros sigue vigente:

a pesar de que la institución eclesial, sus dirigentes,

no quieren que los sacerdotes tengan trabajo civil,

impidiéndoles la “gloria” de san Pablo;

los prefieren dependientes del oficio eclesiástico;

merman así la libertad y el testimonio apostólico:

quien cobra, está bajo sospecha interesada.

En la Iglesia es un “hecho de vida” que interpela:

vivir de un trabajo civil y anunciar gratis el evangelio

será siempre un signo evangélico;

así viven algunos curas trabajando en diversas profesiones,

voluntarios de Cáritas, catequistas, monitores juveniles,

contables económicos, limpiadores del templo y locales,

asesores de matrimonios, ayudantes del despacho...

Esta libertad la veo también en muchos curas casados:

viven de su trabajo civil y sirven gratis

a las comunidades que los aceptan.

La “gloria” de Pablo brilla en los sacerdotes obreros:

comparten la dureza de la vida laboral;

sufren la desconfianza de la jerarquía eclesial;

asumen el riesgo del paro y los bajos salarios...;

comparten con la gente sus problemas y riesgos;

intentan comunicar tu Evangelio desde la vida laboral.

Que tu Espíritu nos ayude a elegir el mejor camino:

camino de trabajo honesto, real, como los demás;

aunque sea directamente al servicio de la comunidad;

conforme a la vocación personal y el servicio real a la vida.

Que tu Espíritu, Cristo Jesús, espabile nuestra libertad:

reavive en nosotros tu pasión por el Reino;

nos haga creativos para vivir sinceramente tu Amor.

rufo.go@hotmail.com

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