“Ven Espíritu Santo: ¡sé tú el guía de nuestro caminar juntos!” Desde tu Amor resulta incomprensible nuestra realidad (D. 2º Adv. A 04.12.2022)

La comunidad cristiana es casa y cosa de todos

Comentario: “Acogeos mutuamente, como Cristo os acogió” (Rm 15,4-9)

El texto de hoy (Rm 15, 4-9) pertenece a la “parte exhortativa” y ética de Romanos (Rm 12-15,13). Son orientaciones practicas para los convertidos al Amor manifestado y vivido por Jesús. Pablo sabe que no todos los bautizados viven el Amor gratuito. Por eso habla en estos capítulos de “fuertes” y “débiles o endebles”. “Fuertes” equivale a los maduros en la fe: pasan de tabúes sobre alimentos, vestidos, ritos. El Espíritu de Jesús les guía su libertad personal. “Débiles, endebles”: siguen la ley judía, apegados a ritos, a normas alimentarias, vestidos, tradiciones... Esta realidad se evidencia ahora en el Sínodo. El cardenal J.C.Hollerich, relator del Sínodo, presentando el Documento Continental: “En la Iglesia hay una derecha y una izquierda, pero mi imagen es que caminamos con Cristo, unos a la derecha, otros a la izquierda, unos delante, otros detrás. Lo importante es mirar a Cristo... Se necesita una conversión sinodal, para superar intereses e ideas.. Cristo murió por cada persona en la cruz, así que si no soy capaz de dar espacio a esta persona en la tienda, tengo un problema con Dios”.(S. Cernuzio. RD 26.08 y 28.10 de 2022).

La lectura de Pablo hoy ilumina e incita a seguir a Jesús, aquí y ahora, superando los enfrentamientos eclesiales, fruto de leyes humanas. Tres partes tiene el texto:

1. “Paciencia nuestra” y “consuelo de las Escriturasmantienen la esperanza (v. 4):

Paciencia” en la Biblia no es aceptar pasivamente las dificultades, sino asumirlas con realismo e intentar superarlas activamente. El Nuevo Testamento subraya como modelo de paciencia a Abrahán (Heb 6, 12-15), los profetas (Sant 5,10), Cristo (1Pe 2,20ss).

Consuelo que dan las Escrituras”. Algunas experiencias: “Los que esperan en el Señor renuevan sus fuerzas, echan alas como águilas, corren y no se fatigan, caminan y no se cansan” (Is 40,31). “Escucha: tus vigías gritan, cantan a coro, porque ven cara a cara al Señor, que vuelve a Sión. Romped a cantar a coro, ruinas de Jerusalén, porque el Señor ha consolado a su pueblo, ha rescatado a Jerusalén” (Is 52,8s). Pablo siente a Dios como “Padre de las misericordias y Dios de todo consuelo” (2Cor 1,3). Pablo: “tengo ganas de veros, para comunicaros algún don espiritual que os fortalezca; para compartir con vosotros el mutuo consuelo de la fe común: la vuestra y la mía” (Rm 1,11s).

2. Oración de Pablo: Que el Dios de la paciencia y del consuelo os conceda tener entre vosotros los mismos sentimientos, según Cristo Jesús; de este modo, unánimes, a una voz, glorificaréis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo” (vv. 5-6). Es un imperativo de Pablo, rezado por nosotros todas las semanas en las primeras vísperas de domingo: “tened entre vosotros los sentimientos propios de Cristo Jesús” (Flp 2,6-11). Sentir propios “los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren...” (GS 1). Es ejercicio diario de nuestra vida.

3. “Por eso, acogeos mutuamente, como Cristo os acogió para gloria de Dios. Es decir, Cristo se hizo servidor de la circuncisión en atención a la fidelidad de Dios, para llevar a cumplimiento las promesas hechas a los patriarcas y, en cuanto a los gentiles, para que glorifiquen a Dios por su misericordia; como está escrito: Por esto te alabaré entre los gentiles y cantaré para tu nombre” (vv. 7-9). El Documento de la Etapa Continental (DEC) del Sínodo constata que “muchas personas dicen sentirse excluidas en la Iglesia”: jóvenes, mujeres, curas casados, discapacitados, pobres, padres solteros, divorciados vueltos a casar, comunidad Lgbt... “La escucha, como apertura a la acogida a partir de un deseo de inclusión radical — ¡que nadie quede excluido! —, se ha de entender en una perspectiva de comunión con las hermanas y hermanos y con el Padre común” (DEC 11).

Oración: “Acogeos mutuamente, como Cristo os acogió” (Rm 15,4-9)

Los creyentes en ti, Jesús, tenemos tu memoria:

“entre todas las Escrituras, también del Nuevo Testamento,

sobresalen, con razón, los Evangelios;

pues son el testimonio principal de la vida y doctrina

del Verbo encarnado, nuestro Salvador” (Vat. II: DV 18).

Tus evangelios coinciden en el amor universal:

sin exclusión alguna:

amad a vuestros enemigos

y rezad por todos los que os persiguen,

para que seáis hijos de vuestro Padre celestial

que hace salir su sol sobre malos y buenos

y manda la lluvia a justos e injustos...

Si amáis a los que os aman, ¿qué premiotendréis?...

Sed perfectos como vuestro Padre celestial...” (Mt 5, 44-46.48).

Pablo anuncia también tu evangelio de amor universal:

bendecid a los que os persiguen;

bendecid, sí, no maldigáis...” (Rm 12,14);

anadie devolváismal por mal...

vence al mal con el bien” (Rm 12, 17. 21).

Hoy nos insiste en el mismo amor paciente:

nuestra paciencia y el consuelo quedan las Escrituras

mantienen la esperanza.

El Dios de la paciencia y del consuelo

nos concede tener entre nosotros

los mismos sentimientos según Cristo Jesús...;

de este modo, unánimes, a una voz, glorificamos

al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.

Por eso, acogeos mutuamente,

como Cristo os acogió para gloria de Dios” (Rm 15,4-8).

Jesús, hijo del “Dios de la paciencia y del consuelo”:

que tu amor renueve nuestras iglesias;

que creyentes y no creyentes nos sintamos hermanos;

que todos nos respetemos y nos hagamos bien;

que reconozcamos derechos y deberes fundamentales.

Desde tu Amor resulta incomprensible nuestra realidad:

división y enfrentamiento de las iglesias cristianas;

tendencias eclesiales en conflicto y sin apenas diálogo;

negativa a cambios disciplinares evangélicamente posibles;

rechazo mutuo entre católicos culturales, integristas, críticos...;

excomuniones, reducciones, imposiciones no evangélicas...

Señor, has reunido a todo tu Pueblo en Sínodo.

Te damos gracias por la alegría experimentada

en quienes han decidido ponerse en camino,

a la escucha de Dios y de sus hermanos y hermanas,

con una actitud de acogida, humildad, hospitalidad y fraternidad.

Ayúdanos a entrar en este camino como en `tierra sagrada´.

Ven Espíritu Santo: ¡sé tú el guía de nuestro caminar juntos!”

(Oración por el Sínodo. DEC 14)

Preces de los Fieles (Domingo 2º Adviento A 04.12.2022)

La comunidad cristiana es casa y cosa de todos. Se autoexcluyen quienes no respetan, quienes desprecian a los demás, quienes intentan dominar e imponerse. Pidamos por nuestra Iglesia, nuestra parroquia, nuestra comunidad eclesial, diciendo: “queremos `acogernos como Cristo nos acogió´”.

Por la Iglesia universal:

- que sea signo del amor de Jesús a toda la humanidad;

- que promueva y viva los derechos y deberes humanos, como Jesús.

Roguemos al Señor: “queremos `acogernos como Cristo nos acogió´”.

Por las intenciones del Papa (diciembre 2022):

- que las organizaciones de voluntariado y de promoción humana

encuentren personas deseosas de comprometerse con el bien común

y buscar nuevas vías de colaboración a nivel internacional”.

Roguemos al Señor: “queremos `acogernos como Cristo nos acogió´”.

Por la paz de nuestro mundo:

- que suprimamos todo modo violento de relación humana;

- que cesen las armas, hoy vivas en nuestro planeta.

Roguemos al Señor: “queremos `acogernos como Cristo nos acogió´”.

Por los más débiles (enfermos, refugiados, abusados...):

- que les dediquemos tiempo y atención preferencial;

- que se respetemos la dignidad de todos: “en Cristo todos somos uno” (Gál 3, 28).

Roguemos al Señor: “queremos `acogernos como Cristo nos acogió´”.

Por nuestra comunidad eclesial:

- que acojamos a todos, nos respetemos, nos ayudemos...;

- que dialoguemos, pensemos juntos, tomemos decisiones evangélicas.

Roguemos al Señor: “queremos `acogernos como Cristo nos acogió´”.

Por esta celebración:

- que sintamos el Espíritu de Jesús que nos reúne y pacifica;

- que comulguemos con lo fundamental evangélico.

Roguemos al Señor: “queremos `acogernos como Cristo nos acogió´”.

Queremos, Señor resucitado, encontrarnos contigo, que aceptas, perdonas, das ánimo para amar como Tú, que te haces “presente donde hay dos o más reunidos en tu amor” (Mt 18,20). Amor que vive por los siglos de los siglos.

Amén.

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