“Los sacerdotes casados deseamos nos tomen en consideración y ser escuchados y confiamos se tomen decisiones con valentía, seriedad y sentido común” Cada vez más voces claman en favor del celibato opcional

La Iglesia no puede pasar de largo ante “las varias voces de nuestro tiempo”

El Vaticano II dejó claro que “es propio de todo el Pueblo de Dios, pero especialmente de los pastores y de los teólogos, auscultar, discernir e interpretar, con la ayuda del Espíritu Santo, las múltiples voces de nuestro tiempo y valorarlas a la luz de la palabra divina, a fin de que la Verdad revelada pueda ser mejor percibida, mejor entendida y expresada en forma más adecuada” (GS 44).

El centro de la misión de la Iglesia es anunciar la buena noticia de Jesús, el reino de Dios, que está entre nosotros. Mucho esfuerzo se hace ahora en este sentido, dado el alejamiento de la sociedad. Alejamiento del que también la Iglesia es responsable. El mismo documento conciliar lo dice: “en la génesis del ateísmo pueden tener parte no pequeña los propios creyentes…, los defectos de su vida religiosa, moral y social, han velado más bien que revelado el genuino rostro de Dios y de la religión” (GS 19). “El remedio del ateísmo hay que buscarlo en la exposición adecuada de la doctrina y en la integridad de vida de la Iglesia y de sus miembros. A ella toca hacer presentes y como visibles a Dios Padre y a su Hijo encarnado con la continua renovación y purificación propias bajo la guía del Espíritu Santo” (GS 21).

“Hacer presentes y como visibles a Dios Padre y a su Hijo encarnado” es difícil en la actual organización eclesial. Las contradicciones con el Evangelio, impuestas por ley, son muchas en los grados altos eclesiales: vestimentas, sitios de honor, títulos solemnes; se han constituido en un nivel de “dignidad” por encima de los demás; a menudo, viven en hipocresía para mantener su imagen; obligan a los fieles a tratarles de modo ficticio para guardar distancias y conservar su halo sagrado. Varones que habitan en palacios, visten con pompa y tienen poder, ¿pueden representar a Jesús crucificado? Hasta el nombre de “sacerdotes”, hurtado al Pueblo de Dios, lo han reservado en exclusiva para darse apariencia de “divinización”. El Nuevo Testamento reconoce sacerdote a Cristo y al Pueblo de Dios. Todos los ministerios son sacerdotales; y, si se realizan en el Espíritu de Jesús, “hacen presentes y como visibles a Dios Padre y a su Hijo encarnado”.

El celibato obligatorio es clave de la deformación eclesial. Ahí radica el clericalismo, contradicción del poder eclesial con el espíritu del “no será así entre vosotros” (Mc 10,42 y par.). Sigue siendo una imposición, que nunca se consultó al clero y, mucho menos, al Pueblo de Dios. Hoy, cuando la cultura democrática está afianzada, resulta inaceptable esta imposición. Se ve como un residuo de cultura patriarcal, propia de una estructura totalitario-autoritaria. El clero es un grupo separado del pueblo, dominante del mismo, y a su vez dominado por una jerarquía superior. Esta estructura se mantiene con célibes (compensados por el poder) y que no pueden ganarse la vida con un trabajo civil.

La historia confirma que esta ley, como satirizaba en el siglo XIV el arcipreste de Hita, “si a alguno agradó, pesó a más de dos mil” (“Cántica de los clérigos de Talavera”, inserta en el “Libro de Buen Amor”). En nuestros tiempos más de cien mil presbíteros y varios obispos lo han demostrado. Los más de cincuenta años transcurridos desde el Vaticano II son testigos del abandono masivo del ministerio y de la falta de vocaciones. Y la razón principal es, sin duda, la ley que vincula ministerio y celibato. La constante oración de la Iglesia por las vocaciones presbiterales no está teniendo el resultado que los dirigentes esperan. Su modelo de presbítero gregoriano, lateranense y tridentino no lo inspira el Espíritu de Dios: Cristo hoy no llama al sacerdocio célibe. La cerrazón al cambio está hoy privando a la Iglesia del ministerio ordenado, tan indispensable.

A primeros de año, el arzobispo de Malta, y Secretario adjunto de la Congregación de la Doctrina de la Fe, Charles J. Scicluna, declaraba:

“Ha llegado el momento de discutir y tomar decisiones sobre el celibato” (Times Of Malta 07.01.2024).

La Federación Latinoamericana de Sacerdotes Casados, en su Encuentro celebrado del 18 al 21 enero 2024 en de Puerto Hurtado (Chile), piden al Sínodo actual:

“acogiéndonos a la solicitud del cardenal Mario Grech, secretario General del Sínodo, a los obispos de enviar nuevas propuestas a la segunda parte del Sínodo de octubre 2024, y en orden a esta consulta, los sacerdotes casados deseamos nos tomen en consideración y ser escuchados y confiamos se tomen decisiones con valentía, seriedad y sentido común para que el tema de que el celibato sea opcional, lo cual sería muy saludable para la Iglesia y la evangelización, ya que esta disciplina en la historia ha causado muchas tribulaciones” (Sebastián Cózar Gavira, Presidente de la Federación Latinoamericana de Sacerdotes Casados. Religión Digital 24.02.2024).

A primeros de febrero, P. Royannais, Rector de San Luis de los Franceses, en Madrid, Doctor en teología y en antropología religiosa (Institut Catholique de Paris et Paris IV Sorbonne), escribe:

“La teología y la pastoral de la misericordia, la crítica del clericalismo y del sistema de poder, la crisis de la pedofilia, la belleza de la sexualidad cuyo único objetivo no es la procreación sino la felicidad de los esposos, la dignidad primera del bautismo que prohíbe hablar del sacerdote como alter Christus con exclusión de los demás discípulos, son razones que exigen una reevaluación del celibato eclesiástico” (Religión Digital 10.02.2024).

La semana pasada nos sorprendía otra voz libre de la jerarquía católica, la del cardenal Louis Raphael Sako, Patriarca de Bagdad de los caldeos:

“Hay dos tradiciones diferentes, pero la tradición no es eterna. El mundo de hoy es diferente al pasado, ha cambiado y la sociedad también ha cambiado. No habrá progreso sin actualización. El papa Francisco, ha comprendido esta realidad, por eso ha convocado el Sínodo sobre la sinodalidad en octubre de 2023 y para octubre de 2024.

La vocación sacerdotal es una vocación personal y una convicción de fe. Hay personas que son llamadas al sacerdocio permaneciendo célibes y otras casándose. En las Iglesias orientales existen ambos modelos: sacerdotes célibes y casados. ¿Cuál es el problema? El matrimonio es un sacramento.

El celibato es una disciplina, no una doctrina de fe... El celibato sigue siendo un carisma muy valorado. Son dos opciones diferentes, y una no va en contra de la otra..

Las Iglesias orientales, ortodoxa y católica, han seguido teniendo sacerdotes célibes y casados que viven en armonía. No hay competencia con los sacerdotes célibes. Tenemos en la Iglesia caldea una veintena de sacerdotes casados, mientras que la mayoría de nuestros sacerdotes son célibes.

Todas las Iglesias tienen una gran necesidad de sacerdotes. ¿Por qué, entonces, no dar a los obispos locales la oportunidad de distinguir caso por caso y decidir lo que creen que es correcto para su diócesis?

Las facultades de teología están abiertas a hombres y mujeres: tenemos personas licenciadas en teología, liturgia, derecho canónico y pastoral, por lo que la cultura cristiana ya no se limita al clero. Entonces, ¿por qué no aprovechamos sus talentos, su capacidad y su carisma?

Espero que la segunda fase del Sínodo sobre la sinodalidad estudie seriamente este problema” (Settimana News. 24.02.2024).

Volver arriba