Esta mañana he llorado

Este Blog no es de noticias y no suele hacerse eco de la actualidad. Como mucho, tiene en cuenta el calendario litúrgico y medita en sintonía. Pero hoy no puedo más, me ahogan las noticias.

Esta mañana he llorado. He llorado de impotencia, de oscuridad, de compasión ante el dolor de Haití. Yo no comprendo los terremotos, sólo sé que siembran pánico, dolor y muerte. Los muertos no me preocupan, me consta que han sido recogidos y desembarcados en buenísimas manos. Me duelen los vivos sufrientes, perdidos y desesperanzados.



Esta mañana, llorando, preguntaba: ¿Por qué, Señor, por qué? Y me llegó esta respuesta: "Mis caminos no son vuestros caminos" (Is 55,8), "Yo he visto sus caminos, pero le curaré y le aliviaré; le colmaré de consuelos a él y a los que lloran" (Is 57,18), "Todo es para bien de los que aman al Señor" (Rom 8,28). ¡Qué duro es enfrentarse a lo irracional, qué duro sentirse cegado y superado por el misterio, qué dura la impotencia ante el dolor!

Sin embargo, sigo creyendo en el Dios Amor porque fuera de Él sólo hay abismo y desesperación, porque si se le descubre una vez, es imposible olvidarlo. Cuando la realidad se nos hace oscura, indigesta e incomprensible; cuando llega el no sé, no puedo, no me lo explico, sólo cabe ACEPTAR, bajar la cabeza y decir: "Hágase, cúmplase, sea alabada y eternamente ensalzada la justísima y amabilísima voluntad de Dios, mi Padre, sobre todas las cosas. Amen. Amen".

No es que yo crea que la voluntad de Dios nos envía un terremoto y muchísimo menos un castigo. ¡De ninguna manera! Pero todo aquello que sucede está, al menos, permitido por Dios. Por tanto, en sentido amplio, es su voluntad puesto que lo permite. Si Dios es el sumo Bien, detrás de sus permisiones, tiene que haber irremediablemente bien. Aunque no lo veamos, aunque no lo comprendamos.

Por eso, como diría Teresita, ante el abismo y la negrura sólo cabe "confianza, confianza, confianza", o como dice Pablo: "Esperar contra toda esperanza" (Rom 4,18). La negrura de la noche engendra unos amaneceres gloriosos, sin que sepamos cómo, sin que nuestra libertad pueda impedirlo. Detrás de cada cruz siempre, siempre, hay resurrección.

Este es mi signo de hoy. El fuego (mi realidad) no os lo puedo mostrar. Tampoco os puedo enseñar mi limitada aportación dineraria a la ruina de los pobres (mis obras). Sólo puedo mostraros el humo (mis signos) -este "post" público- sin avergonzarme de ser católico y enamorado de la religión, lo mejor del ser humano.



Juzgad vosotros mismos si debo seguir mostrando mis signos o debo ocultarlos para que mi fe no moleste a nadie, para que mi religión no ofenda a esta sociedad materialista y pagana que estamos construyendo.

Si mi condición de laico me permite la desvergüenza de unos modestos signos, ¿qué podría esperarse de los profesionales de la religión?

Qué bueno que haya señales de tráfico que hablan, abrazan y socorren, qué maravillosas sus obras. Pero yo me conformo con que los indicadores sean bien visibles y apunten en la dirección correcta. Si además dan sombra y agua, bendeciré el indicador con las dos manos y seguiré camino.

Seguid hablando lo que queráis de signos religiosos y de ser presencia"con tal que nos acordemos de los pobres" (Gal 2,10).

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