¿Por qué me abrazáis?  Caridad pastoral

¿Por qué me abrazáis?  Caridad pastoral
¿Por qué me abrazáis?  Caridad pastoral

¿Por qué me abrazáis? Es la pregunta que me ha brotado ante el último ejericicio espiritual en estos días de profundización con los compañeros presbítero. La caridad pastoral, que nos llama a ser como el buen Pastor, hoy me ha llevado a una imagen cargada de sentimienos profundos: "me ha venido al corazón los abrazos que cotidianamente me dan los pequeños de la catequesis en la parroquia, cuando llegan al porche comunitario, cuando entro en sus aulas de grupos, cuando hacemos una celebración y nos damos la paz, cuando vienen a la eucaristía con sus padres, o cuando me ven en el parque, en el supermercado...

No puedo remediarlo, siempre en ellos siento el abrazo de Dios en Cristo y experimento como el Espíritu me anima a no desfallecer en el deseo de vivir yo la verdadera caridad pastoral. Agradecemos a Xose Xulio Rodríguez, sacerdote del prado en la diócesis de Orense, su acompañamiento en estos días.

La propuesta

Nuestro acompañante de ejercicios, Xose Xulio, nos propone en la última jornada trabajar y orar la Palabra en el horizonte de la caridad pastoral. Ese misterio al que estamos llamados en la configuración de nuestro ministerio sacerdotal. Cada encuentro con este sentir pastoral me abre a la contemplación de esa meta que siempre está por alcanzar pero que ya gozo con una inmensidad que me desborda, por parte de Dios y las comunidades con las que comparto vida y camino. La mañana promete profundidad y gozo, a la vez que interpelación y deseo de lo que está por venir como gracia y don, también como tarea.

La raíz: Del Padre y del Hijo, en el Espíritu.

En estos días de paz y de Palabra divina la tónica fundamental para mí ha sido la comprensión de Dios como “Señor del exceso”. El querer divino ni tiene lógica, ni límites, no se deja determinar y respira en libertad total y absoluta, superando todos los márgenes y las fronteras, llegando allí donde hay más debilidad y olvido. Recuerdo como mis buenos profesores de sapienciales y proféticos nos proponían en el estudio avanzar en la consideración de este misterio no controlable de salvación y de amor esperanzado de Yahvé, después la vida ministerial me ha hecho sentirlo y percibirlo como algo que me desborda y me empuja. Me arrepiento en esta meditación de no dedicarle a esos signos de desmesura amorosa el tiempo que se merecen para alimentarme yo en el mismo amor que se me muestra. Jesús lo hizo, los sapienciales y los profetas fueron para él fuente de lectura creyente de la historia y del momento de su pueblo, conducido por esa pasión del Padre no para en detalles apasionados y de entrega radical a los vecinos y caminantes, a los marginados y los condenados.

El desbordamiento de las entrañas de lo divino se muestra en una fidelidad que tapa infidelidades y reenamora a los que adulteraron con los engaños de unas promesas que esclavizaron y rompieron el verdadero amor. Sólo una razón está detrás de esta lógica amante y de perdón, la verdadera compasión. Jesús ha recogido este deseo de ser como el Padre en la perfección de dicha compasión y se ha mostrado como el buen Pastor. Cuántas veces pasamos por este capítulo sagrado (10) del evangelio de Juan y se nos van los ojos y el corazón detrás de él, queriendo ser al menos como pequeños perrillos que le ayudemos a mostrar sus cuidados y su ternura por el rebaño. Con qué hondura quiero decir hoy “El Señor es mi pastor, nada me falta”. Deseo ver y salir de mis cegueras para descubrirme amado y sentir cómo lo eres todo y si me abro a ti nada me faltará.

Buen Pastor

Puede que sea locura mi oración, que esté fuera de lógica o del momento, pero contemplando tu amor en el modo pastoral de entregarte yo quiero pedir:

“Señor quiero ser un colaborador tuyo, buen pastor, y entrar en tu modo de dar la vida y conocer a las ovejas”

Ahora mismo veo el exceso de las ovejas conocidas con las que he ido formando parte de tu rebaño en el ejercicio del ministerio. Multitud impresionante, no la abarco, podría estar el tiempo de vida que me queda pasando por ellos por sus vidas, sin terminarlos, sus momentos, sus alegrías, penas, éxitos, fracasos, amor, tensiones, nacimientos, muertes… nada me es ajeno, y no porque yo haya sido especial sino porque tú, que los amas y los conoces, me los has regalado y me has rodeado de una muchedumbre inmensa, desde ellos, de los lejanos en el tiempo y lugares, como de los cercanos me siento llamado al agradecimiento y a la conversión a ti, para amarlos a ellos como los has amado tú. Para amar como me has amado tú al regalarme el encuentro con todos ellos. Ahora me silencio y vuelvo sobre lo andado y lo querido, también lo perdonado y sentido. Dios mío que sepa volver sobre mis hermanos y sus vidas, sobre lo vivido con ellos cuando sienta la tentación de guardarme la vida y encerrarme en mi yo.

“Señor quiero entrar en la lógica de tu don, desear ser buen pan para el pueblo, estar disponible como tú”

Ya estoy en el último tercio –hasta que tú quieras- y me he de gastar los últimos cuartos. Me gustaría, imitarte, echar lo que me queda para vivir en el cepillo de la humanidad con el espíritu de tu palabra de salvación. Abrirme de nuevo a tu palabra y creer que ahora me puedes preguntar si te amo más que antes, o que otros. Yo quiero responderte que tú sabes que te quiero, aunque no se amarte como tú me amas. Padre dame la mayor disponibilidad en esta etapa de posible mayor limitación, que el atardecer que viva pueda hablar y anunciar el color del amanecer, saber entrar en la despedida con el calor, el calor y el canto de la cena pascual. Vivir con la seguridad que tú me das tu pan para que yo hasta el último momento pueda ser migaja de vida y cariño, aún en la debilidad, cuando esta llegue.

Perderme con los perdidos

“Señor, tú que fuiste un perdido y moriste en la cruz de los últimos, enséñame a encontrarme en el abrazo de los condenados y alejados”

Perderse como criterio de una lógica del encuentro que no pasa por el juicio sino por la salvación del crucificado que ha resucitado. Ojalá aprendiera yo a saber perder mejor mi vida. No digo que no lo haya probado ya, pero me da miedo tu libertad confiada y sin embargo la deseo con gozo cuando estoy a solas contigo y te siento abrazando a los que yo veo desterrados y desencarnados en una soledad que la produce el pecado del mundo. Te agradezco todo lo que me has dado desde los perdidos, no puedo dejar de proclamar que he visto tu preferencia por ellos y que lo he notado cuando ellos me han preferido a mí, sin haber hecho nada grande por ellos. Nada es comparable con los ojos brillantes de un pobre, con alegría por tenerte y poder abrazarte, aunque no le hayas dado nada, incluso negado algo que te ha pedido. Cada vez que se acerca uno a mi persona o a la comunidad salto de gozo y me llevo la lección aprendida de tu carisma y fundamento.

“El pastor sabe más de ortopraxis que de ortodoxia, en el trato a los más pobres para anunciarles el evangelio, ya aún me siento lejos”

Es verdad que cuesta pasar del discurso a la praxis del amor a los pobres, de ser con ellos y entre ellos, como uno de tantos. Lo dice el papa, que nos dejemos de contarlos y pasemos primero a abrazarlos. Asignatura pendiente, que en la vulnerabilidad del propio yo ha de hacerse más posible. Saber ser pobre, pedir la pobreza de Cristo, para tener la riqueza del amor y de la comunidad por encima de otros criterios. Una comunidad de la fraternidad que incluye y sabe del poder salvador de los más necesitados. NO habrá comunidad cristiana sino posee la riqueza de la pobreza entre los suyos, en su mesa, en sus celebraciones, en sus corazones, más allá que en nuestros donativos económicos.

“Señor, que el lobo de la seguridad no me saque de la gratuidad del amor que no posee, sino que se entrega”

El camino se hace a veces oscuro, pesado, inseguro y entonces los débiles caemos y nos entretenemos en aquello que no salva y somos comidos por la comodidad, los bienes, los reconocimientos, la profesionalización de lo sagrado, y entonces la sal se vuelve sosa y la levadura envejece. Perdón señor, por aquello que me ha atrapado en el camino y me ha impedido mayor libertad. Gracias por todos los signos de riesgo a los que me empujaste y en los que me mostraste que tú eres buen pastor y no asalariado y me invitabas a ser parte de ti, de tu familia, de tu misión, de tu equipo apostólico. Nunca te pagaré todo lo que has hecho para que no fuera asalariado, dándome gente auténtica que se entregaba junto a mí y me descubrían tu amor lleno de profundidad sin ofrecer más seguridad que tu fidelidad y tu compromiso de Pastor.  Qué misterio, ovejas que me han enseñado a ser mejor pastor.

Amar mi comunidad

No puedo engañarme ni engañar, tú lo sabes y me lo has enseñado, quiero con locura –también con torpeza- a la comunidad con los que comparto camino. Todos están grabados en mi corazón desde el primer envío ministerial, y eso lo has hecho tú y no yo. Temo que estuviera más yo y mi necesidad de ser querido en lo que he tenido de entrega, pero siempre pidiéndote que me purificaras y me ayudaras a despojarme más de mi yo para gozar mucho de un nosotros más grande. En ello estoy, que la tarea no es poca. Tienes que seguir ayudándome a ver si yo me dejo enseñar por ti y tu modo de amar gratuito y universal.

Quiero que ser como tú, reflejo de tu sentir y querer al pueblo, para ello te pido en esta mañana:

  • - Que crezca en mi presencia amable y cercana en medio de la comunidad para que todos me encuentren disponible y alegre.
  • - Que nunca pierda el sentido del amor maternal, que, igual que tú Jesús has sido engendrado en mi corazón, yo colabore para que formes y configures a los que vienen a nuestras comunidades buscando tu luz y tu verdad. Puedas nacer en ellos.
  • - Dame la responsabilidad propia de padre, que pone delante a sus hijos de su propio interés y busca que todos crezcan en su ser y en su hacer, sin límites ni coacciones.
  • - Que mis relaciones sean abiertas, entrañables y desde el corazón.
  • - Dame la gracia de generar, como tú, ambiente de confianza plena y de amor gratuito en nuestros espacios de iglesia y de mundo.
  • - Que sepa alegrarme y felicitar, orar ante el Padre, desde todos los logros y acciones vivas de la comunidad.
  • - Que me deje interpelar y corregir, y que cuando yo lo haga sea desde tu amor y tu esperanza, llena de ternura.
  • - Quiero buscar y profundizar en la vivencia de un celibato lleno de amor y dedicación, que las comunidades puedan sentir un verdadero amor esponsal, una entrega limpia a todos. Que puedan sentir que son mi familia y yo así lo viva.
  • - Deseo saber cuidar el mundo de las relaciones familiares que han ido generando a lo largo del vivir ministerial, de verdad en el amor fecundo que genera el evangelio y que nos hace hermanos para siempre.

Por el evangelio

Pero todo ha de ser en Ti y por tu Evangelio, que nada sea por otra motivación. Ayúdame a discernir motivaciones y hazme libre para tomar parte en los duros trabajos del evangelio con la alegría de los buenos apóstoles. Que sepa aprovechar toda ocasión para hacer el verdadero anuncio, asumiendo la cruz y la contradicción que pueda conllevar la fidelidad evangélica. Ojalá, Cristo del calvario, me convenza para siempre que la evangelización se realiza con medios pobres que pasan por el pesebre, la cruz y el tabernáculo de la Eucaristía.

Volver arriba