Ante la adversidad

Hay personas que al sufrir contratiempos graves se hunden en la apatía o se abandonan a un mal vivir. Otras superan la crisis y son capaces no solo de sobrevivir sino de llevar a cabo un cambio importante en su vida y renacer.

Un ejemplo es el de María Villota. Fue impresionante la actitud que adoptó ante la vida, tras el accidente que le costó un ojo y 103 puntos en la cara. Es admirable cómo interpretó lo ocurrido: “Ahora veo más que antes. Antes solo veía la Fórmula 1 y mis objetivos en este deporte. Ahora estoy viva y este ojo me ha devuelto el norte. Tengo una nueva oportunidad». «Ahora que solo tengo un ojo, quizás percibo más cosas que antes. Mi vida era una contrarreloj total, era una lucha contra el crono, y ahora es cuando veo que hay que parar y medir las cosas de otra forma”. Y lo hizo, hasta su muerte en 2013.

Muchos estudios han destacado el poder del crecimiento personal que encierran el sufrimiento y la adversidad.

Muchas religiones y filósofos destacan cómo el aparente sinsentido puede llegar a generar sentido. Recuerda el caso de Viktor Frankl y su libro “El hombre en busca de sentido”.

Los estudios mencionados han constatado los cambios positivos que se observan en algunas personas, tras haber sufrido experiencias traumáticas.
Lo que llaman “crecimiento postraumático”, es algo que va mucho más allá de sobrevivir, o de recuperar los niveles de actividad y de salud previos a la experiencia sufrida. Se trata de un cambio en la concepción de la vida y un reordenamiento de las prioridades vitales. Se revalorizan personas significativas como familiares y amigos; se adopta una actitud más altruista; se toma conciencia tanto de las propias fortalezas como de las debilidades; se aprecia más la vida y lo realmente valioso que hay en ella.

Evidentemente entre este renacer y el trauma sufrido no hay una relación de causa efecto. Sería un disparate pensar que pasar por una experiencia de ese tipo es deseable, para así madurar personalmente y convertirse en una persona mejor. Lo que lleva a esa madurez personal es la lucha por superar el trauma vivido.

¿Por qué para unas personas esa lucha es más fácil que para otras?
Hay varios factores que actúan como protectores o amortiguadores; que facilitan a algunas personas salir adelante en las mismas circunstancias en las que otras se hunden. Esos factores tienen que ver con poseer unos valores profundos (a menudo espirituales y religiosos) relacionados con el sentido de la vida. Tienen que ver, también, con apreciar la familia y la amistad; con tener el apoyo de personas queridas.

Vaya aquí mi agradecimiento a todas esas personas que no se dejan arrastrar por el desánimo. Y también a todas esas personas que saben acompañar y ayudar (en el momento y lugar oportuno) a la persona que necesita una mano amiga.

A ti…..brindo desde aquí mi mano.
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