"Pido serenidad y caridad, y que se recupere toda la belleza y grandeza de la Macarena" José Ángel Saiz Meneses: "La Iglesia no puede de ninguna manera mezclarse en la política de los Estados"

"El Papa Francisco será recordado como un mensajero incansable de paz, un hombre de diálogo, de reconciliación, de apertura a todos los pueblos y culturas"
"El pontificado de León sin duda estará en continuidad con los caminos abiertos por el Papa Francisco, pero a la vez con un perfil propio y dando respuesta a los nuevos desafíos pastorales que vayan surgiendo a lo largo del tiempo"
"El Jubileo de las Cofradías con la presencia en Roma de la imagen del Cachorro de Sevilla, de la Esperanza de Málaga y del Nazareno de León será para siempre un recuerdo inolvidable del legado del Papa Francisco"
"Los más débiles y pobres quedan excluidos y no son tenidos en cuenta. Entonces, la sociedad se vuelve cada vez más egoísta y llena de desigualdades y se llega a «cultura del descarte» que tanto denunció el papa Francisco, en la cual se imponen los intereses de los más fuertes"
"El Jubileo de las Cofradías con la presencia en Roma de la imagen del Cachorro de Sevilla, de la Esperanza de Málaga y del Nazareno de León será para siempre un recuerdo inolvidable del legado del Papa Francisco"
"Los más débiles y pobres quedan excluidos y no son tenidos en cuenta. Entonces, la sociedad se vuelve cada vez más egoísta y llena de desigualdades y se llega a «cultura del descarte» que tanto denunció el papa Francisco, en la cual se imponen los intereses de los más fuertes"
Fue de Francisco. Y ahora es de León. "El anuncio de Cristo es lo principal para que todos se salven y seamos uno con Él. Por lo tanto, más vale dejar las polémicas y centrarse en la llamada a caminar en la unidad y la sinodalidad, como Iglesia en comunión y en camino". El arzobispo de Sevilla, José Ángel Saiz Meneses, 'cerrará' el curso para ir a descansar unos días (tras la fiesta de la patrona, Nuestra Señora de los Reyes) con la familia a Cubelles, en Barcelona. "Descanso con ellos, disfruto de la familia, recupero fuerzas, y también es un tiempo propicio para pensar en temas de interés pastoral y concretar proyectos para dar respuesta a los desafíos que van surgiendo en cada momento de la vida diocesana".
Antes, atiende a RD para hablar del presente y del futuro de la Iglesia sevillana, que ha vivido escándalos como el de la Macarena, y grandes éxitos, como el Congreso de Cofradías, y asume la continuidad del pontificado, aunque se le nota que es de los que echan de menos a Bergoglio. Sobre la situación política en España, lo tiene claro, usando palabras de Benedicto XVI: "La Iglesia no tiene soluciones técnicas que ofrecer y no pretende de ninguna manera mezclarse en la política de los Estados". También tiene una palabra ante la soledad, y burn out entre el clero: "Es un problema creciente en el ámbito eclesiástico", y reclama cuidar al que cuida, cada vez más, y también (y especialmente) en la Iglesia. Porque "la tristeza y los problemas no deben tener la última palabra".
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¿Cómo se presentan las vacaciones de un arzobispo de Sevilla? ¿Descansa? ¿Dónde va?
Después de la fiesta de Nuestra Señora de los Reyes, patrona de Sevilla, iré un par de semanas con la familia a Cubelles (Barcelona). Es lo que llevo haciendo desde mis primeros años de sacerdote. Descanso con ellos, disfruto de la familia, recupero fuerzas, y también es un tiempo propicio para pensar en temas de interés pastoral y concretar proyectos para dar respuesta a los desafíos que van surgiendo en cada momento de la vida diocesana.

¿Cómo ha sido este curso para monseñor Saiz Meneses?
Ha sido un curso muy intenso. Además de las actividades ordinarias, el curso ha estado destacado por algunos eventos extraordinarios. El 9 de noviembre tuvo lugar en la Catedral de Sevilla la beatificación del P. José Torres Padilla, canónigo, padre de los pobres, un auténtico Maestro y guía de almas, y fundador de la Compañía de la Cruz con santa Ángela de la Cruz. Del 4 al 8 de diciembre celebramos el II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular de Sevilla, un espacio de encuentro, de reflexión, de contemplación y compromiso, donde las hermandades tuvieron la oportunidad de reflexionar sobre su identidad y misión y, al mismo tiempo, reavivar su vocación eclesial de servicio. El 8 de diciembre se llevó a cabo una histórica Procesión de Clausura del Congreso, con más de 700.000 participantes, que puso el broche de oro. Después vino el Año Jubilar con peregrinaciones a Roma y celebraciones jubilares en Sevilla. También ha sido significativa la IV Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo que tuvo lugar en Sevilla; por nuestra parte, procuramos iluminar aquel contexto desde la Palabra de Dios y la Doctrina Social de la Iglesia.
También hemos vivido la muerte del Papa Francisco y la elección de León XIV...
El Papa Francisco será recordado como un mensajero incansable de paz, un hombre de diálogo, de reconciliación, de apertura a todos los pueblos y culturas. Su voz se alzó en defensa de la dignidad humana, de la justicia social, de la solidaridad con los más débiles y marginados. Con su palabra y su ejemplo mostró que la Iglesia no puede ser indiferente ante el dolor del mundo, que está llamada a ser hospital de campaña, casa de puertas abiertas, madre que acoge y acompaña. En Sevilla recordaremos de modo particular su magisterio sobre la piedad popular, así como su aliento y apoyo en los encuentros que mantuvimos con él para informarle sobre el Congreso de Hermandades y Piedad Popular, y la Procesión de Clausura. Para siempre quedarán grabados en la memoria y el corazón el afecto y la cercanía con que recibió en audiencia privada hace un año a nuestros seminaristas, y el pasado 8 de febrero a la Comisión Ejecutiva del Congreso de Hermandades, en su residencia de santa Marta.

El Papa León XIV nos ofreció en su primer discurso un mensaje de paz, de amor universal y de esperanza firme en Cristo resucitado. Sus palabras pusieron de relieve algunos grandes ejes: la paz y la unidad como don y tarea, invitando a construir puentes mediante el diálogo y la reconciliación, en un mundo desgarrado por la violencia y el enfrentamiento; también el amor universal de Dios, recordando que nadie queda fuera del abrazo misericordioso del Padre; por último, la victoria de Cristo resucitado, la certeza de que el mal no prevalecerá. Estas ideas se van desarrollando y ampliando en los primeros compases de un pontificado que se intuye como tiempo de consolidación y de renovación, de apertura y de fidelidad creativa al Evangelio. Ahora estamos esperando un documento programático de su pontificado que sin duda estará en continuidad con los caminos abiertos por el Papa Francisco, pero a la vez con un perfil propio y dando respuesta a los nuevos desafíos pastorales que vayan surgiendo a lo largo del tiempo.
Usted ha hecho un llamamiento a la calma tras la polémica restauración de La Macarena. ¿Qué lecciones nos dan casos como este, para la religiosidad popular y la presencia pública de la fe?
Las hermandades son asociaciones públicas de fieles y siempre están acompañadas por la delegación diocesana de hermandades y por la delegación episcopal de Asuntos Jurídicos de hermandades. Como en todas las familias y grupos humanos, a veces se producen problemas y tensiones. Pero no hemos de olvidar que para cada problema existe una solución, es cuestión de encontrarla, y para eso hay que rezar juntos y pedir la luz al Señor, y hay que dialogar. Es lo que vemos en la primera comunidad cristiana en Jerusalén. En la crisis que se produjo a raíz de la restauración de la imagen de la Esperanza Macarena envié un mensaje con una cita de Alexander Pope que dice: “errar es humano, perdonar es divino, rectificar es de sabios”. Y a continuación añadí: “María Santísima de la Esperanza Macarena nos quiere unidos, como hermanos, como hijos suyos, mirando al futuro, caminando en la verdad y el bien”. Creo que este es el camino, y confío y pido a los hermanos que el próximo cabildo extraordinario sea ocasión para buscar con serenidad y caridad fraterna la mejor solución, y que se recupere toda la belleza y grandeza de la Macarena. Las hermandades son una extraordinaria oportunidad para mostrar al mundo lo que se necesita hoy: más fraternidad, más humildad, más verdad, más unidad, más paz.

¿Cuál es el estado de salud de la Iglesia de Sevilla? ¿Qué retos plantear en el presente y el futuro?
Este es mi cuarto año desde que llegué a Sevilla. Actualmente nos encontramos en un momento decisivo de la historia de la Iglesia y de la humanidad, un momento de profundas transformaciones, un verdadero cambio de época, con nuevos desafíos a los que debemos dar respuesta. Somos pobres y pequeños, pero con la gracia de Dios, con la fuerza del Espíritu Santo, desde la conciencia de la misión que hemos recibido, vamos echando las redes confiando en la palabra del Señor. El plan pastoral ha llegado al ecuador; la visita pastoral sigue adelante; el primer anuncio, la catequesis, la educación católica; la liturgia y administración de los sacramentos; la acción caritativa y social; el apostolado seglar, los Movimientos Eclesiales, Asociaciones y Nuevas Comunidades, las Hermandades; los seminarios, etc. Contemplo al presbiterio diocesano, a los diáconos permanentes, a la vida consagrada y al laicado, y doy gracias a Dios por la familia diocesana que me ha encargado servir como pastor.

Va y viene con bastante frecuencia a Roma. ¿Cómo está viviendo el año Jubilar? ¿Cómo ha sido el cambio de pontificado?
Está siendo un año jubilar de mucho trasiego. He participado en tres peregrinaciones diocesanas a Roma: con la Archidiócesis y las Cofradías, con el Apostolado Seglar, con el Clero y Seminaristas, y ahora iré con los Jóvenes. El jubileo de las Cofradías supuso un gran despliegue y esfuerzo que coincidió con el inicio del ministerio petrino del Papa León XIV. Por otro parte, soy miembro de dos Dicasterios romanos: Causas de los Santos y Laicos, Familia y Vida. Además la muerte del Papa Francisco que tanto apoyó la piedad popular nos ha hecho vivir un tiempo pascual único e inolvidable. Tuvimos el regalo de haber sido recibidos por él el sábado 8 de febrero, justo antes de su ingreso hospitalario. Le presentamos las conclusiones del II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular. Fue un momento de intensa comunión espiritual sin saber que sería la última vez que lo veríamos. Le estamos muy agradecidos por su apoyo al congreso y además por su magisterio decidido sobre la piedad popular. El Jubileo de las Cofradías con la presencia en Roma de la imagen del Cachorro de Sevilla, de la Esperanza de Málaga y del Nazareno de León será para siempre un recuerdo inolvidable del legado del Papa Francisco.
El Papa León XIV, con su llamada a la unidad y comunión en esa “hora del amor”, está convocando a toda la iglesia a centrar la mirada y el corazón en Cristo. La situación dramática del mundo en sus diversos conflictos une el mensaje actual del Papa León que llama al cese inmediato de las guerras con aquel saludo Urbi et Orbe del Papa Francisco del Domingo de Pascua. La paz está siendo el eje conductor del magisterio de León que ante la situación reciente de la parroquia católica de Gaza, ha vuelto a llamar al pleno respeto del derecho internacional humanitario, subrayando la obligación de proteger a los civiles, los lugares sagrados y la prohibición del uso indiscriminado de la fuerza y del desplazamiento forzado de la población. Hemos de rezar por el Papa en este inicio de pontificado para que lo sostenga en su ministerio. Cuenta con nuestro afecto, comunión y especialmente nuestra oración.

El nuevo pontificado, ¿continuará con las reformas emprendidas por Francisco, o habrá una ‘vuelta atrás’ en algunas materias, más polémicas?
Si repasamos la historia de la Iglesia, especialmente la más reciente, podemos ver la genuina aportación de cada pontificado. Hay que aplicar una hermenéutica de la continuidad en relación con la tradición y el magisterio previo. No podemos usar las categorías de ciertos análisis que el mismo Papa Francisco ya criticó. Él usaba una expresión, recogida en Evangelium Gaudium: “el tiempo es superior al espacio”. Por lo tanto hay siempre una progresión, un crecimiento. Se irán aquilatando ideas, conceptos, para ser más fieles al Evangelio y dar respuesta a los nuevos retos. Si estamos en una etapa evangelizadora, el anuncio de Cristo es lo principal para que todos se salven y seamos uno con Él. Por lo tanto, más vale dejar las polémicas y centrarse en la llamada a caminar en la unidad y la sinodalidad, como Iglesia en comunión y en camino.
Si estamos en una etapa evangelizadora, el anuncio de Cristo es lo principal para que todos se salven y seamos uno con Él. Por lo tanto, más vale dejar las polémicas y centrarse en la llamada a caminar en la unidad y la sinodalidad, como Iglesia en comunión y en camino
En España, la Iglesia también ha sido protagonista en los últimos tiempos, después de que algunos prelados entraran en la arena política, pidiendo elecciones. ¿Cuál es su visión al respecto?
En toda democracia existen los cauces previstos para la participación y expresión de los ciudadanos. La Iglesia participa en la vida pública y los obispos ofrecen orientaciones a la luz de la fe ante las situaciones que preocupan a los creyentes, que a la vez son ciudadanos, con sus derechos y deberes. Las realidades temporales que afectan a la vida de la Iglesia y a la dignidad de las personas no son ajenas a las preocupaciones de los obispos y de toda la iglesia. Me parece muy lúcida la enseñanza de Benedicto XVI en Caritas in Veritate cuando señala que "la Iglesia no tiene soluciones técnicas que ofrecer y no pretende de ninguna manera mezclarse en la política de los Estados".
Es decir, la Iglesia no busca dictar soluciones prácticas a problemas políticos o económicos, pero sí tiene una responsabilidad fundamental en la promoción de la verdad y la justicia en la sociedad, así como en la defensa de la dignidad humana. Los principios fundamentales de la Doctrina Social de la Iglesia son la dignidad de la persona humana, el bien común, la subsidiariedad y la solidaridad. Estos principios guían la reflexión y acción de la Iglesia en el ámbito social, buscando promover una sociedad justa y humana, donde se respete la dignidad de cada persona y se promueva el bienestar de todos.

Vivimos tiempos de polarización, que están alcanzando cotas de violencia verbal, incluso física (como hemos visto en Torre Pacheco) inéditas en democracia. ¿Cómo debemos posicionarnos ante esta realidad? ¿Cómo hablar ‘en cristiano’ en tiempos de polarización?
Hay que solucionar cada conflicto que se vaya suscitando, eso es lo más inmediato, pero más importante todavía es apuntar a la raíz de los problemas y, sobre todo, tener claro el modelo de persona y de sociedad que queremos. Tenemos que definir qué somos y qué queremos ser, y cómo deseamos vivir. Actualmente somos testigos de una profunda crisis antropológica. No hay más que ver a tantas personas que teniéndolo todo materialmente, no encuentran sentido a sus vidas; personas “líquidas”, como describe Bauman, con vidas fragmentadas, vínculos humanos precarios y efímeros, en una sociedad individualista. El olvido de Dios y la despreocupación por las cuestiones fundamentales sobre el origen y destino trascendente del ser humano, también influyen en el comportamiento moral y social de los individuos, así como el subjetivismo y el relativismo. Y cuando la vida humana queda desarraigada, sin ningún anclaje divino ni absoluto, la norma suprema del comportamiento llega a través del consenso social y todo queda a merced de los intereses de quienes pueden imponer su voluntad. Los más débiles y pobres quedan excluidos y no son tenidos en cuenta. Entonces, la sociedad se vuelve cada vez más egoísta y llena de desigualdades y se llega a «cultura del descarte» que tanto denunció el papa Francisco, en la cual se imponen los intereses de los más fuertes. Por eso es urgente el establecimiento de una economía basada en la ética y en el bien común por encima de los intereses individuales y egoístas. Este es el marco general, y no es suficiente con hacer una llamada a cuidar el lenguaje y las formas en los ámbitos públicos y privados. La llamada es a la regeneración desde la raíz, es una propuesta cristiana sobre el modelo de persona y de sociedad. Y cómo hacerlo si no tenemos los medios necesarios, si somos voces apenas escuchadas. Habrá que confiar en Dios y en los hermanos con los que compartimos el camino y no perder nunca la esperanza. A mí me resulta muy sugerente la propuesta de Benedicto XVI de ser minorías creativas que regeneren la sociedad y recobren los valores de nuestra herencia cristiana.

A comienzos de mes, se conoció el suicidio de un sacerdote italiano, y de ahí surgió un interesante debate sobre el cuidado de clérigos y religiosos. El burn out en la Iglesia, ¿es algo preocupante? ¿Conoce algún caso parecido? En su caso, ¿cómo maneja la soledad?
Siempre es triste conocer estas noticias, y va siendo un problema creciente en el ámbito eclesiástico. Este síndrome, caracterizado sobre todo por el agotamiento emocional, puede tener consecuencias graves en la salud mental y el ejercicio ministerial. Por eso hay que abordar este problema primero desde la prevención, con el acompañamiento, y también con el apoyo profesional. Hoy somos más sensibles a la cultura del cuidado, al tema de la salud mental y sin duda, aquí la iglesia tiene mucho que aportar.
Necesitamos entre todos avanzar en esta cultura del cuidado mutuo, de encontrarnos, de rezar juntos y de pedir ayuda cuando se necesita
Existen propuestas pastorales que van en esta línea del acompañamiento, de la escucha y de la salud espiritual. En el caso del clero, es importante y así lo procuramos. El cuidado de los primeros años de los sacerdotes recién ordenados en lo que llamamos quinquenio es fundamental. Hay que aprovechar los recursos que ya tenemos como la fraternidad que se crea en el propio arciprestazgo o entre los compañeros de cada curso de ordenación. Los ejercicios espirituales, los retiros, otros acontecimientos donde nos encontramos como la Misa Crismal o la fiesta de San Juan de Ávila, o los aniversarios de ordenación, son ocasiones para evidenciar la fraternidad y el gozo de la vocación compartida. Pero no basta solo con estos encuentros.
Necesitamos entre todos avanzar en esta cultura del cuidado mutuo, de encontrarnos, de rezar juntos y de pedir ayuda cuando se necesita. Es necesario tener un director espiritual o acompañante espiritual. Los tiempos que vivimos nos piden también caminar juntos y resolver los problemas en un clima de amistad, de reconocimiento, de gozo espiritual, que todos somos amados por Dios y tenemos una misión gozosa que compartir. La tristeza y los problemas no pueden tener la última palabra.