Una casa amiga, me invitó a comer castañas cocidas con leche. No hacía mucho, en una gran ciudad había podido leer en la carta de un restaurante de lujo: “Nuestro Chef ofrece a nuestra selecta y distinguida clientela un plato fruto de mucha investigación y enriquecido con elementos de su creatividad: castañas cocidas con leche”. “Solo invitamos a gente de mucha confianza a comer esto porque es comida de pobres que viene de los antepasados”, se justificaron mis amigos. “En casa, por estas fechas, hacemos esta comida muchas veces”, les dije. Ahora, muchos de los paladines del buen comer, comen en restaurantes de lujo platos que los rurales han dejado de lado, y hasta despreciado, porque aquellos mismos, seguidores de la moda y de las tendencia de vanguardia, a través de sus poderosos medios de comunicación, los han convencido de que “vuestra cocina [casi toda elaborada con frutos de proximidad] es de pobres, de gente sin gusto en las papilas gustativas y de sociedades que viven aún en el albor de las sociedades civilizadas”.