Misionera diocesana de Madrid en Tanzania, aprendió suajili en tres semanas Almudena Ríos: "Ser misionero es dar a conocer a Cristo y enseñar a relacionarte con Él"

La diócesis de Bunda, en Tanzania, está a orillas del Lago Victoria. Regada con la sangre de los mártires de la vecina Uganda, a esta región llegó hace seis años la madrileña Almudena Ríos (35 años)
Misionera, como lo quiso desde que en una peregrinación a Javier rezó ante el Cristo de la Sonrisa. En su proceso de discernimiento, «deseé vivir como Cristo, que vivió buscando en todo la voluntad de Dios», contaba en el semanario Alfa y Omega. Y esa voluntad la llevó a Tanzania
| B. Aragoneses
(Archimadrid).- La diócesis de Bunda, en Tanzania, está a orillas del Lago Victoria. Regada con la sangre de los mártires de la vecina Uganda, a esta región llegó hace seis años la madrileña Almudena Ríos (35 años).
Misionera, como lo quiso desde que en una peregrinación a Javier rezó ante el Cristo de la Sonrisa. En su proceso de discernimiento, «deseé vivir como Cristo, que vivió buscando en todo la voluntad de Dios», contaba en el semanario Alfa y Omega. Y esa voluntad la llevó a Tanzania.
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Almudena ha sido una de las voces de Obras Misionales Pontificias en su campaña de este 2025. Lo primero que recuerda de cuando llegó a Bunda fue el bochornoso calor y la sencillez. No miseria; sí pobreza y sencillez. Le daba serenidad, justo lo que llevaba tiempo buscando en una Europa donde todo es tan complicado, cuenta. «Si quieres dar una catequesis, tienes que hacer un PowerPoint y estás cuatro horas perdiendo el tiempo con el PowerPoint; allí te despojas de la tecnología, te pones en contacto de tú a tú con la gente».
«Hace falta una evangelización para arraigar bien la fe»
En 2021, su diócesis celebró los 125 años de la llegada de los primeros misioneros. Actualmente la mayoría de la población es cristiana. Los católicos son mayoritarios en las islas del Lago Victoria —los protestantes penetraron en la parte continental—, aunque «hace falta una evangelización para arraigar bien la fe, porque está un poco cogida con pespuntes». El obispo de la diócesis, Simon Chibuga, ha llegado a confirmar de una sola vez a 700 personas en visita pastoral.
La realidad tribal que se impone en Tanzania también condiciona. En los que son monógamos impregna mejor el catolicismo; en los polígamos, el Islam.
Aprendió suajili en tres semanas
La misión de Almudena en Bunda es particular. Llegó allí con el objetivo de abrir una casa de ejercicios espirituales, y pronto se convirtió en la secretaria del obispo. El año pasado, este le pidió que se formase más para implementar la forma de ayudarle. «En la diócesis falta un poco de visión de futuro». Así que la madrileña empezó a estudiar Administración de Empresas.

«Lo primero que hay que hacer como inculturación es la lengua». Y allí hablan suajili. Lo aprendió en las tres primeras semanas en Bunda, quizá con esa facilidad que tiene para los idiomas: ha estudiado griego, latín y hebreo. «Como no tenía dinero para ir a una escuela a que me enseñasen suajili», Almudena se llevaba un cuadernito en el que apuntaba todo lo que escuchaba en el mercado, con los niños… Lo memorizaba por la noche «y al día siguiente intentaba usarlo».
La facilidad de Almudena para el idioma no se correspondía con la de los nativos para pronunciar su nombre, así que rápidamente se lo cambiaron: Ñakuesi, un nombre de la tribu kara que ponen a las niñas que nacen en noche de luna llena porque significa literalmente de la luna. «A mí me lo pusieron por ser blanca».
Años después de su llegada a Tanzania, esta madrileña continúa con su ser misionera, que no es otra cosa que «dar a conocer a Cristo y enseñar a relacionarte con Él. No es tanto hablar de Él, sino enseñar a hablar con Él. Exactamente lo mismo que a mí me cambió la vida».
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