El semanario de la diócesis hace la última entrevista al obispo de Coria-Cáceres Francisco Cerro, en su despedida: "He recibido muchísimo más de lo que he dado"

Francisco Cerro
Francisco Cerro

"Todas las despedidas tienen un sabor agridulce pero uno, en obediencia a la fe, tiene que ir donde Dios le manda"

"Todas las pobrezas, todos los que sufren, los necesitados, tienen que tener acogida en el corazón del pastor"

"Creo firmemente que una Iglesia que se involucra en la vida de las personas, se 'embarra' en sus dificultades y acompaña sus tristezas y alegrías, es una Iglesia viva, que está al ritmo del Corazón de Cristo"

“Mi deseo es que se siga poniendo en práctica el Sínodo en la Diócesis de Coria-Cáceres”

(Diócesis de Coria-Cáceres).- Última entrevista concedida a la Delegación de Medios de Comunicación Social, justo unos días antes de su marcha a Toledo, en la que el obispo Administrador Apostólico, Francisco Cerro Chaves,  nos muestra sus sentimientos, nos cuenta qué se lleva en su corazón y también nos deja unos últimos mensajes de aliento.

¿Cómo se siente en estos momentos justo antes de su inminente marcha?

Pues un momento agridulce, como he manifestado en varias ocasiones. Por una parte la alegría inmensa de haber estado y disfrutado este tiempo de esta Diócesis de Coria-Cáceres, donde me he sentido tan feliz. Y también alegría por ir a otra diócesis donde voy a cumplir mi misión de pastor. Todas las despedidas tienen un sabor agridulce pero uno, en obediencia a la fe, tiene que ir donde Dios le manda

¿Hay alguna pregunta que le hubieran gustado que le hicieran los periodistas?

Ha habido siempre muy buena relación con ellos. Siempre han informado muy bien sobre los proyectos. Hay que agradecer la buena labor de la Delegación de Medios de Comunicación y todos los que han formado parte de ella.

Ha marcado tres claves en sus Eucaristías de despedida: humildad, confianza en Dios y servicio a los pobres. Y con el Corazón de Jesús que lleva en su escudo episcopal. ¿Seguirán presentes como hoja de ruta en su futura misión como arzobispo de Toledo?

Esa es mi idea. Elegí en mi ordenación episcopal “El Corazón de Jesús fuente de evangelización de los pobres” y eso he ido repitiendo en mi día a día. Sería tremendo negar que Dios tiene Corazón y nos ama. En esa línea está el papa Francisco: la ternura, la cercanía, el no alejarse de la gente. Por otra parte la Evangelización, porque es la labor de la Iglesia. Y por último los pobres, porque ha sido la característica de mi vida. Todas las pobrezas, todos los que sufren, los necesitados, tienen que tener acogida en el corazón del pastor.

¿Qué se lleva especial de la diócesis?

Las despedidas han sido muy emocionantes. En Coria, me da la impresión que me acompañaron los niños a los que pongo cara y nombre. También estuvieron sus familias. En Cáceres también cientos de gestos de cariño, en la concatedral no cabía un alfiler. Me quedo con la gente que se acerca y te cuenta sus circunstancias: cosas personales, de trabajo, de salud, porque saben que tú le escuchas. Estoy contento. La diócesis es magnífica, la gente es fantástica y me siento muy contento con los sacerdotes, la vida consagrada, y con los laicos, un laicado formado, gente entregada... Ahí está la labor de los laicos, se ve.Y en el plano material, me llevo los grandes recuerdos de la diócesis. Algunas fotos con personas, las imágenes de la Virgen de Argeme y la Montaña, recuerdos de lugares de sufrimiento y alegría como el Cottolengo, la Casa de la Misericordia y de toda la diócesis que no me he cansado de recorrer... He recibido muchísimo más de lo que he dado.

¿Qué va a echar de menos?

A la gente, las personas que han colaborado conmigo. Es una diócesis que tiene de todo. Cualquier obispo se puede sentir aquí inmensamente feliz. Todo lo que puede el corazón humano desear y anhelar, está aquí.

¿Cuál es su deseo para la Diócesis de Coria-Cáceres?

Que sigan trabajando como hasta ahora, que sigan viviendo y poniendo en práctica el XIV Sínodo Diocesano donde está recogida la corresponsabilidad entre laicos, religiosos, religiosas y sacerdotes. El Sínodo ha sido un auténtico pentecostés para la diócesis y no se debería en ningún momento dejar de poner en práctica. Esto puede dar para muchos años de planes pastorales y de aterrizar en la realidad.

¿Cuáles son sus últimos tres mensajes para la diócesis? Los tres puntos que han caracterizado siempre sus homilías.

Lo que he dicho siempre: agradecimiento a todos, solo quien agradece es feliz. No quiero instalarme en la queja, la queja no hace feliz a nadie, ni al que la tiene ni a los que le rodean. Humildad, uno tiene que ser humilde para reconocer que Dios construye desde su pobreza, y pedir perdón las veces necesarias, porque hay cosas que no se hacen bien. Pero también potenciar lo que se hace bien. Lo que decía Santa Teresa de Jesús, que sería “caminar en verdad”. Y, por último, la confianza. Estamos en unos momentos en los que hay que confiar mucho. Esa frase tan bonita de la escritura: “Confiaré y no temeré”. Mi llamada es siempre a confiar.

Texto completo de la carta de despedida de monseñor Cerro

Hermanos y hermanas de mi querida Diócesis de Coria-Cáceres. Quiero empezar con un gracias. Vuestra ayuda ha sido indispensable en la tarea que me fue encomendada en 2007: la de ser obispo de esta bella diócesis. Quiero agradecer a todos los que han colaborado conmigo en estos años en la Diócesis de Coria-Cáceres por su cercanía, cariño y corresponsabilidad en la construcción del Reino de Dios.

En mi labor como obispo he tenido una máxima: acompañar siempre. Algo que también ha repetido el papa Francisco. Estar cerca de todos: niños, jóvenes, mayores, familias... también de mis sacerdotes y de los religiosos y religiosas. Han sido más de 12 años de camino conjunto. De trabajar codo con codo.

Creo firmemente que una Iglesia que se involucra en la vida de las personas, se “embarra” en sus dificultades y acompaña sus tristezas y alegrías, es una Iglesia viva, que está al ritmo del Corazón de Cristo. Qué importante es estar al lado de los que más sufren, de los necesitados, de los últimos, de aquellos que se encuentran en las periferias de la vida. Hay que estar al lado del pueblo de Dios, como he dicho en alguna de mis correspondencias episcopales: delante, a su lado y detrás para sostener la esperanza de los que no pueden más y les falla todo.

Nuestra misión, la de cada uno, es la de evangelizar, desde la vida de cada uno, desde la parroquia, la delegación episcopal, la curia, el movimiento, la asociación, la cofradía, desde vuestro ser laicos, cada uno como bautizados, tenemos la misión de llevar la Palabra de Dios a cada hombre y mujer que se cruza en nuestro camino. Por eso, deseo que la pasión por el Corazón de Cristo (devoción muy presente en mi vida sacerdotal y episcopal), y por la Iglesia que como Madre de los pobres, que son el tesoro de Cristo, nos lleve a todos a salir a las periferias del mundo para anunciar la salvación a los que sufren.

Me encomiendo a Nuestra Sra. de Argeme y a San Pedro de Alcántara, para que me iluminen el camino que ahora emprendo y para que cuiden de mis paisanos. Solo tengo palabras de agradecimiento por esta etapa en la que he aprendido a ser obispo, pastor. También en estos años me he podido equivocar y por ello pido perdón.

Por último me atrevo a pediros que recéis por la nueva tarea que me encomienda la Iglesia, que acepto con humildad y con la confianza plena de que quien todo lo puede es Dios nuestro Padre, que nosotros somos meros colaboradores suyos, de su plan.

Por último, quiero despedirme con tres claves, la seña de identidad de mis comunicaciones y homilías, mi último y especial mensaje a la diócesis:

Primero. A todos los que me he encontrado en el camino de la vida, gracias de corazón.
Segundo. Rezad por mí para que sea un buen pastor.
Tercero. No olvidéis a los que sufren que son el tesoro de la Iglesia.

Os abrazo y bendigo de corazón.

† Francisco Cerro Chaves Arzobispo de Toledo

1 de marzo de 2020

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