¿En serio? ¿Ahora?

Me consta que los nuevos aires de la Iglesia -española y romana- van en esta línea. La Iglesia tiene el derecho y el deber de hacer oír su voz y reclamar su espacio en la sociedad, sin imposiciones de ningún tipo y sin más preferencias que las que determinen los ciudadanos. Sí a la clase de Religión -de cualquier confesión, ojo-, de carácter voluntario, y no a la financiación estatal de ninguna de ellas. Dejo esto claro porque ayer saltó la noticia de que el PSOE urge al Gobierno a derogar los Acuerdos Iglesia-Estado y a elaborar una nueva Ley de Libertad Religiosa. Y mientras nos sacude la crisis, los escándalos de financiación ilegal de partidos y sindicatos, la desconfianza en las instituciones y en los políticos, los inmigrantes se rajan en las concertinas de Melilla, uno se pregunta ¿en serio? ¿Ahora?
Hace pocas fechas, el Papa Francisco se quejaba, ad intra, de las "obsesiones" de algunos eclesiásticos por el sexo y la moral. Ad extra, cabría decir lo mismo respecto de otras "obsesiones" (el PP con las reformas laborales y el déficil, Izquierda Unida con la república o el PSOE con el Concordato). En el caso de los socialistas, la cosa resulta más grave en tanto en cuanto han gobernado hasta hace dos días. ¡Y con una Ley de Libertad Religiosa y de conciencia muy avanzada que lamentablemente se quedó en un cajón!
No me cabe duda de que la revisión de los Acuerdos Iglesia-Estado es necesaria para adaptarla a la realidad de la España de hoy. También, de que es preciso mantener relaciones bilaterales con un estado de la relevancia de la Santa Sede. Ignorar esto es tapar el sol con un dedo. Y creer que ahora, con la que está cayendo, esto importa lo más mínimo a los ciudadanos, y más aún cuando, por primera vez en décadas, la sede de Pedro está ocupada por una persona que entiende los signos de los tiempos, es de vivir en otra realidad. Exactamente lo mismo de lo que acusábamos a los obispos. Estoy en esto con Gil Tamayo: ¿De verdad esto le preocupa a alguien con la que está cayendo?
Hay muchos hombros que arrimar, muchas mangas que arremangarse, mucha sociedad que construir, como para perder el tiempo en zarandajas. Sí a una nueva relación Iglesia-Estado. Sí a una mayor laicidad en España. Pero centremos los debates en lo importante, en lo urgente. En la crisis y en los que sufren. Y construyamos una sociedad pobre y para los pobres. Como quiere Francisco su Iglesia. Como ciudadanos y creyentes -o no- libres y responsables.