Compromiso político del cristiano

Portada del libro
de Francisco Margallo
Compromiso político
en el Vaticano II
Ed. San Pablo (Madrid)
La encarnación de Jesucristo en el mundo que celebramos cada año en Navidad nos dice que los cristianos no hemos de huir del mundo, como creía una espiritualidad sentimental de antaño, sino que hemos de implicarnos en toda su problemática para hacerle más humano.
El Concilio Vaticano II quiso corregir este error y dice en la Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual:
El mensaje cristiano no aparta
a los hombres de la edificación
del mundo, sino que les impone
el deber de hacerlo (GS 34, 3).
Y por si quedaba alguna duda dice más adelante:
se equivocan los cristianos
que pretextando que no tenemos aquí
ciudad permanente, creen
que pueden descuidar las tareas
temporales, sin darse cuenta que la
propia fe les obliga al más perfecto
cumplimiento de todas ellas, según la
vocación de cada uno (GS 43, 1).
El cristianismo dice insistentemente la teología emanada del Concilio, no es una oferta de salvación púramente interior. En su origen fue y sigue siendo un movimiento mesiánico-liberador que abriga la esperanza de que se haga realidad algún día una nueva sociedad en la que no haya excluidos y y todos los hombres y mujeres puedan vivir como merece su dignidad.
El intento de reducir el cristianismo a la interioridad del individuo o al culto del templo es desvirtuarlo. El Dios bíblico y cristiano es vida compartida en los avatares del mundo para su transformación, lugar privilegiado, pues, para la manifestación de Dios.
De esta dimensión social y pública de su fe nace para el cristiano el compromiso sociopolítico de hacerse presente allí donde se decide el futuro de los hombres, especialmente de los que no pueden hacer oír su voz. En este sentido la fe cristiana es un fuerte clamor de justicia y libertad que de respuesta a las expectativas del hombre-mujer, volcado siempre hacia el futuro, a sus problemas y los de la sociedad.
De ahí que frente a la huída del mundo, que la ascética recomendaba en otron tiempo, el Concilio convoca hoy al cristiano a hacer realidad en el tiempo presente las promesas de Dios de un mundo nuevo, acreditando la ortodoxia de su fe con la ortopraxia. Ha sido la Constitución pastoral del Vaticano II la que nos ha hecho tomar conciencia de que las cuestiones públicas no pueden ser ajenas a la fe de los cristianos, sino que estos han de activarla para que el reino de Dios que es libertad justicia,paz, verdad, amor...y que permanece oculto a causa de las injusticias de los hombres resurja en una sociedad y un mundo nuevos.
La teología conciliar insiste en que si no se presta más atención a la cohesión social en los pueblos, no hay redención del hombre de nuestro tiempo: esta es una tarea que pertenence a la esencia de la fe cristiana, que es histórica y no puede ser indiferente ante las realidades humanas asumidas en la encarnación de Jesucristo. Es lo que nos recuerda la Navidad cada año.
Dado que la comunidad política se basa en un noble sentido de responsabilidad y dedicación al bien común, no cabe duda que el cristiano está vocacionado de manera particular a ser un ejemplo vivo de ciudadano intachable, atento siempre al bien común y la paz social.(F. Margallo, Compromiso político en el Vaticano II. Raíces humanas de la esperanza cristiana Ed San Pablo, Madrid 2003).
"El futuro lo construimos juntos o tal vez no haya futuro...Son los ciudadanos movilizados los que configurarán el mundo del futuro...Este tiempo nos llama a acercarnos a la organización barrial, comunal o social más próxima para ocupar nuestro lugar"...(en la tarea).
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