Cristianismo y Secularidad



8. Función de la teología política hoy

8.3. Recristianizar Europa hoy


Otra de las funciones fundamentales de la teología política europea es la recristianización de Europa hoy. En 1994 la Conferencia Episcopal Española reconocía que nuestro país necesita ser evamgelizado de nuevo. Lo mismo se dijo de Francia unas décadas antes.

Todos los países herederos de la vieja cultura europea que dió a luz el Estado unitario cristiano: un Dios, un césar, una fe y un imperio necesitan ser evangelizados de nuevo, porque tienen una gran avidez económica y materialista, pero muy escasa sensibilidad evangélica. De ahí la pregunta ¿está la Iglesia capacitada para emprender la nueva evangelización?.

Es preciso subrayar el adjetivo 'nueva', porque el evangelio insiste mucho en lo nuevo, en hacer nuevas todas las cosas. Y de aquí emerge otra inquietente pregunta: ¿Acaso no está la Iglesia demasiado ligada al pasado y a la tradición?. Esto es un impedimento muy fuerte para llevar a cabo su proyecto, porque le deja poco espacio libre para emprender su propia renovación en profundidad y la nueva evangelización, que van parejas.? Además, esta hipoteca del pasado hace que la Iglesia se sienta incapaz de vivir el presente.

El Vaticano II en la Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual reaccionó de manera impactante contra esta alienación eclesial. Sin embargo, se ha echado un tupido velo sobre este documento conciliar, tal vez por su progresismo y apertura al mundo moderno que tenemos que cristianizar empleando su mismo lenguaje.

La Iglesia no es consciente todavía de que para evangelizar es preciso que el evangelizador y el evangelizando hablen el mismo lemguaje, de lo contrario no se entienden. Por tanto, en lugar de rechazar el lenguaje secularizado o laico del mundo actual debería asimilarlo, aunque sólo sea para poderse comunicar con él. Por otra parte, la secularidad es originaria del cristianismo, como tratamos en otro lugar.

Pero la Iglesia actual, mayoritariamente conservadora, prefiere aferrarse a los hábitos teológicos medievales, a pesar de que la Biblia nos advierte muy graficamente con la imagen de la mujer de Lot, convertida en estatua de sal, del error de mirar demasiado al pasado. La mejor manera de ser fieles a la tradición no es volverse repetidamente sobre ella, sino descubrir el presente en profundidad para volcar sobre él una síntesis de la mejor fe que aquella nos ha legado. Eso es lo que hicieron los personajes bíblicos y patrísticos que atraen nuestra atención.

La vida no se para en un momento determinado de la historia, sino que sigue adelante ligera de equipaje. Cuando miramos excesivamente hacia atrás y nos imbuimos de valores antiguoas corremos el riesgo de perder el ritmo de la historia. Esto le ha sucedido a la teología y a la evangelización, desoyendo la advertencia evangélica: Quien pone la mano en el arado y mira hacia atrás no es apto para el reino de Dios. No es necesario, pues, irnos a los caminos de Emaús para encontrarnos con Jesucristo.

Es por los caminos polvorientos de Chiapas, Etiopía o la Palestina masacrada por Israel como nos encontramos hoy con él. En consecuencia, urge devolverle a la teología y a la evangelización la actualidad propia de la historia en todo momento, porque es en ella donde se revela Dios .
Dicho de otro modo, no es posible ser ajenos a la historia que viven los hombres en el anuncio evangélico, porque lo que acontece en ella, forma parte de la única historia de salvación.

El teólogo-obispo, Walter Kasper, cardenal entonces en el Vaticano y responsable de Ecumenismo dice así: Ni la naturaleza ni las profundidades del alma humana, sino la historia que vive la humanidad es el ámbito en que nos encontramos con Dios. La fe cristiana es histórica por razón de su mismo objeto, por lo que el cristiano no puede sustraerse a los problemas que plantea hoy el mundo a base de retirarse a un epacio de fe o de considerar las cuestiones históricas como irrelevantes. Dios actua siempre en la historia, aunque esto sólo sea perceptible por la fe . También la historia es para Renan "embriogenia de Dios", una especie de teología.

Pero la evangelización de Europa a que apelaba el espiscopado europeo hace unos años y Juan Pablo II también, no se ha emprendido con la profundidad exigida por el Vaticano II. La decristianización del Viejo Continente es mayor de lo que se podía imaginar, porque no afecta sólo a los alejados, sino también a los que se acercan regularmente al templo y a la práctica sacramental. Ellos también se han dejado arrastrar por la corriente materialista y hedonista de la vida que asola hoy al mundo.

El origen de esta deserción de los cristianos yo no dudaría en situarlo en el carácter dualista que ha revestido el anuncio evangélico, distinguiendo entre la vivencia personal de la fe y su acción en las realidades temporales como si fueras dos cosas distintas. Este dualismo es la causa de la descristianización de Europa y del mundo, por lo que se hace necesario integrar fe y compromiso en la sociedad.

Frente a la huida del mundo que se recomendaba en otro tiempo, el cristiano es requerido hoy a estar presente, como un ciudadano cualquiera, en las instituciones públicas en las que se decide el futuro de los hombres y los pueblos. El anuncio del evangelio se desvirtúa cuando se dirige sólo a la conversión del corazón sin incidir en la transformación de las situaciones sociales injustas, haciendo de la conversión un proceso exclusivamente interno del individuo.

Para evitar esto lo mismo la nueva teología política europea como la de la liberación consideran indispensable la conversión política del corazón burgués que arrastramos buena parte de los cristianos. El cristianismo no puede ser sólo pensado o creído, sino que tiene que ser vivido en el contexto global de la vida social.

Ver: Francisco Garcia-Margallo Bazago
Cristianismo y Secularidad
Manual de Teología Política Europea
(Es el texto de mi tesis doctoral)
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