Teología de J. Ortega y Gasset.



Evolución del cristianismo

3. Importancia del lenguaje en teología

Lenguaje del humanismo político

Hoy evidentemente estamos muy distantes del pensamiento
mítico del hombre primitivo. La idea del humanismo político contemporáneo es bien distinta, como lo es asimismo el pensamiento de la nueva teología política europea surgida del Vaticano II y de la Conferencia mundial del Consejo ecuménico de las iglesias, celebrado en Ginebra en julio de 1966

Esta teología vincula el lenguaje religioso a una "una educación para la ciudadanía política(observen la coincidencia con la nueva asignatura Educación para la ciudadanía), puesto que la fe ha de practicarse en los avatares de la vida cotidiana. Una concepción trascendente de la fe insensible a la pasión del mundo no tiene cabida en el humanismo político-secular de muchos teólogos.

Así mismo la exigencia ética, el imperativo categórico para la transformación del mundo que les mueve no se deriva de los dioses ni del más allá, sino de su carácter histórico, de su inserción en el presente y de su participación en el sufrimiento de la comunidad humana. También los recursos para realizar esta tarea son completamente humanos y seculares.

El teólogo brasileño Rubem Alves comparte la tesis de Bonhoeffer sobre el hombre secular, que ha aprendido a hacer frente solo a todas las cuestiones importantes de la vida sin tener que recurrir a Dios como hipótesis de trabajo. En efecto, Bonhoeffer, haciéndose eco de la teología de Bultmann, cree que este no llegó demasiado lejos en el ensayo sobre la desmitificación.

La tesis del teólogo víctima del nacismo es que se debe hablar de Dios no de manera religiosa, porque hablar religiosamente quiere decir hablar de forma abstracta metafísica y ninguna de las dos le parecen que conectan con el mensaje bíblico y menos aún con el hombre actual secularizado. Sin embargo, sigue siendo real en muchos casos la tensión entre trascendencia e inmanencia, este mundo y el otro mundo, a que está sometido el que se acerca a la Palabra de Dios.

El mismo reino de Dios anunciado por Jesús aparece tensionado, es de acá y de allá al mismo tiempo, pero no hemos sabido integrarle equilibradamente en la teología, en la predicación, la espirituslidad o las clases de religión. Hemos optado por el de más allá y hemos abandonado a su suerte al mundo presente, incluso hemos creado una confrontación entre dos mundos y, al mismo tiempo una confrontación de lenguajes.

Da la impresión de que para participar en la historia de la transformación del mundo, para que emerja un mundo nuevo hemos de alejarnos del lenguaje de la teológía. Y entonces surge una contradicción: la de ser fieles a la vocación a de ser creadores de la historia, por un lado y por otro, pertenecer a una esfera metahistórica. La nueva teología política europea, a la que hemos aludido, y la de la liberación, que también es teología política, han optado por un lenguaje político-secular y liberador para el anuncio del mensaje.

Esto ha llevado al teólogo Rubem Alves a pensar que cuando Nietzche hablaba de la muerte de Dios, anunciaba la muerte del lenguaje teológico con un entusiasmo liberador. Alves interpreta que lo que Nietzche estaba denunciando es que el lenguaje teológico de la trascendencia negaba el cuerpo, los sentidos, la libertad y la creatividad. De manera que la gloria de Dios no era ya el vivens homo, sino el sufrimiento y la aniquilación del hombre.

Feuebarch acusa también al lenguaje de la teología, que para afirmar a Dios tiene que negar al hombre en estos términos: el empobrecimiento real del mundo y el enrriquecimiento de Dios es la misma cosa. Sólo el hombre pobre tiene un Dios rico...Dios es la compensación de la pobreza de la vida...Él es para la religión el sustituto del mundo perdido.

La tesis de Feuerbach se resume en esta frase suya: "Yo niego a Dios, es decir, yo niego la negación del hombre". Las diferencias entre Niezsche y Feuerbach son grandes. Para el primero Dios es la causa del sufrimiento del hombre, para Feurbach, en cambio, es la compensación del sufrimiento humano.

El humanismo político que es incompatible con todo lo negativo de la historia, entra también en conflicto con el lenguaje teológico trascendental. Alves se sitúa en linea con la nouvelle theologie, que niega la trascendencia concebida como dominio superior y separado del mundo, en el sentido del cristianismo no religioso de Bonhoeffer en Resistencia y sumisión.

Se niega, pues, lo religioso constituido por lo que Nietzsche llamaba los terceros mundos, es decir, el mundo del más allá y el interior del alma donde el hombre religioso busca refugio ante las dificultades de la vida presente y sólo se preocupa de su alma o de su salvación en el más allá. Queda descartada categóricamente su actitud religiosa, porque la fe obliga al hombre a tener los dos pies en la tierra y a buscar a Dios no fuera, sino en el corazón mismo de la historia que vive el mundo en todo momento, porque es en ella donde se revela Dios.

Teología, decíamos, es hablar sobre Dios, algo muy difícil o casi imposible. Santo Tomás de Aquino llegó a decir: "De Dios no podemos saber lo que es, sólo lo que no es". En este mismo sentido el autor peruano José-María Arguedas, cuyo testimonio avala Gustavo Gutierrez, ha escrito: Lo que sabemos es bastante menos que la esperanza que sentimos. Dios es efectivamente, más objeto de esperanza, respetuosa con el misterio, que del saber". A pesar de todo, Dios es un misterio que debe ser comunicado y no puede permanecer en secreto, porque significa vida para toda persona.

Pero en la teología de la lberación se dice que primero hay que comenzar por la contemplación de Dios y con la acogida de su voluntad; después, en un segundo momento se piensa y se habla sobre él. Es decir, que el culto rendido a Dios y la puesta en práctica de su proyecto son la condición necesaria para la reflexión sobre él. Sólo a partir de la doble práctica(contemplación y compromiso), es posible elaborar un discurso auténtico y respetuoso sobre Dios.

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