La cigüeña sobre el campanario

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La blanca cigüeña,
como un garabato,

tranquila y deforme, ¡tan disparatada!
sobre el campanario.
Antonio Machado

¡Yo creo en la esperanza...!
El credo que ha dado sentido a mi vida


4. El Cristo de mi fe

II. Descubrimiento de la Religión
Verdadera



El segundo mandamiento del decálogo y la obra de los profetas.

El estudio de Carlos Marx me ayudó a cobrar conciencia de la falsedad de un cristianismo ontológico-cultualista, la lectura de los profetas de la Biblia me iluminó en este camino

Se puede decir que todo el mensaje de los profetas se reduce a dos capítulos: la denuncia y reprobación fortísima de un culto que va junto con la injusticia social, y de la denuncia y reprobación igualmente enérgicas de un sincretismo religioso, que unía el culto de Yahvé con con el culto de los baales, los dioses paganos de los pueblos circundantes.

La reprobación de un culto aliado a la injusticia alcanza tonos de enorme intensidad. Ya desde Amós, el más antiguo de los profetas cuyos oráculos nos ha conservado la Biblia :

Detesto y rehuso vuestras fiestas,
no quiero oler vuestras ofrendas
Aunque me ofrezcáis holocautos y dones
no me agradarán;
no aceptaré los terneros cebados
que sacrificaréis en nacción de gracias.
Retirad de mi presencia el estruendo del canto,
no quiero escuchar el son de las cítara;
fluya como el agua el derecho;
la justicia como un arroyo perenne.
(Amós 5, 21-24)
Para Oseas el desposorio con el pueblo con Yahvé (la alianza) sólo puede realizarse "en derecho y justicia, en misericordia y compasión.
(Oseas 2, 21).

Miqueas explica en qué consiste la verdadera actitud religiosa, grata a Yahvé. No la religión cultual, sino la ético profética. El texto del profeta habla por sí solo:

¿Con qué me acercaré al Señor,
me inclinaré ante el Dios de las alturas?
¿Me acercaré con holocaustos,
con novillos de un año?
¿Se complacerá el Señor
en un millar de carneros,
o el diez mil arroyos de grasa?
¿Le daré un primogénito para expiar mi culpa,
el fruto de mi vientre, para expiar mi pecado?
Te he explicado, hombre, el bien,
lo que desea Dios de tí:
simplemente que respetes el derecho,
que ames la misericordia,
y que andes humilde con tu Dios.
Miqueas 6, 6-8)

En Isaías aparece la instauración de la justicia en la hitoria como obra de Yahvé, el Señor, y como contenido de la esperanza mesiánica:

El pueblo que camina en tinieblas
vió una luz grande;
habitaban tierra de sombras,
y una luz les brilló.
Acreciste la alegría,
aumentaste el gozo;
se gozan en tu presencia,
como gozan al segar
como se alegran al repartir el botín.
Porque la vara del opresor,
el yugo de su carga,
el bastón de su hombro
los quebrantaste como el día de Maidán.
Porque la bota que pisa con estrépito
y la túnica empapada de sangre
serán combustible,
pasto del fuego.
Porque un niño nos ha nacido,
un hijo se nos ha dado;
lleva al hombro el principado,
y es su nombre:
Maravilla de consejero,
Dios guerrero,
Padre perpetuo,
Príncipe de la paz.
Para dilatar el principado
con una paz sin límites,
sobre el trono de David
y sobre su reino.
Para sostenerlo y consolidarlo
con la justicia y el derecho,
desde ahora y por siempres,
el celo del Señor lo realizará.
(Isaías 9, 1-6)

En el libro de Jeremías hay un pasaje extraordinariamente expresivo. La religión ontológico-cultualista, con su desinterés por la justicia social e histórica, que la convierte inexorablemente en instrumento de injusticia, copertura de opresión, es falsa, aunque pretenda dirigirse al Dios verdadero, a Yahvé, el Señor. Este trozo guarda para los católicos de hoy la misma actualidad que tenía para los habitantes de Judá a principios del siglo VI antes de Jesucristo:

Palabra del Señor que recibió Jeremìas.
Ponte a la puerta del Templo,
y grita allí esta palabra:
¡Escúcha Judá la palabra del Señor,
los que entráis por estas puertas
para adorar al Señor!
Así dice el Señor de los Ejércitos, Dios de Israel:
Enmendad vuestra conducta y vuestras acciones,
y habitaré con vosotros en este lugar.
No os creáis seguros con palabras engañosas,
repitiendo: "Es el Templo del Señor,
el Templo del Señor, el templo del Señor"
Si enmendáis vuestra conducta y vuestras acciones,
si juzgáis rectamente entre un hombre y su prójimo,
si no explotáis al forastero, al huérfano y a la viuda
si no derramáis sangre inocente en este lugar,
si no seguís a dioses extranjeros para vuestro mal,
entonces habitaré con vosotros en este lugar,
en la tierra que dí a vuestros padres,
desde hace tanto tiempo y para siempre.
Mirad: vosotros os fiáis
de palabras engañosas que no sirven de nada.
¿De modo que robáis, matáis, adulteráis
juráis en falso,
quemáis incienso a Baal,
seguís a dioses extranjeros y desconocidos,
y después entráis
a presentaros a mí en este templo,
que lleva mi nombre,
y os decís: Estamos salvos,
para seguir cometiendo esas abominaciones?
¿Creéis que es una cueva de bandidos
este templo que lleva mi nombre?
Atención, que yo lo he visto
_oráculo del Señor_.
Jeremías 7, 1-11).
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