La serpiente del paraíso

Los avances que ha logrado últimamente la ciencia ha escandalizado a un sector de la jerarquía eclesiástica y a los cristianos involucionistas. Así se puso de manifiesto en el caso de la Ley de Reproducción Asistida, que permite la selección de embriones para concebir hijos, que actúen como donantes a hermanos que padecen enfermedades graves. Se dan casos de niños que sólo pueden sobrevivir con los genes de otro hermano que engendren los padres con embriones, previamente seleccionados, compatibles con los suyos.
Se han dado casos de matrimonios que han tenido que ir al extranjero por no estar permitido en nuestro país. Si eso se puede hacer en otros países europeos ¿por qué no aquí?. ¿Llegará el momento en que sean los científicos los que tengan la palabra en estas cuestiones?.
El portavoz de la Conferencia Episcopal Española se apresuró a decir que con esta ley se va a salvar a un hermano y se van a echar unos cuantos a la papelera. La Plataforma Alternativa se opuso asimismo a la ley diciendo que es contraria a los acuerdos internacionales. En cambio el cardenal Collet de la Comisión Teológica del Papa declaró, en el caso del preservativo, que oponerse al progreso y a los avances de la ciencia es oponerse al Creador, que no quiere que su obra quede bruta e imperfecta, sino que se perfeccione cada vez más.
Todos los involucionistas manifiestan con su intransigencia que ellos son los responsables del retraso de la ciencia en su desarrollo. Ya el cardenal Nicolás de Cusa en los albores del Renacimiento no pensaba como ellos, porque llama al científico “Dios de ocasión”, que nos revela los grandes proyectos divinos que se ocultan en la ciencia.
El filósofo Erns Bloch se remonta al mito del paraíso por considerarlo enemigo primero de la ciencia, en el que los involucionistas fundamentan su posición. Finalmente el mito ha sido desmitificado y bien interpretado a la luz de la propia ciencia: el verdadero pecado no es querer ser como Dios ni conocer el bien y el mal, sino permanecer como animales en el paraíso.
Por la serpiente vino la felicidad al mundo. Es cierto que es portadora de veneno, pero en el báculo de Esculapio es curación y lo fue para los israelitas enfermos de lepra que se curaban al mirarla sobre lo alto en un palo durante la travesía del desierto (Núm 21, 4-9).
Y la liturgia cristiana desde los primeros tiempos se vuelve sobre la gesta del paraíso y canta agradecida en la noche de pascua: ¡Feliz culpa que mereció tal redentor. Esta culpa preparó el camino a Jesucristo, hombre libre, que fue puesto en lo alto de la cruz, como la serpiente de Moisés en el desierto. Su delito fue abrir los ojos al mundo y anunciarle su liberación.
El gran pecado contra el Espíritu Santo, apostilla Ortega y Gasset, es el horror a las ideas y a las teorías, es decir, a la ciencia y el conocimiento. La inconsciencia es para él lo que se opone a la virtud de la ciencia y cuando esta terrible enfermedad inficiona la vida de un pueblo, lo convierte en uno de los barrios bajos del mundo.
-----

Los interesados en la adquisición del libro de J. Ortega y Gasset pueden llamar al tf. 91 534 27 65. o escribir a:
fmargalloba@hotmail.com// En Madrid: Librería El Buscón Cardenal Silíceo 8. Semiesquina López de Hoyos 148 www.elbuscon.esTambién en Libreria Basílica C/ Comandante Zorita, 23Telf 91 534 45 54. Y tambien en Meta Librería. Filosofía y Ensayo C/Joaquín María López, 29 en Madrid Telf d91 544 78 26. Y La Librería C/Mayor 80 Madrid Tel 91 541 71 70