Fíjate si a Dios le interesa la liturgia que instituyó la Eucaristía. Ante la desafortunada afirmación de José Mª Castillo

Yo no soy nadie, ni un sabio erudito ni un teólogo de renombre ni mucho menos una autoridad en la Iglesia, solo soy un simple cristiano y para el pueblo de Dios, su servidor, un presbítero que trata de acompañar una comunidad parroquial en una barriada de Valladolid.

Dicho mi curriculum vitae dejo libertad a mi corazón para hablar desde el respeto y la fraternidad pero también desde la tristeza y la preocupación.

Observo cómo en el seno mismo de la Iglesia se alzan voces que tratan de oponer dos enormes riquezas y realidades que vive la Iglesia: el culto y la ayuda a los más necesitados. Ambas realidades van de la mano y se complementan y así nos lo enseña la Iglesia desde sus orígenes. El riesgo que siempre está ahí es el de desequilibrar la balanza por un lado o por otro.

Existen aquellos que se esconden en lo pomposo y ritualista mostrando una enorme falta de delicadeza y sensibilidad hacia el Cristo sufriente en los hermanos que permanecen tirados en los bordes de los caminos. Efectivamente un ritualismo sin tener en cuenta la realidad de las personas se convierte en ritos vacíos reservados a una élite acomodada.

Pero existen también aquellos que se empeñan en presentar al pueblo de Dios como una ONG o una institución meramente asistencial o caritativa. Incluso los hay que cargan de ideología política la fe deformando su autenticidad y utilizándolo como arma arrojadiza de protesta social. La Iglesia se juzga únicamente por su compromiso con los problemas sociales.

Ambas posturas me hacen sentir frío en el corazón y sin duda la necesidad de gritar que esas dos iglesias son falsas.

Nuestro Señor resumió la ley y los profetas en un simple mandamiento:
“Amarás al señor tu Dios con toda tu alma y todo tu ser y el segundo es similar a este: amarás al prójimo como a ti mismo” Tres direcciones que se complementan: Dios, el prójimo y uno mismo. La armonía cristiana trabaja en esos tres amores.

Es absurdo y deshonesto querer desechar la vivencia celebrativa y cultual de la Iglesia. Somos el Pueblo del Dios que peregrina por esta vida dando gloria a Dios y sanando las heridas físicas, morales y afectivas de aquellos hermanos y hermanas que vamos encontrando por el camino y que son víctimas de la pobreza, la violencia, la enfermedad, la marginación, el abandono…. No somos una ONG ni una organización meramente social. Somos el pueblo de creyentes, el cuerpo de Cristo, la Esposa que sale al encuentro de su Esposo
La liturgia es central en la vida de la Iglesia y con palabras contundentes lo ha expresado la Iglesia en concilio en Sacrosanctum Concilium, 10:

“La Liturgia es la cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia y al mismo tiempo la fuente de donde mana toda su fuerza”

No lo dicen cristianos “que se ponen nerviosos ni cristianos que se sirven de ritos para defenderse del caos” como alguno ha dicho. Esto lo afirma y lo cree la Iglesia que ora y celebra su fe. La misma fe que empuja al compromiso con la construcción de un mundo más justo y más fraterno.

La pregunta: "¿Qué es lo más importante, los ritos o las personas?" es engañosa y trata de polarizar la respuesta. A mi humilde parecer, ambas son importantes en la vida de la Iglesia. Los ritos en cuanto expresión de una fe viva que se celebra y orienta la vida del creyente. Las personas en cuanto destinatarios y actores principales de tales ritos.

La fe que se celebra es la fe que se cree y la fe que se vive. No hay enfrentamiento entre una y otra. No se es más cristiano cargándose la liturgia y el rito donde el pueblo de Dios da culto al Padre en el Hijo por el Espíritu Santo. No se mide la autenticidad de la vida cristiana únicamente por el compromiso en la construcción de un mundo mejor.

El cristiano está llamado a buscar el Reino de Dios y su justicia. Imposible hacerlo enfrentando culto y compromiso, ambas inseparables.

Por cierto, qué peligroso resulta hacer decir al Evangelio lo que no dice o seccionarlo. El Evangelio muestra inequívocamente cómo Jesús participaba de la vida litúrgica y cultual de su pueblo a la vez que sanaba enfermos y daba de comer a los pobres. En Jesús no hay enfrentamiento entre oración y acción.

Nuestro Señor inició su vida pública sometiéndose a la liturgia propia del bautismo de Juan (“Ahora déjame hacer esto, porque conviene que así cumplamos todo lo que es justo”. Mateo 3,15).

En las tentaciones del desierto Jesús responde a las sacudidas del diablo:

"El hombre no vive solamente de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios"
“Retírate, Satanás, porque está escrito: "Adorarás al Señor, tu Dios, y a él solo rendirás culto”

Jesús no contrapone el culto con la sanación de los enfermos ni marginados:

“Jesús recorría toda la Galilea, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del reino y curando todas las enfermedades y dolencias de la gente.” Mateo 4, 23

Jesús viene a dar cumplimiento a la ley y al culto, sus confrontaciones con los maestros de la ley y fariseos de la época n es por el culto o la ley en si sino por su falta de amor y humanidad.

“El que no cumpla el más pequeño de estos mandamientos, y enseñe a los otros a hacer lo mismo, será considerado el menor en el Reino de los Cielos. En cambio, el que los cumpla y enseñe, será considerado grande en el Reino de los Cielos.” Mateo 5,19

Me resultó muy desafortunada e injusta la afirmación que hace José Mª Castillo “O el Evangelio es mentira o la liturgia le preocupa a Dios bastante menos que al clero y sus más fieles adeptos”.

Me deja sorprendido y con un amargo sabor de boca escuchar de labios de un cristiano tal desprecio hacia la liturgia que es fuente y culmen de la vida cristiana. Quizás convenga recordar de nuevo que Jesús mismo instituyó la Eucaristía y Él mismo nos pidió “Haced esto en memoria mía”.

Quizás convenga recordar tras afirmaciones tan desafortunadas que el mismo Señor quiso celebrar el rito de la Pascua y pidió a sus discípulos:

“El primer día de la fiesta de los panes Acimos, cuando se inmolaba la víctima pascual, los discípulos dijeron a Jesús: «¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la comida pascual?». El envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: «Vayan a la ciudad; allí se encontrarán con un hombre que lleva un cántaro de agua. Síganlo, y díganle al dueño de la casa donde entre: El Maestro dice: «¿Dónde está mi sala, en la que voy a comer el cordero pascual con mis discípulos?». El les mostrará en el piso alto una pieza grande, arreglada con almohadones y ya dispuesta; prepárennos allí lo necesario». Los discípulos partieron y, al llegar a la ciudad, encontraron todo como Jesús les había dicho y prepararon la Pascua.” Marcos 14, 12-16

Benedicto XVI afirmó: "El trato que le demos a la Liturgia, decidirá el destino de la fe y de la Iglesia".
Volver arriba