Las 4 mujeres del Apocalipsis: Madre, Perseguida, Prostituta, Novia

Comencé ayer la serie de la Gran Ramera, acabando con un “continuará”. Pensaba terminar hoy, con la Muerte de la Ramera. Pero los comentarios, algunos emocionados, pero otros sesgados y des-informados, me invitan a retomar de atrás este motivo.
Recojo para ello parte del material que presenté en el Congreso de Rieti (2002), patrocinado y publicado por una Sociedad Mariológica Italiana. Dejo la parte más técnica del principio y comienzo presentando las cuatro mujeres en una (la cuaternidad femenina) del Apocalipsis, que no resuelve todos los problemas, pero que ayuda a entenderlos. Éstas son las cuatro mujeres:



1. La gran Madre (Ap 12, 1-5)
2. La mujer perseguida y amenazada por el Dragón (Ap 12, 6-18
3. La Prostituta, al servicio del Dragón (Ap 17-18)
4. La mujer Novia del Cordero (Ap 21-22).


Es evidente que además de la mujer madre-perseguida-prostituida-novia… hay otras figuras de mujer que Ap no contempla o destaca: la mujer trabajadora, la mujer-libre soltera, la mujer monja, la mujer guerrera etc. Pero las cuatro que ha desarrollado me parecen muy significativas. Por eso, para conocer a la Gran Ramera y precisar las circunstancias de su muerte, debemos conocer a sus “compañeras”.

Éstas son las cuatro caras de la mujer bíblica del Apocalipsis. Por favor, los comentaristas, si pueden, sean correctos. Si no pueden, si son de piñón fijo… les seguiremos soportando (sabiendo de antemano lo que van a decir). Buen día a todos. La serie puede ser larga, cinco o ser “escenas”. Evidentemente, como en todo serial que se precie, puede haber repeticiones. No olviden que esto es Biblia, palabra de Dios, para los cristianos de todas las confesiones.

Introducción

Estas reflexiones se sitúan dentro de la poderosa corriente escatológica de Israel, que ha sido recreada por Jesús y sus primeros seguidores. Eso significa que estamos en el centro y meta de la historia, en las manos de la acción de Dios; somos responsables, es decir, podemos y debemos responder a la llamada del momento (es decir, de Dios: cf. Mc 1, 15), de un modo no sólo individual, sino como pueblo elegido. Desde esa base quiero destacar el aspecto escatológico de los grandes signos del Apocalipsis: ellos hablan del conflicto definitivo de la historia, en este preciso momento de riesgo y exigencia de compromiso; desde ese fondo debemos entenderlos


He trazado el sentido general de la historia que sigue en Apocalipsis, Verbo Divino, Estella 1999 (32010). Cf. además, en Hombre y mujer en las religiones, EVD, Estella 1996 y en Para descubrir el camino del Padre, EVD 1998, recogiendo un tema elaborado en "Comunicación de fe y fe en la comunicación: once tesis y cinco tareas", en M. T. Aubach (ed.), Comunicación y pluralismo, Pontificia, Salamanca 1994, 573-586 y en "Dios de Moisés, Dios de Jesús", en X. Pikaza, W. Pannenberg y B. Forte, Pensar a Dios, 30 Semana Est. Trinitarios, Salamanca 1997, 17-92. Visión más precisa del contexto judío y la novedad de la historia cristiana en Sistema, Libertad, Iglesia. Las instituciones del Nuevo Testamento, Trotta, Madrid 2001.


La Mujer de Apocalipsis es mucho más que mito o signo existencial, en sentido intimista: ella expresa la riqueza y conflicto de la vida humana, en su verdad más honda, es decir, en su momento escatológico, ya definitivo. Por eso, ella es ante todo un símbolo social, que alude a un tipo de comunicación creadora o pervertida, como intenta destacar este trabajo. Por eso, reinterpretando lo dicho y anunciando lo que sigue, he querido situar a la Mujer en el contexto de la historia social (comunicativa) de la humanidad. No es una mujer-hecha, sino una mujer-haciéndose (in fieri), en un proceso dramático, definido por el nacimiento pascual (Ap 12) y la victoria final del Hijo-Cristo (Ap 19-20). Ella es, como sabemos, mujer-humanidad en cuatro actos o momentos:



1. Madre celeste, conflicto social primigenio (Ap 12, 1-5).


La Madre es el punto de partida de la historia. Humanamente hablando no podemos avanzar (más allá sólo queda Dios). La mujer es maternidad, fuerza engendradora de vida, cielo original en forma de mujer, paraíso del principio del que provenimos. Este aspecto materno de la vida (amenazado por el Dragón) sigue definiendo nuestra existencia: para que haya realidad tiene que haber Madre primera. Pero ella no está sola: a su lado, como fuerza que parece posterior (no se dice de donde proviene, lo mismo que en Gen 3), pero que es determinante, se eleva el Dragón o Serpiente. Este conflicto de Mujer-Madre y Dragón no es un puro mito cosmogónico, ni es momento de un despliegue intimista, sino expresión del gran conflicto social, de la lucha primigenia, siempre repetida que define el sentido de la humanidad a lo largo de la historia.

Muchos han pensado que al principio de todo fue y sigue siendo la guerra (Heráclito), es decir, la envidia mimética, la lucha sin fin de los contrarios. Pues bien, en contra de eso, nuestro texto sabe en la base sigue estando la maternidad o Madre fundante, entendida como poder social. Pero sabe también que ella se encuentra amenazada por el Dragón. Ciertamente, esa Madre actúa y se mantiene en vida, como fuente y sentido de toda comunicación y humana; pero desde el mismo principio ella se encuentra amenazada por el Dragón.


He desarrollado el tema, en perspectiva social, asumiendo y recreando algunos presupuestos de R. Girard en "Guerra de violencia humana. El chivo expiatorio", El Señor de los ejércitos, PPC, Madrid 1997, 197-228. En el principio no está la pura guerra (como lucha de dragones), sino la madre que es anterior al Dragón. Eso significa que la violencia no es consustancial al ser humano y puede ser vencida, como muestra el fin del drama (Ap 21-22).


2. Madre en la tierra, mujer perseguida (Ap 12, 6-18).

La figura anterior (Madre celeste) era un símbolo o proyección social: releyendo el meta-relato bíblico del origen de la humanidad (Gen 2-3), Juan había destacado el signo primigenio de la Madre que da a luz sobre los cielos. Pues bien, pasando ya al plano del mundo, Juan presenta a esa Madre como Mujer en la historia, persona fugitiva y perseguida. Ella sigue siendo principio de vida generosa y fiel en el espacio y tiempo de conflictividad del mundo. Ha dado a luz al Hijo vencedor y continúa oponiendo al Dragón, que la persigue; por eso debe escaparse y vivir en el desierto, como saben las viejas tradiciones del Éxodo, reasumidas por nuestro pasaje (cf. Ap 12, 6).

1. Ésta mujer perseguida es la mujer concreta de la historia (perseguida por los poderes dominantes, por sistemas y modelos patriarcales.

2. Ésta mujer perseguida es para Juan la comunidad de los fieles de Israel y/o de la iglesia, perseguidos por los poderes del mundo.



Por un lado, ella se eleva sobre los riesgos del mundo (pues el mismo Dios la ayuda, por medio de la tierra: 12, 13-16); por otro lado, sufre en sus "restantes" hijos, perseguidos bajo la amenaza del Dragón furioso, que es principio de violencia y muerte (12, 12.17). Significativamente, la exégesis y teología normal ha destacado el carácter mariano de la Mujer vestida de sol (12, 1), pero se ha ocupado menos de este Mujer perseguida, a pesar de que el motivo de la madre mesiánica expulsada y condenada se halla igualmente en la base de Mt 2 (huida a Belén). El mismo despliegue del mito nos ha conducido hasta el centro de la conflictividad social: la madre mesiánica es una mujer perseguida, es humanidad-iglesia amenazada que mantiene su amor y sigue ofreciendo el don de su vida allí donde el sistema quiere destruirla .

3. Prostituta, mujer perseguidora (Ap 17-18).

Las figuras anteriores de Mujer (Celeste y Perseguida) estaban vinculadas (identificadas) por el mismo texto (cf. 12, 5-6). Esta, en cambio, en nueva y puede interpretarse como inversión de las anteriores. Ella desea presentarse y se presenta como diosa (se sienta sobre la Bestia, viste ropaje de reina y sacerdotisa: Ap 17, 3-4), pero no existía en el principio, no la hallamos en el "cielo" de Ap 12, 15, donde sólo estaba la Madre mesiánica. Esta Mujer ha surgido por obra del Dragón, y en compañía de las Bestias (de Ap 13), en el proceso mismo de la historia, oponiéndose a la Mujer Perseguida: es la Prostituta-Perseguidora, que "se ha emborrachado bebiendo la sangre de los santos y la sangre de los testigos de Jesús" (17, 6); es Madre, pero en sentido invertido, pues da origen a "los prostitutos y a todos los abominables de la tierra" (17,5).
Ella es signo social, es la Mujer enamorada del Dragón y de las Bestias; quizá pudiéramos decir que es el aspecto femenino de las Bestias que provienen del Dragón (violencia militar, engaño religioso: cf Ap 13), culminación de la Trinidad perversa de la perversa historia de los hombres; con las Bestias se prostituye y colabora, queriendo edificar su sistema de opresión y muerta plena. Como hemos dicho ya, tiene un sentido social y así veremos que es la Ciudad Perversa, expresión y compendio de una humanidad que se reúne y hace fuerte para robar y matar, edificando un trono de sangre (no de vida) que parece eterno, pero que será destruido, a fin de que triunfe la Mujer perseguida .

4. La Novia del Cordero (Ap 21-22).

Frente a la Ciudad perversa o Prostituta-Roma, que ha querido imponer su ley de engaño y sangre sobre el mundo (Ap 17), se eleva al final la Ciudad-Novia (Esposa), vinculada al Cordero de Dios, como signo y compendio de comunicación gratuita, de amor hecho comunión personal para todos los salvados. Así aparece como persona (Novia) y Sociedad perfecta, signo de encuentro en amor para todos los creyentes.

Significativamente, esta Mujer-Humanidad perfecta aparece al final del proceso: ya no es Madre, sino Novia, es Perseguida liberada y Anti-prostituta; es la expresión y cumplimiento del misterio femenino del conjunto de la humanidad, interpretada y realizada como plenitud de comunión, entrega mutua entre todos los vivientes. No es Madre segunda frente la primera (ya no hace falta más madre, pues todo ha nacido), sino Mujer buena (humanidad perfecta), esposa amante: ya no tiene que engendrar, pues el camino del engendramiento, riesgo y muerte ha culminado; por eso aparece como mujer-persona, Novia que no tiene más tarea ni sentido que amar.

Así pasamos de la Mujer que debe alumbrar en dolor (Ap 12), mientras el mundo sigue siendo lugar de enfrentamiento, a la Mujer del puro amor, a la Novia final de las bodas de lo humano, que no tiene otra tarea que el gozo de la vida y el amor completo (Ap 21-22). Así venimos de la mujer naturaleza (que engendra) a la mujer persona (que simboliza las bodas de lo humano); así pasamos de la mujer que huye, perseguida sobre el mundo, a mujer humanidad que se mantiene fiel en el amor, es decir, a la Humanidad del Cordero de Dios .

Visión de conjunto

Según esto, la Madre no es la meta sino arranque generoso de vida: signo de Dios en el principio de la humanidad. No puede proyectarse en ella la figura de un eterno femenino, entendido en forma in-temporal (o supra-temporal), pues ella cambia y recibe nuevas configuraciones a lo largo del dramático proceso que acabamos de evocar. Lógicamente, la nostalgia de una vuelta al paraíso del puro matriarcado (naturaleza primigenia) carece de sentido, pues la misma Madre nos pone en camino e invita a decidirnos ante ella, optando por la Perseguida o a la Perseguidora-Prostituta, que son signos concretos de la sociedad, en forma femenina .

He destacado este carácter parcial de la figura materna en la introducción de Hombre y mujer en las religiones, Verbo Divino, Estella 1996. Cf. M. Gimbutas, The Civilization of the Goddess, Harper, San Francisco 1991; R. Eisler, El cáliz y la espada, Cuatro Vientos, Santiago de Chile 1994

En contra de otras tradiciones bíblicas y posteriores (cf 1Cor 11,3; 1Tim 2, 13), el Apocalipsis no conoce un pecado de Eva, ni siquiera como signo de maduración humana, a no ser que entendamos por pecado el paso de la Mujer-madre, que sería expresión de la naturaleza y fecundidad prehumana, de tipo "celeste" (Ap 12, 1-5), a la Mujer persona, escindida ya (puede ser perseguidora o perseguida) dentro de la historia. La Mujer Celeste del principio es sólo Madre, es buena fecundidad, signo de Dios, pero no es todavía persona que elige por sí misma en plenitud y gozo, ni Mujer-Novia, compañera y/o amiga del esposo, que libremente ama y es amada; lógicamente, para alcanzar esa meta de amor personal y libertad ella ha de asumir el riesgo de la historia, que se expresa en el momento segundo y tercero del drama.

Crisis del modelo patriarcal

En ese camino que va de la Madre a la Novia se sitúa la crisis patriarcal, con lo que implica de violencia y riesgo de muerte, es decir, de pecado. Esa crisis resulta necesaria para el despliegue humano y la maduración de varones y mujeres. Es una crisis vinculada al Dragón, que es signo supra-humano del pecado, pero se condensa en la misma humanidad, que es donde en concreto se expresa el pecado. Podría haber sido distinta: crisis sin per-versión o pecado, pero así se ha realizado y la cuenta nuestro texto, distinguiendo los tres tiempos:

1. Lucha al origen: Mujer-Madre (Ap 12, 1-5). No hay aún humanidad concreta, ni pecado humano de tipo histórico, pues no ha empezado la historia., sino Dragón contra Mujer. El pecado no proviene de ella, pues resiste y se opone al deseo del Dragón. Por eso, el pecado original no tiene origen ni sentido humano (pues la humanidad- madre es positiva), sino que proviene del Dragón, signo de perversión.

2. Tiempo histórico: dos mujeres (Ap 12, 6-19, 21). El "pecado" del Dragón se expresa en el sistema de muerte de las Bestias (de signo masculino-neutro) y la Prostituta (femenina). La Madre Perseguida y sus "hijos" se oponen al pecado (resisten) y así podemos hablar de dos mujeres: la mala construye en el mundo su ciudad (Ap 17-18); la buena, perseguida en será mundo, será Ciudad-Novia al final (Ap 21-22).

3. Final de Bodas: Mujer-esposa (Ap 21-22). El tiempo final se expresa como cielo nuevo y nueva tierra, sin cambio exterior, ni necesidad de nuevo engendramiento, sin necesidad de madre. Llegará la Ciudad de las Bodas, signo femenino de un amor plenamente realizado. No hay vuelta al principio (pura madre), como en el mito. No hay tampoco Dragón, pues la envidia y violencia ha sido destruida y superada para siempre.


El camino de maduración femenina (humana), que interpretamos como paso de la Madre a la Novia, está unido a una gran crisis de la historia, con las dos mujeres enfrentadas. Hemos dicho que esta es una crisis patriarcal, que se expresa simbólicamente con el surgimiento y victoria de los dioses de la guerra, relacionados con el despliegue del militarismo y el triunfo de las grandes religiones de los pueblos conquistadores, que han destronado a la Mujer-diosa, han matado a la madre, colocando en su lugar los signos cósmicos y humanos del pecado o violencia de los vencedores.

Éste no es ya el Pecado de Eva (aquí no hay Eva pecadora), sino de todos los caines y sus sucesores (cf. Gen 4-4), que imponen sobre el mundo la violencia sexual y la guerra. Esos dioses patriarcalistas son herederos del Dragón, enemigo de la Mujer, y se expresan por las Bestias que ejercen el dominio actual sobre la tierra; pues bien, en este contexto, en contra de la madre destronada (que es la Mujer Perseguida) se alzará la Mujer-Prostituta, llevando en su mano una Copa de muerte; el pecado toma así una forma femenina .

Esta Mujer-Prostituta ha pactado con el poder patriarcalista que deriva del Dragón y se identifica con las Bestias. Una y otros (Prostituta y Bestias de Ap 13-18) constituyen las dos caras de una misma maldad. Lógicamente, la reconciliación final no puede interpretarse como simple retorno a la madre, sino como nueva creación (culminación) de la Mujer, convertida al fin en novia, humanidad perfecta.

Sólo en este fondo, dramático y social, puede entenderse el mensaje femeino y mariológico del Apocalipsis: la Gran Madre de Ap 12, 1-5 no se puede separar de las Mujeres de la historia (perseguida y perseguida), ni tampoco de la Novia final. Por eso, la pregunta por la identidad de la Mujer de Ap 12, 1-5 (si ella puede identificarse con la Madre de Jesús, María) acaba siendo secundaria, pues hay que responder a una pregunta anterior ¿qué significa esa mujer? ¿cómo se relaciona con las otras, dentro de la dramática histórica y social del Apocalipsis? De eso trata lo que sigue.
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