13.7.25. Dios Samaritano. Dom 15. TO (Lc 10, 25-37)
Muchos nombres tiene Dios, quizá el mejor es el de Samaritano, como intento mostrar en lo que sigue. Esta postal es larga, no hace falta que se sea todo. Basta quizá con el texto de Lucas. Mi reflexión retoma el motivo del pasado 30.6.25 (RD, FB) y consta de tres partes, además del texto de Lucas: Reflexión teológica, exégesis bíblica, conclusión meditativa.
| Xabier Pikaza

Texto Lucas 10, 25-37
Un maestro de la Ley y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: "Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?" Él le dijo: "¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?" Él contestó: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo."Él le dijo: "Bien dicho. Haz esto y tendrás la vida."
Pero el maestro de la Ley, queriendo justificarse, preguntó a Jesús: "¿Y quién es mi prójimo?"
Jesús dijo: "Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo.
Pero un samaritano que iba de viaje, llegó a donde estaba él, y, al verlo, le dio lástima, se le acercó, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacó dos denarios y, dándoselos al posadero, le dijo: "Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré a la vuelta." ¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos?"
Él contestó: "El que practicó la misericordia con él." Díjole Jesús: "Anda, haz tú lo mismo."

REFLEXIÓN TEOLÓGICA
Hay dos mandamientos: Amor a Dios y al prójimo. Así lo ha puesto de relieve, de forma solemne, la tradición de Mc 12, 28-35 par, que constituye un elemento central del evangelio.
Preguntan a Jesús cuál es el mandamiento “primero”. Jesús responde diciendo que no hay uno, sino que dos: Amar a Dios con todo el corazón… (shema,Deuteronomio 6,5-8) y amar al prójimo como a ti mismo (código de la santidad: Lev 19, 18).
En principio estos dos mandamientos estaban separados, en dos códices distintos. Uno era el shema (amar a Dios con todo tu corazón), que parecía más propio los israelitas, aunque podía abrirse a otros pueblos que también han insistido en el amor a Dios… Otro era amar al prójimo como a timismo, formulado en un código de tipo “sacerdotal”, marcando el carácter corporativo de la santidad especial de israelitas, que se identificaban como grupo de de solidaridad colectiva.
Esta unión de los dos mandamientos parece un elemento clave de la experiencia y mensaje de Jesús, como lo ha puesto de relieve J. P. Meier, (Judío Marginal IV. Ley amor, VD, Estella 2010). Dentro de un grupo religioso de “prójimos sagrados” parece que el amor a Dios está incluido en su amor mutuo, pues ellos tienen en común el hecho de estar vinculados por Dios. Pero en el caso de Jesús esa unión de los dos amores no parece fundarse en el amor a Dios, porque Jesús no dice que tenemos que amar al prójimo por causa de Dios, sino porque porque el prójimo tiene valor en sí mismo (tema especialmente resaltado en la versión de Lucas).
El cristianismo, en general, ha tendido a insistir en el primer mandamiento, (amor a Dios) apareciendo así como religión teológica, no sólo en forma dogmática (insistencia en la divinidad de Jesús, casi deterioro de su humanidad), sino en forma sacramental (convirtiendo el bautismo y la eucaristía en experiencias y sacramentos de unión con Dios, más que de solidaridad interhumana y de amor al prójimo). En contra de eso, tradición evangélica ha insistido más en el amor de Jesús al prójimo (a los pobres, enfermos, excluidos) que el amor a Dios.
Sin duda, la visión de Dios como “abba” (padre) es un elemento central de la experiencia de Jesús, pero, en conjunto, el evangelio no está centrado en el amor a Dios (Jesús no crea una religión de amor a Dios), sino en el amor al prójimo: Jesús pone en marcha y organiza un movimiento de liberación y comunión interhumana, de perdón, , acogida y curación de enfermos, excluidos, pobres, más que de purificación sacerdotal, de culto y oración. Ciertamente, él ha sido un hombre piadoso, y el Padre-Nuestro recoge las claves de su oración, pero él no ha sido un maestro místico, sino un profeta de curación y transformación social, y por eso le han condenado a muerte.
Todo nos permite suponer que Jesús ha vinculado ambos mandatos, como indica Mc 12, 28-35, pero a lo largo de su misión y mensaje se ha preocupado más del amor al prójimo que a Dios. Ciertamente, Jesús no ha sido un “ateo” propagador del amor al prójimo sin Dios (como podría ser Feuerbach y quizá al final de su vida el mismo I. Kant), pero en su vida concreta y en su misión está más interesado por el amor al prójimo que por el amor a Dios, en la línea de Rom 13, 8-10, donde hay amor al prójimo, pero no amor expreso a Dios).
En contra de eso, el judaísmo y el islam parecen en principio, religiones del amor a Dios, de manera que el amor al prójimo tiende a verse como un derivado. Conforme a todo lo que vengo diciendo, el centro y sentido del cristianismo no es un amor separado a Dios, del que deriva todo, sino el amor al prójimo en el que lo humano y lo divina. De todas formas, desde tiempo muy antiguo (a menos desde el IV d.C.) el cristianismo ha experimentado un claro corrimiento hacia el amor a Dios, destacando incluso más la divinidad de Jesús que su humanidad. Ésta ha sido a mi juicio la tendencia central del cristianismo, desde el siglo IV-V d.C. hasta la actualidad, como lo muestran cuatro hechos importantes de la historia de la iglesia:
- Principio dogmática. Los cuatro primeros concilios (Nicea 325; Constantinopla 381; Éfeso 431; Calcedonia 451) insistieron más en la divinidad de Jesús, que en su humanidad, de manera que, interpretados de un modo “trascendente” han creado un cristianismo de la divinidad de Jesús y del Espíritu Santo (iglesia) más que de la humanidad de Dios en/según Jesús, conforme al NT. Desde aquí se entiende la desazón actual de algunas iglesias, entendidas como instituciones para “honrar” a Dios (un Dios que no necesita honra), más que para “redimir” (liberar, fraternizar a los hombres).
- 2. Deriva histórica. Ni la reforma protestantes ni la católica del siglo XVI, al comienzo de la modernidad, han supuesto un retorno a los orígenes del evangelio (al principio del amor al prójimo: Rom 13), sino un intento de “purificar” la visión de la fe en Dios más que en los hombres (Lutero), desde una perspectiva de AMDG (a mayor gloria de Dio, Ignacio de Loyola) en vez de AMHG (a mayor gloria de los hombres, en contra del adagio proto-cristiano de Ireneo de Lyón, más fiel al evangelio cuando dice: Gloria dei vivens homo (la gloria de Dios es que el hombre vva). Desde ese fondo se ha podido formular y realizar la gran misión cristiana de la modernidad, tanto católica como protestante, empeñada en extender sobre el mundo un reino de la gloria del Dios, no un reino mesiánico de vida y plenitud de los hombres.
Este es el problema y tarea clave de la reforma/recreación cristiana del siglo XXI, cuyo centro no puede estar ya en el amor/servicio a un Dios separado, sino el amor/servicio a los hombres hermanos, porque el Dios cristiano no ha creado a los hombres en Cristo para que le sirvamos a él (a Dios) y así nos salvemos, sino que nos ha creado más bien para que nos amemos y sirvamos unos a los otros, como él nos ama, como Cristo nos ha amado, de manera que nos convirtamos (cf. meta-noia, Mc 1, 14-15) en amor, resucitemos unos en los otros, conforme al programa de Pablo en Rom 13, 8-10: Que superemos el deseo posesivo de ser dominando a los demás, insistiendo en el servicio mutuo de amor como revelación de Dios.
Así lo ha entendido y formulado todo el NT, cuyas tradiciones más importantes quiero aquí recordar, partiendo de Mc 12, 28-35, donde se plantea el tema de los dos amores (a Dios y al prójimo), como inseparables. El tema es cómo se vinculan, dónde se unifican, cual es el punto de partida y principio de los dos en Cristo, como seguiré indicando a partir del texto clave, Mc 12, 28-35), tal como ha sido interpretado por Lucas y Mateo:
- Lc 10, 25-37. Parábola del Buen Samaritano, amor al prójimo sin referencia explícita a Dios). El doble mandamiento de amar a Dios y al prójimo se centra y cumple, según esta parábola en el único mandamiento del amor al prójimo, sin un Dios explícito, ni judío, ni cristiano. Ésta es la mejor interpretación y comentario de los “dos amores” de Mc 12, centrados y cumplidos en el amor al prójimo. Este es para la tradición de Lucas el tema de fondo de los dogmas que van desde el evangelio a los concilios de Nicea (325) a Calcedonia (451), centrados en el amor al prójimo, con la superación de todas las guerras y individuales y sociales que arrojan a una inmensa multitud de heridos al borde del camino, mientras pasan a su lado, sin fijarse ni ayudarles, los levitas y sacerdotes de las religiones o sistemas sociales de la tierra.
- Mt, 25, 31-46. El evangelio de Mateo incluye sin cambio el motivo de los dos (cf. Mt 22, 35-46), pero añade al final de la misión de Jesús, como expansión, interpretación y comentario el texto del “juicio” (Mt, 25, 31-46), donde Dios está al fondo como Padre, pero el tema central no es amor a Dios, sino al prójimo, esto es a los necesitados, como hermanos/presencia del Hijo de Hombre que es Cristo: hambrientos, sedientos, extranjeros, desnudos, enfermos y encarcelados… Estos son los que vienen de todas las guerras de la historia humana, derrotados, heridos, condenados, desde los hambrientos hasta los encarcelados. Éste pasaje no habla directamente de amar a Dios, sino de amar a los prójimos necesitados de pan y acogida, de amor y cuidado, de visita y libertad.

- Sant 1, 25-26. La verdadera piedad o religión ante el Dios y Padre no consiste en amar a Dios, sino en cuidar a los huérfanos y a las viudas en su aflicción, y guardarse sin mancha del mundo (θρησκεία καθαρὰ καὶ ἀμίαντος παρὰ τῷ Θεῷ καὶ πατρὶ αὕτη ἐστίν, ἐπισκέπτεσθαι ὀρφανοὺς καὶ χήρας ἐν τῇ θλίψει αὐτῶν, ἄσπιλον ἑαυτὸν τηρεῖν ἀπὸ τοῦ κόσμου). La religión (θρησκεία limpia y pura) no es amar a Dios en sí, ni confesar la divinidad de Jesús, ni crear una iglesia de separados, sino visitar/cuidar a los necesitados (cristianos o no, judíos o gentiles), representados por dos tipos de personas marginadas (huérfanos y viudas, que son con los extranjeros los representantes de todos los necesitados del mundo). La religión no se identifica con un tipo de iglesia separada y/o poderosa, ni con un culto a Dios en sí, sino con el cuidado (ἐπισκέπτεσθαι, ayudar, acoger, a los necesitados del, que son ante, los huérfanos y viudas, conforme a una intensa tradición judía).[1].
- Tradición del discípulo amado: Un mandamiento nuevo (Jn 13, 34-35). Amémonos amados (1 Jn 4). En una línea convergente se sitúa la tradición del discípulo amado, donde todo está lleno de amor de Dios, pero no se pide a los cristianos que amen a Dios (como en el shema, Dt 6, 5) sino se aman entre, que amen a los demás como Cristo les ha amado a ellos. Éste es el mandamiento nuevo (ἐντολὴν καινὴν: Jn 13, 34), que equivale al nuevo testamento o alianza de Jesús. La antigua alianza era amar a Dios, desde Israel (Dt 6, 5). La nueva alianza es amarse unos a otros con el amor de Cristo (ἵνα ἀγαπᾶτε ἀλλήλους, καθὼς ἠγάπησα ὑμᾶς). El mandamiento cristiano no es amar a Dios sobre todas las cosas, sino amarse los hombres entre sí, como como ama Cristo, siendo así amr, como Dios, como 1 Jn 4, 7-21, que empieza: “Amémonos amados, porque el amor viene de Dios… porque Dios es amor: (Ἀγαπητοί, ἀγαπῶμεν ἀλλήλους, ὅτι ἡ ἀγάπη ἐκ τοῦ Θεοῦ ἐστιν, ὅτι ὁ Θεὸς ἀγάπη ἐστίν). Desde ese fondo, Jesús pide a Pedro que le ame a èl, para así amar como él a sus “ovejas”, es decir a los cristianos.
LECTURA EXEGÉTICA

- Jesús Samaritano. El evangelio de Juan recoge el insulto de algunos “judíos ortodoxos” (en la línea de los buenos escribas y sacerdotes) que acusan a Jesús de “samaritano” (Jn 8, 48). Jesús no aparece aquí como sacerdote ni levita, sino como un samaritano, es decir, como un hombre que se hace prójimo de los demás
- El sacerdote y el levita no se hacen prójimos,quizá por su misma identidad sagrada: son funcionarios de un templo, representantes de una sanidad y sacralidad organizada en torno al santuario de Israel, con sus sacrificios. No se les puede echar nada en cara, van a lo suyo, tienen sus prioridades, para eso han sido “ordenados” Por el contrario, el samaritano no está “maleado” por ninguna religiosidad sagrada de tipo grupal, de manera que puede hacerse prójimo concreto del hombre que está necesitado
- Pero el herido sigue al borde del camino, en patera o en frontera, en barrio marginal o en selva saqueada por los ricos. Esta parábola de Jesús nos sitúa ante esos heridos concretos, por encima de un tipo de razón clasista e impositiva que actúa por talión o ley y quiere que amemos sólo a los demás en cuanto sirven o valen para nuestros intereses. Este Jesús de la parábola (un Jesús samaritano) afirma de hecho que cada prójimo es presencia de Dios y fuente de identidad para el creyente (¡ves al herido, ves a Dios, decía San Juan Crisóstomo!). Éste es el Jesús que se ha hecho prójimo de enfermos, expulsados, condenados.
- Hay un tipo de amor al prójimo que no es amor samaritano. Es un amor que vale para mantener los propios privilegios, nuestra estructural social, económica o religiosa, un amor que puede interpretarse como inversión económica (amar para que te amen, dar para que te den, como un en banco: cf. Mt 5, 43-48 par; Lc 14, 7-14). Éste es un amor que puede calcularse según ley, pero deja fuera de su círculo a los otros, los caídos a la vera del camino, como el que bajaba de Jerusalén a Jericó (cf. Lc 10, 30) y los hambrientos, exilados, enfermos y encarcelados de Mt 25, 31-46, que no caben en el buen sistema. Pero, en contra de eso, el samaritano de Jesús expresa la importancia y la exigencia del amor sobre el sistema.
- En contra de una iglesia no samaritana.Hay un tipo de Iglesia que quiere cerrarse en su buen sistema de ley y de ortodoxia, diciendo a todos los que tienen que hacer, lo que tienen que ser, en la línea del levita y del sacerdote de Jerusalén. Es una Iglesia muy buena, pero deja poco lugar para “samaritanos auténticos”. Ciertamente, esa Iglesia admite y valora mucho a los “samaritanos controlados” dentro del buen sistema, pero tiene miedo de los samaritanos libres, que van por ahí, sin entrar después en su redil (con el samaritano de Jesús).
- manchan a los sacerdotes (no les dejan celebrar con pureza…).
Aquí un Dios de templo y qulevita no ayuda.
Muchos dicen que lo que importa es conocer a Dios, que llevemos al mundo la experiencia de Dios… más que la pura curación física. Eso está muy bien, pero hay casos como éste en los que “el Dios de sacerdotes y levitas! (¡Dios de templo!) no ayuda nada, sino todo lo contrario. Hubiera sido mejor que levita y s acerdote no creyeran en Dios, ni tuvieran templo, sino que simplemente “se compadecieran”.
Además hay otro detalle: Se dice que bajaban, es decir, que ya habían hecho los rezos; por eso, no tenían problema de marcharse por unas horas (pasada la noche podrían limpiarse ritualmente de nuevo… Bajaban y, sin embargo, parece que iban “de oficio”, bien puestos… Tenían cosas de Dios de las que tratar, iban llenos de templo… Por eso (¡tenían mucho Dios, pero un Dios del malo!) dieron un rodeo ante el hombre herido, con prepucio o sin prepucio, muerto o vivo y se fueron con su Dios (pero sin humanidad)
El samaritano no subía ni bajaba (al menos no se dice), sino que iba por allí (odeuôn).
No se dice su oficio (pastor o traficante, kohen del Garizim o curioso…). Ciertamente, era un hombre de valor, pues, siendo samaritano se atrevía a pasar por un camino cercano a Jerusalén (aunque no se dice que entrara). Era un hombre sin más prejuicios que la humanidad y mirando tuvo compasión…
Esta palabra es la central, la que recoge todo el mensaje del Antiguo Testamento donde Dios se dice que Dios es “compasivo”, ser de entrañas… Pues bien, este samaritano es como Dios (esplagnisthê): simplemente, tiene compasión. Este samaritano conoce a Dios (actúa como Dios, con compasión) a diferencia del levita y del sacerdote, preocupados al parecer por prepucios.
Mirando… (idôn). Ésta es la palabra central.
Sacerdote y levita también han mirado: de los dos se dice lo mismo (idôn)… Pero sólo el samaritano ha mirado bien y ha tenido compasión. También en este gesto el samaritano es “como Dios”, al que se define como aquel que mira a los heridos y oprimidos (Ex 3, 7-8). ¿Ha mirado el prepucio? ¡Lo más seguro que no le importaban los prepucios, las purezas judías, sagradas, de templo…! Le importaba el hombre…
¿Ha mirado si estaba muerto? ¡Ciertamente! Ha mirado, ha tocado y ha visto que estaba vivo. Ha tocado, está es la palabra. Sacerdote y levita no podían “tocar” cuerpos con prepucio, para no mancharse, pues acababan de tocar los vasos sagrados… El samaritano, en cambio, toca… Trae aceite, que es buena medicina, y limpia y cura las heridas… Trae una cabalgadura, que es buena ayuda para caminantes, y monta al herido…
¿Le ha vestido? ¿Dónde le lleva?
No se dice si el samaritano vistió al herido… aunque ahora ese detalle es secundario… ¡De todas formas, parece seguro que le vistió, para ponerle en su cabalgadura (¿burro, caballo?), pero eso ha no importa… De esa manera, podemos decir que el herido va “vestido” con el amor de un hombre, con el amor que siendo amor es “gracia”. Desde ese fondo han hablado los teólogos del hombres herido y desnudo (spoliatus, vulneratus…) al que hay que vestir y acoger y curar…
Nos gustaría pensar que le llevó al templo, para que le curen los sacerdotes. Pero no, no se dice. Quizá no era un buen sitio el templo, porque los sacerdotes podrían seguirle robando (el evangelio dice que el templo era una cueva de bandidos). El texto dice sólo que le montó en su mula o cabalgadura y que le llevó a un lugar donde podían acogerle y curarle. Quizá lo llevo a la posada de la esquina de los publicanos (que allí los había, como bien sabe Lucas: 19, 5-8). Simplemente le lleva a un lugar donde puedan curarla, sin tener en cuenta si tiene o no tiene prepucio, como a un hombre.
Conclusión. Un prodigio de parábola “sin Dios”.
Dios es importante, es lo central, como saben muchos comentaristas de mi blog. Pero esta parábola es una parábola sin Dios, es decir, sin un Dios explícito. Es una parábola que va en contra de los profesionales de Dios (¿de aquellos? ¿de los de ahora?). Es un prodigio, no cita a Dios y sin embargo todo en ella es de Dios, todo es Dios. No cita a Dios, ni siquiera al final, para decirle al buen escriba (nomikos) que ha hecho las preguntas: “¡Vete con Dios"!. Ni eso le dice. Lo que importa aquí es la “misericordia” (eleos) y el que hace misericordia ése es como Dios, ése es Dios en la tierra, aunque no hable de Dios y sea un samaritano, aunque eso significa (¡y significa!) que dejemos a un lado el tema de los buenos o malos prepucios, el tema de muchas impurezas legales. La única impureza es no tener misericordia.
3- CONCLUSIÓN MEDITATIVA. EL DIOS SAMARITANO
- El Dios Samaritano (=de la Parábola del Buen Samaritano) ha sido objeto de un largo estudio en la tradición teológica de los Padres de la Iglesia, que identifican al Samaritano con Jesús, Hijo de Dios, revelación del Padre, que «desciendo» (se encarna) para realizar su obra salvadora (como se ha dicho desde San Agustín).
A ese Dios-Jesús (Samaritano) quieren matarle los “buenos”, como quisieron matar a Jesús acusándole de ser un samaritano (Jn 8, 52: ¡Eres un samaritano, tienes un demonio!). Por eso es bueno pensar hoy los próximos días en la “suerte” del Dios Samaritano, que no cesa de inquietarnos, a pesar de los muros y vallas que ponemos para que no pase y se avecine entre nosotros.
- Este Dios Samaritano (es decir, que terminará siempre prójimo, siempre, fuera de los templos del poder, ha creado un mundo complejo y difícil de explicar, en el que se dice todo es bueno (Gen 1), pero donde nacen como setas los bandidos, tras cualquier tipo de lluvia: Bandidos con diverso tipo de pedigrí o de RH, bandidos políticos, religiosos o simplemente cuatreros y ladrones de caminos.
No se sabe por qué el Dios Samaritano permite eso, pero debe ser por algo (¿por libertad, por caridad, para que nosotros asumamos su tarea?). Él está allí, permitiendo que sigan existiendo los bandidos, en un mundo en el que resulta distinguir a los buenos bandidos de los malos, como quiso hacer el evangelio de Lucas, aunque parece que con poco éxito (historia de Dimas y Gestas, Lc 23, 43).
- El Dios Samaritano parece que va poco al templo. No se le encuentra en el santuario de Jerusalén, donde andan por su casa sacerdotes y levitas. Se dice (decían los Padres de la Iglesia) que tampoco anda por las curias de Roma y Constantinopla, y ahora por la de Lambeth o la CEE de las Españas, ocupadas en cuestiones que tienen poco que ver con su tarea de Samaritano.
Ciertamente, éste Dios samaritano tiene algo que ver con los templos y a veces va también por allí, pero no se queda demasiado tiempo, tiene ocupaciones en la calle de la vida, entre Jerusalén y Jericó, que es el mundo entero.
- El Dios Samaritano va por los caminos de la vida(cuesta arriba, cuesta abajo), o por llanuras sin fin por las que vagan expulsados y enfermos del camino. No hay “estarta” ni carrejo de la vida humana por donde no pase; no hay crimen que él no sepa y quiera curar con su aceite y su vino. Este Dios Samaritano tiene un programa de tolerancia cero, para todo aquello que destruya al ser humano (por pederastia o bandidaje de navaja en la faca, o de guante blanco en el Banco).
No, no es un pobretón, ni un ignorante. Tiene caballería, tiene aceite y vino, tiene algún dinero para las posadas, pues también en las posadas anda Dios, como sabía santa Teresa de Jesús, aunque se dice que dormía poco en ellas.
- Dicen que a este Dios Samaritano le preguntaron por cuestiones candentes, relacionados, por ejemplo, con la «ordenación de la mujer» y sentido de los feminismos y respondió que no sabía, no entendía el tema, que viéramos nosotros, que él andaba buscando heridos del camino. Dijo que esas eran cuestiones importantes, pero quizá más de salón y de poder que de camino. Respondió que él no entendía de esas cosas: no había venido a repartir herencias, como dice Lucas (Jesús respondió: «¿quién me ha puesto sobre vosotros como juez o partidor?» (Lucas 12:13-14), ni a dirimir sacerdocios, como quería Caifás y Anán el Joven, pues a su juicio, al borde del camino, varones y mujeres eran iguales.
La cuestión que preocupa a este Dios samaritano son los caídos a la vera del Camino de Jerusalén a Jericó, que es ahora el camino de Senegal a Ceuta, de México a USA, de Siria a Austria… Resulta que hemos puesto policías en las fronteras no sólo para cazar ladrones, sino también para impedir que actúan loe samaritanos, para cerrar el paso de Dios.
- El Dios Samaritano es un Dios Eficaz que, por alguna razón (Él sabrá) ha dejado que salgan al camino los bandidos, pero que siempre ha resuelto en el fondo los problemas. Sigue estando en la raíz de la vida, en los barrancos del camino, con su cabalgadura, en la que lleva una alcuza de aceite (elaion: remedio universal) y su bota de vino (oinon: que es también remedio universal), como sabe Lc 10, 34). Por eso, si quieres saber si hay Dios sal al camino de la vida, ponte en contacto con los hombres y mujeres… vete a buscar a los caídos del camino.
Sí, es un Dios eficaz… Dicen que ministros de varios países ricos han puesto cepos más inteligentes para cazar a samaritanos (¡dicen que en nombre de Dios…!)… Ése es el problema de Europa, el problema de los países ricos de América, Asia etc. A ellos no les gustan los samaritanos del borde del camino, ni aquellos que les ayudan.
- Finalmente, y repitiendo lo anterior, este Dios Samaritano es Dios de Cabalgadura (en ella carga a todos los heridos…); es Dios de aceite, que es suavidad, que es alimento, que es medicina; es Dios de vino, que es alegría y es canto (dice una leyenda apócrifa que hasta llegar a la posada acabaron la bota Dios y el Herido, y cantaron junto…). Es quizá un Dios de guitarra, que conoce los mesones del camino donde para la gente…
Este Dios samaritano es testarudo y sigue. Se hundirán en los mares los barcos más ricos, morirá la luz de aquellos que no quieren alumbrar en el camino a los que vagan sin rumbo…… Pero el Dios Samaritano seguirá empeñado en recorrer caminos, abriendo senderes de vida, porque su amor es más fuerte que la maldad de todos perversos de la tierra.
[1] Este dicho de los huérfanos-viudas que han de ser asistidos/acogidos/amados recoge y resume la tradición fundamental de los huérfanos-viudas-extranjeros del AT, representada tanto por el Pentateuco como por los profetas y Job, como he puesto de relieve en Dios judío, Dios cristiano ,Verbo Divino, Estella 1996.