24.VI. Juan Bautista, maestro de Jesús (y de su grupo de compañeros)

Fue un hombre de frontera, ofreciendo su mensaje desde el otro lado,  profeta del juicio, bautizando en el río Jordán a los penitentes, para que se convirtieran y entraran en la tierra prometida

            Entre otros muchos vino Jesús de Nazaret y fue por un tiempo discípulo de Juan, aprendiendo su enseñanza y compartiendo su proyecto. Pero, un tiempo después, tras haber sido bautizado, se separó de Juan y entró en la Tierra, como si el tiempo del Reino hubiera comenzado.

            Se separó, pero no lo hizo a solas, sino que llevó consigo, a modo de compañeros y amigos, a seis discípulos de Juan (Andrés, Simón-Pedro, Felipe, Natanael y al parecer otros dos), para iniciar con ellos su nueva “tarea”.

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Historia semi-oculta

          Esta es una historia que apenas suele contarse, aunque la expone con toda claridad Jn 1-4. Jesús no sería Cristo sin la iniciación de Juan,  ni habría fundado la iglesia si no hubiera “tomado” de  Juan seis seguidores, que fueron sus compañeros (la mitad de Doce), hecnos y derechos, comprometidos en la  tarea de Dios. 

Con los seis de Juan iniciò Jesús su marcha, completando el número de comprometidos hasta Doce (las tribus de Israel), aunque al al fin los que que retomon su camino no fueron seis ni doce, sino  tres mujeres amigas, entrando y saliendo de su tumba.

     Esto lo saben todos los que leer la Biblia, aunque en general no lo decimos, pensando que debemos glorificar a Jesús por encima de Juan, pero así no lo hacemos, sino que le desarraigamos y empequeñecemos

Aquí me limito a recordarlo, conforme a la Historia de Jesús. De Juan pueden decirse otras cosas. Pero estas sonmás importantes en linea cristiana.  

Historia de Jesús

Mensaje y signos de Juan Bautista

 ‒ Juan anunciaba y preparaba la llegada del juicio de Dios, simbolizado por el gesto del bautismo, de manera que la tradición le llama Baptistés (=bautizador, bautista). No dice a los penitentes que se bauticen, sino que les bautiza él mismo, mostrando así su autoridad, como enviado de Dios, profeta del fin de los tiempos.

Su rito no puede repetirse, como otros sacrificios purificatorios, sino que marca y traza la llegada definitivo del juicio de Dios (ephapax: Rom 6, 10; Hebr 7, 27; 9, 12). Se reitera lo que vuelve una y otra vez, como los ciclos de la vida (cf. Qoh 3, 1-8). Pero lo que vale para siempre anula los ritos anteriores y crea una nueva conciencia de autoridad y vida que permanece siempre. De esa forma, el bautismo de Juan anticipa el fin de este mundo, el retorno a las aguas primeras (Gen 1-2), antes que existieran sacrificios rituales según Ley.

 ‒ Las señales del juicio de Juan eran hacha, fuego y huracán. Su rito (bautismo) retomaba imágenes de dura destrucción, que expresan el fin del mundo antiguo para superar así el caos actual, como si el mundo entero, y en especial la humanidad, debiera renacer, liberándose del abismo de muerte que le amenazaba (Mt 3, 11-12 par), de forma que el hacha-fuego-huracán de Dios que estaba llegando pudiera convertirse en signo de presencia del Más fuerte (=iskhyroteros), entendido como Poder superior, a cuya luz quiere ponernos Juan Bautista, superando así la maldición de muerte que destruye a los hombres[1].

En aquel lugar de Perea (al otro lado del río) creó Juan una comunidad de penitentes bautistas esperando el signo de Dios, a fin de pasar el río e iniciar una nueva existencia  en la tierra prometida. Pues bien, Jesús vino, aceptó el mensaje de Juan Bautista, y esperó su signo para cruzar el río y entrar en la tierra prometida. Pero, según el evangelio, el signo esperado, no se cumplió en forma de juicio en el agu  (señal de Josué), sino como iluminaciónde Jesús, a quien el Padre infundió su Espíritu, a través de un bautismo divino.

No sabemos si Juan y Jesús se conocían previamente. Lc 1 supone que eran primos, pero ese parentesco parece más teológico que biológico y sirve para trazar una conexión entre sus proyectos eclesiales, pero Jesús debía haber oído hablar de Juan, pues vino a formar parte de su grupo, como discípulo suyo, como penitente del Reino.

Por un tiempo, Jesús compartió el camino de Juan, fue su discípulo y seguidor, aprendiendo en su escuela de desierto y río los caminos y misterios de la llegada de Dios. Pero, en un momento dado,  después tuvo una experiencia nueva de Dios y empezó a proclamar un mensaje distinto de Reino.

No podía seguir esperando, sino que quiso comprometerse de un modo personal, poniendo su vida al servicio del Reino de Dios para impedir que la destrucción de Satán y Mammón se impusiera sobre el mundo[2]. Era ya un hombre maduro. Lc 3, 23 dice que tenía unos treinta años, edad avanzada en aquel tiempo.

Historia de fondo, escisión mesiánica

 Había recorrido probablemente muchos caminos, pero éste era ya el definitivo. Pasó un tiempo con Juan y buscó entre sus discípulos a varios compañeros para iniciar con ellos su camino, como ha contado el Cuarto Evangelio de una manera muy precisa que recoge, sin duda, un recuerdo histórico, que muchos cristianos han olvidado y prefieren seguir olvidando. Éste es el texto básico, uno de los textos centrales de la historia de Jesús.

 Estando Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice: «Este es el Cordero de Dios». Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta: «¿Qué buscáis?». Ellos le contestaron: «Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?». Él les dijo: «Venid y veréis».

Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; era como la hora décima. Andrés, hermano de Simón Pedro, que era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús, encontró primero a su hermano Simón y le dijo: «Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo)». Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce: Pedro)».

Al día siguiente, determinó Jesús salir para Galilea; encontró a Felipe y le dijo: «Sígueme». Felipe era de Betsaida, ciudad de Andrés y de Pedro. Felipe encentró a Natanael y le dice: «Aquel de quien escribieron Moisés en la ley y los profetas, lo hemos encontrado: Es Jesús, hijo de José, de Nazaret (Jn 1, 35-45).

             Ciertos detalles de esta pasaje han sido creados por el mismo evangelista, pero el fondo del texto de fondo es histórico. 

  • Jesús y algunos de sus seguidores habían sido previamente discípulos de Juan Bautista.
  • El movimiento de Jesús nació como una escisión del proyecto bautismal (penitencial, apocalíptica) de Juan bautista.
  •  Esta escisión fue en principio pacífica (y quizá amistosa, hasta pactada), aunque pudo haber ciertas disensiones entre los dos grupos de promotores proféricos y/o mesiánicos.
  • Esta escisión  de Jesús y los suyos (que abandonaron a Juan y crearon una comunión mesiánica distinta) parece vinculada con la experiencia de nuevo “bautismo" en Dios (vosotros sois mis hijos, no mis pecadores) tal como la cuentan Mc 1,9-11 par. 
  • Según eso, la narración del Evantelio de Juan ha de ponerse al princpio, no al fin de los evangelios, tal como lo saben  todos los lectores del NT, aúnque un tipo falsa ortodoxia teolótica tiende a olvidarlo.
  • El papa Francisco, en su busqueda sinodal, ha recuperado la figura de José de Nazaret. Le queda (nos queda) por recuperar la figura y tarea de Juan, para no seguir obsersionados por la "novelita" genial de su condena y muerte, por obra de una chica fatal, como fue Salomé con su madre,como cuenta Mc 6, pero ésa es otra "historia".
  •  Juan bautizó a Jesús conforme a su mensaje (en línea penitencial, de juicio). Pero Jesús descubrió en ese bautismo una presencia superior de Dios, que no iba en contra de Juan, sino que recogía una experiencia directa y nueva de Dios que le decía “tú eres mi  hijo…”

Jesús  Fue a que Juan le bautizara, pero le bautizó el mismo Dios.

La mayoría de los historiadores y exegetas suponen que el bautismo en el Jordán marcó la “historia de la vida” de Jesús trazando una ruptura respecto a lo anterior y permitiendo que asumiera hasta el final (y superara) el juicio del Bautista, definiendo su opción profética y mesiánica al servicio del Reino de Dios.  De todas maneras, ese bautismo (con el descubrimiento de la presencia inmediata de Dios y su misión de Reino)  no hizo que Jesús abandonara a Juan “inmediatamente”, sino que por un tiempo Jesús siguió al lado (cerca) de Juan, cada uno con sus discípulos: Juan con el “grueso” de sus seguidores;  Jesús con el grupito de seguidores de Juan que empezaron a seguirlo.

Casi codo a codo, Juan y Jesús. Dos grupos  distintos, pero cercanos

El Cuarto Evangelio afirma taxativamente que, durante algún tiempo, Jesús fue no sólo discípulo, sino colega y cooperador de Juan Bautista… compartiendo no sólo su misión (nueva comunidad), sino creando un grupo propio de discípulos, de manera que pudo haber y hubo disputas competencia entre discípulos del grupo de Juan y el de Jesús:

Después de esto, Jesús fue con sus discípulos al país de Judea; y allí permanecía con ellos y bautizaba. Juan también estaba bautizando en Ainón, cerca de Salim, porque había allí mucha agua, y la gente acudía y se bautizaba. Pues todavía Juan no había sido encarcelado. Se suscitó una discusión entre los discípulos de Juan y un judío acerca de la purificación... (Jn 3, 22-25).

 Juan quedó con su grupo, al otro lado del Jordán (en Perea), sin pasar a la tierra prometida. Jesús, en cambio, cruzó el río con su grupito de discípulos, y comenzó su nueva misión en la tierra de Jesús… Los dos estaban a la vera del mismo río, uno a la izquierda, otro a la derecha…

Grupos de Jesús – TEMA 5 - ¿Qué buscáis? - Grupos de Jesús -

Quizá a cierta distinta (Jesús más arriba, Juan más abajo)… o quizá a un tiro de piedra, uno a un lado del río, el otro al otro lado, como los que van a bautizarse hoy 2023 al río Jordán: unos (los ortodoxos) en la parte izquierda, Jordania; otros (católicos y protestantes) en la parte derecha (de Judea), a un tiro de piedra, pudiendo verse y darse la mano… o discutir, como en tiempo de Juan y de Jesús.   De esa forma se sitúan ambos: Juan al otro lado del río, sin entrar en la tierra de Israel; Jesús en la tierra prometida, en la zona de Judea. Según eso, los primeros seguidores de Jesús habían sido seguidores de Bautista (Jn 1, 19-51)[3].

 En este contexto, Jn 3, 25-30 habla de una discusión entre discípulos de Juan y un “judío”, que podría ser el mismo Jesús, según algunos manuscritos (cf. NT Graece, DB, Stuttgart 1993, 254). Eran disensiones normales. Si Jesús no se hubiera diferenciado del Bautista no habría creado su propio movimiento.

El evangelio de Marcos (con Mateo y Lucas) cuenta las cosas de forma distinta.

 Dejando a un lado la narración (más histórica) del evangelio de Juan (Cuarto Evangelio), que habla de una relación y enfrentamiento entre discípulos de uno y otro, Marcos supone que Jesús no fue discípulo del Bautista, sino que vino a buscarle sólo de pasada, para dejarse bautizar por él (Mc 1, 9-11), marchando después, inmediatamente, tras una intensa experiencia de Dios (cf. Mc 1, 12-14).

En contra de eso, como estoy mostrando, el cuarto evangelio (Jn 1, 29-51; 3,22-30 y 4, 1-2) afirma que Jesús estuvo vinculado por un tiempo a la misión de Juan y que sólo después de un tiempo de discipulado casi común (o común con algunas variantes) de Jesús dejó aquel “entorno”, iniciando su propia misión de reino

Cuando supo que los fariseos habían oído que hacía más discípulos que Juan y que bautizaba [aunque él no bautizaba, sino que lo hacían sus discípulos], Jesús dejó Judea y fue de nuevo a Galilea (Jn 4, 1-2).

 El texto anterior (Jn 3, 22-25) decía que Juan y Jesús bautizaban en lugares no distantes: Juan en Ainón, cerca de Salim (Decápolis), de donde habría pasado  a Perea, territorio de Antipas, en cuyas manos le entregaron; Jesús, en cambio, en una zona de Judea, en Cisjordania, antes de volver a Galilea, donde centrará después su misión.

En ese contexto, el del Cuarto Evangelio afirma que la misión bautismal de Jesús llegó a ser más importancia que la del Bautista (cf. también Jn 3, 30), aunque el mismo redactor (o un glosador) añade un inciso justificativo, diciendo que realmente Jesús no bautizaba, que lo hacían los discípulos (4, 2). Ese inciso parece probar lo contrario (Jesús bautizaba lo mismo que Juan), y debe tomarse como excusa de un cristiano posterior, a quien no parecía bien que Jesús hubiera sido “bautista” y discípulo de Juan (cf. Jn 3, 22-25).

Jesús no estuvo de paso con Juan Bautista

 sino que formó parte de su escuela, recibió su bautismo y empezó realizando tras él (con ciertas novedades, al otro lado del río (quizá cerca de Jericó, por la zona de los vados bajos, por donde Josué había pasado a la tierra prometida) una misión y tarea distinta (de anuncio de Reino, más que  de bautismo). Según eso, antes de iniciar su misión propia, viniendo a Galilea, Jesús había descubierto y “madurado” su doctrina, primero bajo Juan, al otro lado del río, hasta bautizarse, y después en relación con él,  en la tierra prometida, en la zona baja de Judea.

En un principio, Jesús pudo pensar que había llegado el momento de subir directamente desde la zona de Jericó a Jerusalén, para anunciar de inmediato la llegada del reino de Dios, situando en ese contexto la tentaciones o pruebas (cf. Mc 1, 13; Mt 4; Lc 4), que la tradición posterior ha situado en esa zona.

Pero, en ese contexto, en un momento posterior, Jesús pudo pensar (descubrir) que no era todavía el momento de subir a Jerusalén, que quedaban pendientes muchos temas de dinero/pan, de poder y de sacralidad, como muestras las tentaciones (Mc 1; Mt 4; Lc 4)), situada por la tradición en ese contexto, cerca de Jericó y del río.

Lo cierto es que, según todos los evangelio, tras un tiempo, Jesús dejó la zona del bajo Jordán, en el entorno de Jericó (del paso de Josué y del ejército de Israel en la tierra prometida) y decidió volver a Galilea, su tierra, para iniciar su misión de Reino y para caminar desde allí a Jerusalén. Sea como fuere, podemos condensar  ya lo que parece seguro en este primer momento del ministerio mesiánico de Jesús:

- Jesús fue discípulo de Juany no sólo recibió su bautismo (formó parte de su “iglesia”), sino que fue su colaborador. Entre Jesús y Juan pudo (y debió) haber diferencias de matiz y lugar, de forma que pudo haber entre ellos y sus discípulos algún tipo de controversia.

  • En un momento dado, Jesús y sus discípulos abandonaron la misión bautismal del entorno del Jordán; pero, en vez de subir a Jerusalén, que estaba cerca de Jericó, fueron a Galilea. Así lo confirma la tradición, diciendo que el mismo Dios, le llamó desde el cielo, diciéndole ¡tú eres mi Hijo para crear una comunidad o iglesia de “hijos de Dios “.
  • Según eso, Juan no fue sólo “precursor” de Jesús, sino su maestro y compañero. Según eso, la fiesta de Juan (24.6)  es para los cristianos inseparable de la fiesta de Jesús (24.12), marcando los dos “solsticios”, el de invierno (Jesùs) y el del verano (Juan).

NOTAS

[1]Juan no bautiza en cualquier agua, sino en la del río que antaño se abrió para que el pueblo entrara en la tierra prometida. Un tiempo después se alzó Teudas ante el mismo río, prometiendo que las aguas se abrirían, permitiéndoles pasar a la tierra prometida. El procurador romano interpretó ese gesto como amenaza contra su poder, matando a los bautistas (F. Josefo, Ant 20, 97-98; Hech 5, 37).

[2] Esta experiencia de fracaso tiene una larga prehistoria israelita, desde los profetas antiguos (cf. Is 6): ella ha marcado la visión histórica de los deuteronomistas y la teología de Pablo (Rom 1-3).

[3] Frente a la visión más teológica de Mc 1, 16-20, según la cual Jesús llamó directamente a unos pescadores ajenos al Bautista, para iniciar con ellos la pesca del Reino, en el entorno del lago de Galilea, el Cuarto Evangelio (Jn 1, 19-51) afirma que algunos discípulos de Jesús (Andrés y Felipe con Pedro y Natanael, y otro que podría ser el “discípulo amado”, cinco entre todos), habían sido antes discípulos de Juan, lo mismo que Jesús, de manera que compartieron con él una misma experiencia bautismal, de confesión de pecados y esperanza del juicio.

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