Martín Velasco (1934-2020): Nostalgia de Infinito, una luz de libertad

En línea de mística, una iglesia que pudo haber sido

La vivencia personal de la fe en el actual contexto ...

 Murió ayer, 5.4.2020. Con él se va y queda la mejor memoria del pensamiento católico español de finales del siglo XX y principios del XXI.
Había nacido en Santa Cruz del Valle, Ávila, pero ha sido siempre madrileño, profesor de la Universidad Pontificia de Salamanca (campus de Madrid), Rector del Seminario de Madrid.

Pudo haber sigo el gran Arzobispo de Madrid en los últimos decenios del siglo XX y principios del XXI, tras la jubilación del Cardenal Tarancón (el año 1983), era el preferido de gran parte del clero, hubiera sido el hombre clave de la Iglesia española, pero quedó quedó relegado por razones de política eclesial (en su lugar fueron nombrados primero A. Suquía y luego Rouco).

La iglesia española tomó otro rumbo eclesial, no fue lo que podría haber sido, ni en un plano espiritual, ni intelectual, ni humano...  Otros personajes de esa iglesia hispana de finales del XX y principios del XXI pasarán, quedarán olvidados, incluso relegados... Pero J. Marín Velasco seguirá presente y será una referencia para  la renovación evangélica, religiosa, pastoral e incluso social de la Iglesia en los próximos deceniosUna parte considerable de lo mejor de la Iglesia de Madrid, todavía hoy, depende de lo que ha sido y ha hecho, con su pensamiento y con su vida el profesor y amigo J. de Dios Martín Velasco.

angeles y demonios | juan martin velasco

He sido colega y amigo suyo durante 30 años (del 1973 al 2003) en la Universidad Pontificia de Salamanca. El fue por decenios el "alma" del Institudo de Pastoral de Madrid... Yo enseñaba en la sede de Salamanca.  Nos vimos con mucha frecuencia, incluso habíamos proyectado un estudio en conjunto sobre Dios, él en perspectiva de fenomenología de la religión, yo desde la Biblia. No pudimos realizarlo.

   En su "despedida académica" le hicieron un homenaje con publicación en la Univesidad Pontificia de Salamanca (Nostalgia de Infinito. Hombre y religión en tiempos de ausencia de Dios. Homenaje a Juan Martín Velasco, Verbo Divino, Estella 2005). Le escribí una carta lamentando que no me hubieran invitado, tenía algo que decirle... Me contestó que no lo lamentara, que las relaciones personas, intelectuales y cristianas están por encima de esos "homenajes políticos" de las instituciones. 

Por eso quiero dedicarle hoy una palabra de recuerdo académico... que no ha sido escrita como panegírico funerario, sino que forma parte de mi Diccionario de Pensadores Cristianos (Estella 2012). Adión, Juan. Buen día, buena pascua eterna en manos del Padre.

Diccionario de Pensadores Cristianos, Verbo Divino, Estella 2012 (598-602)

Juan Martín Velasco.... Teólogo católico español. Ha estudiado en la Universidad de Lovaina, donde se ha especializado en filosofía y fenomenología de la religión, realizando después una intensa labor de diálogo filosófico, teológico y religioso en el mundo cultural hispano, desde el Instituto de Pastoral de la Universidad Pontificia de Salamanca (campus de Madrid) y desde la misma diócesis de Madrid, donde ha ocupado puestos de responsabilidad durante mucho tiempo.

Martín Velasco es ante todo un filósofo de la religión y ha querido situarse en los límites de la racionalidad discursiva, elaborando su pensamiento allí donde la razón se transciende a sí misma, no para renegar de su racionalidad o perderse en el juego de las mil verdades parciales, sino para descubrir que la racionalidad se asienta y ratifica a sí misma allí donde se supera (en este caso en línea religiosa). Por eso, siendo filósofo, es teólogo, dejando que la misma religión se exprese, para reflexionar después sobre su estatuto racional y su sentido.

Nostalgia de Infinito

Así lo mostraron sus dos primeras obras, su tesis doctoral (Hacia una filosofía de la religión cristiana: la obra de H. Duméry, Madrid 1973) y su Fenomenología de la Religión, en colaboración con → J. Gómez Caffarena, Filosofíade la religión (Madrid 1973).Desde entonces, a lo largo de más de treinta y cinco años de investigación y reflexión profunda, Martín Velasco ha elaborado una obra ejemplar sobre la presencia de lo divino y sobre los cambios de lo sagrado en nuestro mundo contemporáneo. Quiero dividirla de un modo introductorio en tres apartados:

1. El encuentro de Dios con el hombre en Jesucristo.

Con sobriedad y delicadeza, Martín Velasco ha presentado los rasgos esenciales del Cristianismo, como experiencia de encuentro con Dios, por medio de Jesús. Él no ha desarrollado una teología especulativa sobre el Dios cristiano (en su identidad trinitaria), sino que ha hecho algo anterior: ha descrito con sobriedad y precisión la experiencia cristiana de Dios:

Fallece el sacerdote abulense Juan Martín Velasco | Noticias ...

«Jesús no sólo anuncia a Dos, sino que a través de su persona, de su historia, de su vida, muerte y resurrección, se hace realidad para los hombres esa promesa de la comunidad (de Dios) con el hombre que había originado la experiencia religiosa de Israel... Ahí culmina el encuentro del hombre con Dios que tiene lugar en Jesucristo. Pero su realización pasa por el conjunto de la vida. El cristiano que hace suya la vida de Jesús y en él se encuentra con Dios, asumirá desde ese encuentro su existencia con un estilo peculiar que da lugar a la “vida cristiana”... Ese estilo de vida baña toda la existencia en el clima de la confianza y la libertad interior que confiere el saberse acompañado por la presencia del Dios de la vida y por la reconciliación consigo mismo que esa presencia comporta. Este estilo de vida manifiesta el encuentro con Dios, que es amor, en el amor efectivo por todos los hermanos... Con este realismo... se expresa en el cristianismo la relación religiosa. Y todo tiene su centro en la convicción fundamental, en la vivencia de que en Jesucristo el hombre se ha encontrado en relación viva y personal con el Dios vivo» (El encuentro con Dios, Madrid 1976, 56-59).

Dos son los rasgos que definen esta visión del Dios cristiano. a. Su vinculación a Jesús: los cristianos saben que Dios se les manifiesta de un modo especial por medio de Jesús, a quien ellos acogen, ante todo, como revelador de Dios y guía religioso. b. Su carácter personal: El Dios cristiano es, ante todo, un Dios de “encuentro”, es decir, de comunicación entre personas. La identidad del cristianismo no consiste en el sometimiento (sumisión a un Dios que sobrecoge), ni en la asimilación a lo divino (en una línea más cercana a las experiencias orientales), sino en la capacidad de abrir un encuentro personal con Dios, que se expande y se expresa en forma de encuentro con los otros hombres, según el evangelio.

2.Metamorfosis de lo sagrado y futuro del cristianismo

Martín Velasco ha sido y sigue siendo un fino analista de nuestra situación. Por un lado destaca el carácter propio del cristianismo, como religión del encuentro personal del hombre con Dios, por medio de Jesús. Pero, al mismo tiempo, él piensa que, en el momento actual, el despliegue de la religión cristiana resulta inseparable de la problemática social y cultural de la modernidad; en esa línea, el despliegue cristiano ha de situarse en el contexto del diálogo ecuménico con las restantes religiones.

Por eso, a su juicio, no basta con analizar el origen y sentido básico del cristianismo, sino que él añade que debemos situar el cristianismo en el contexto del mundo moderno con sus dos rasgos más característicos. (a) El desarrollo de una razón ilustrada, que se expresa en la ciencia y en el dominio técnico del mundo. (b) El encuentro de las diversas religiones y culturas, dentro de un mundo que se está unificando.

Martín Velasco piensa que religión (y en particular la cristiana) sigue estando llena de promesas; más aún, el piensa que se abre ante los cristianos un futuro prometedor, pero con la condición de que ellos desarrollen una experiencia de Trascendencia (apertura al misterio), desde la perspectiva de la sociedad actual, en ejercicio de encuentro entre las religiones. No hace falta que el cristianismo se organice mejor como institución, sino que profundice su experiencia de Misterio, en diálogo con las diferentes tradiciones culturales, dentro de un mundo donde el hombre ha llegado a la madurez técnica e ilustrada (con los valores que ello implica, pero también con el riesgo de perder su propia identidad).

La misma unidad trascendente del misterio se expresa en una diversidad de mediaciones religiosas del mismo Misterio, que los monoteístas llamamos Dios; por eso, la “verdad” del cristianismo sólo puede afirmarse allí donde se reciben también, en respeto y diálogo, otras mediaciones religiones, tanto monoteístas (judaísmo, Islam), como místicas y “gnósticas” (Tao, budismo, hinduismo…). Y todo ello ha de situarse en el contexto de una humanidad “ilustrada”, que se ha descubierto capaz de pensar y de organizar su vida de un modo técnico. De esa manera, por afirmar la trascendencia del Dios cristiano y su revelación en Jesús, M. Velasco ha podido superar no sólo es exclusivismo, sino el mismo inclusivismo religioso, abriendo un campo de diálogo entre los creyentes de las diversas religiones:

«El pluralismo de la sociedad moderna, tanto desde el punto de vista racial y cultural como de religioso, ha adquirido últimamente dos rasgos característicos: el acceso a la conciencia planetaria y el valor de las identidades culturales. Gracias a los flujos migratorios y a los intercambios de todo tipo, las sociedades avanzadas están resultando pluri-raciales, pluriculturales y pluri-religiosas. Además, los humanos nos reconocemos habitantes del mismo planeta, viajeros, como quien dice, de la misma nave espacial, enfrentados con los mismos problemas que, sólo si se los gestiona globalmente, se podrán solucionar. El pluri-centrismo va a comportar transformaciones importantes en las religiones tradicionales que no siempre estamos suficientemente preparados ni para percibir ni para afrontar. Algunas son ya perceptibles.

En mayor o menor medida todas las religiones universales se plantearon en la época premoderna la relación con los pueblos ajenos a la propia religión y cultura en términos exclusivistas. Para ellas, la salvación pasaba por la propia religión. De ahí la misión, orientada a convertir a los extraños en miembros de la propia religión. Tras la aparición del pluralismo, las religiones, en general, han sustituido el exclusivismo por la postura inclusivista: los miembros de otras religiones representarían caminos preparatorios que deberían conducir a la aceptación de la salvación contenida en el propio sistema religioso y en el que encontrarían plenamente desarrollados los valores sólo germinalmente incluidos en su religiosidad.

En el clima de comprensión y diálogo interreligioso que ha introducido la actual situación de pluricentrismo resulta más difícil mantener las posturas tanto exclusistas como inclusivistas. Aun al margen de las problemáticas orientaciones de la llamada teología pluralista de las religiones, pueden predecirse cambios importantes en la comprensión de la pretensión de universalidad de las religiones y del sentido de la misión. Las conclusiones de las ciencias de las religiones y las evidencias que impone la actual situación socio-cultural ayudan a vislumbrar esos cambios. No es posible atribuir carácter universal y absoluto al cuerpo de mediaciones –por definición histórica y culturalmente condicionadas– que constituye cada religión. Por consiguiente, la universalidad no puede plantearse en el nivel de las mediaciones, sino sólo en el de la Realidad Trascendente, a la que el sujeto religioso tiende a través de ellas» (cf. Selecciones de Teología 150 [1999] 127ss].

2. Experiencia mística y reflexión filosófica.

Martín Velasco es quizá (con  R. Panikkar) el mayor experto hispano en temas místicos y de diálogo de religiones. Se ha esforzado por conocer y presentar las religiones de un modo histórico y antropológico, como pensador de gran finura y sensibilidad eclesial, desarrollando la teología desde el umbral de la experiencia religiosa, explicitada en nivel de fenomenología, y de esa forma ha abierto un camino en el pensamiento hispano. Martín Velasco ha querido elegir el símbolo del encuentro como categoría central para la comprensión del fenómeno religioso.

Eso le ha permitido abrir un espacio de diálogo no reductivo (no simplificador, ni unilateral) entre el cristianismo y las grandes tradiciones religiosas. No tiene que negar el cristianismo para asumir y desarrollar la experiencia de las religiones. No tiene que negar las religiones para confesar el cristianismo. Así lo dice en uno de los lugares centrales de una de sus obras ya clásicas:

«La relación teologal cristiana (o la confianza absoluta), la fidelidad a la alianza judía, la sumisión incondicional (Islam) musulmana, la “realización” de la identificación Atman-Brahman en el vedanta advaita, la bhakti de las corrientes hindúes más “personalistas”, el nirvana o extinción del sujeto en el budismo theravada y la sabiduría contenida en el taoísmo chino, es decir, las grandes formas de realización de la relación religiosa me parecen coincidir en un doble movimiento de transcendimiento de sí mismo, de descentramiento radical del sujeto, que le otorga el recentramiento (la salvación) en el más allá absoluto de sí mismo para el que el hombre está hecho, por el que siente una nostalgia y un anhelo irreprimible, pero con el que no puede coincidir por su propio esfuerzo y al que lo mejor de sí mismo le invita a consentir» (El encuentro con Dios, pag 8).

En esa línea, siendo especialista de la mística, Martín Velasco es filósofo y teólogo de la religión. De la filosofía ilustrada proviene y en ella se mantiene, como hombre que admite la razón moderna con todas sus consecuencias, pero superando el riesgo de absolutizarla en sí misma, avanzando hasta el lugar donde el pensamiento se transciende a sí mismo, no para renegar de la razón o perderse en el juego de las mil verdades parciales sino para descubrir que ella se asienta y ratifica a sí misma en el momento en que transciende. Por eso, siendo filósofo, Martín Velasco es teólogo de la religión, pues deja que ella misma se exprese en como experiencia de misterio que puede y debe ser pensada.

Toda su obra ha sido un ejercicio de diálogo, en el que, manteniendo la especificidad de lo cristiano (encuentro con Dios en clave de encarnación) y de cada una de las grandes religiones, no sólo deja, sino que quiere que esas religiones mantengan su propia identidad. Significativamente, para Martín Velasco, desde la perspectiva cristiana, el diálogo religioso se abre, por un lado, hacia el judaísmo (y el Islam) en el principio de la tradición bíblica, y, por otro, hacia las grandes tradiciones del oriente, expertas en silencio en miles de discursos siempre insuficientes ante el misterio trascendente. En ese contexto ha situado su reflexión sobre la mística, que él entiende como elemento unificador de las religiones:

«El hombre tiene una dimensión de trascendencia que le pertenece por su propia condición, y esa dimensión, incluso cuando no se ejercita religiosamente, suscita en muchas personas experiencias de trascendencia, por ejemplo en la relación con la naturaleza, en sus aspectos más llamativos e impresionantes, cuando el sujeto se ejerce éticamente o cuando el hombre desarrolla la experiencia estética.

De esa forma, hay infinidad de relatos sobre experiencias de trascendencia que, psicológicamente hablando, tienen semejanzas con la experiencia mística aunque su contenido sea diferente. Si se estudia la mística a lo largo de los siglos, se observa que, siendo la presencia de experiencias místicas en las religiones una constante desde siempre, sus formas concretas difieren según las circunstancias culturales en las que se mueven los místicos. Por eso no tiene nada de extraño que el místico de hoy cobre un perfil peculiar, dadas las transformaciones culturales que se han producido y los cambios tan grandes que vive nuestra actual sociedad.

Entre muchos rasgos, yo subrayaría que el místico de nuestros días no lo es a través de experiencias extraordinarias que se acompañen de fenómenos también extraordinarios. Vamos caminando hacia formas de mística realizadas en el interior de la vida más cotidiana, algo que en realidad no es tan nuevo, porque ya los profetas vivían la experiencia de Dios en relación con los acontecimientos de la vida diaria, lo mismo que Santa Teresa, que decía incluso que "Dios también anda entre los pucheros”.

En cualquier caso, hoy son muchos los autores sobre mística que insisten en que tal vez la forma de experiencia de Dios más frecuente en nuestros días sea aquella que tiene lugar no en momentos privilegiados, sino en el discurrir de la vida diaria. Xavier Zubiri decía que realizar la experiencia de Dios no es entrar en contacto directo con un Dios que esté frente a mí, sino más bien vivir todo lo que uno vive a la luz de Dios y a la sombra de su presencia, es decir, vivir divinamente más que entrar en una relación directa con un Dios con quien esa persona se encuentre sólo en momentos determinados. Bastantes de los místicos de nuestros días van en esta dirección». (cf. http://www.mercaba.org/ Enciclopedia/M/martin_velasco_juan.htm)

Diccionario de pensadores cristianos - PDF

El texto anterior está tomado de este diccionario, págs. 598-602.

Entre sus obras,

 Hacia una filosofía de la religión cristiana (Madrid 1970); Introducción a la fenomenología de la religión (Madrid 1973); El encuentro con Dios. Una interpretación personalista de la religión (Madrid 1976); La religión en nuestro mundo (Salamanca 1978); La experiencia cristiana de Dios (Madrid 1997); El malestar religioso de la cultura (Salamanca 1998); Increencia y evangelización: del diálogo al testimonio (Madrid 1988); El fenómeno místico: estudio comparado (Madrid 1999);La transmisión de la fe en la sociedad contemporánea (Santander 2000) Pluralismo cultural, pluralismo religioso y educación cristiana (Madrid 2003); La experiencia mística: estudio interdisciplinar (Madrid 2004); Mística y humanismo (Madrid 2007). Visión general de su obra en varios, Homenajea Juan Martín Velasco (Estella 2005).

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