Una mirada a la antigüedad para comprender el 8-M (Mesopotamia y/3). Isthar, diosa suprema

Ishtar, diosa suprema
Ishtar, diosa suprema

He situado en dos postales la presencia del Papa Francisco en Irak (6-8.3.2021) en el contexto de la cultura y religión de Mesopotamia, y  termino hoy la serie desde la visión y culto de Isthar, diosa que ha servido de  “contrapeso” a Marduk, Dios   que se impone por guerra, matando incluso a su madre.

Al lado y en contra de Marduk, los mesopotámicos (y en especial los babilonios) han elevado y venerado a Isthar/Ester, una de las figuras femeninas más importantes de la cultura universal. 

Había, según eso, en Babilonia dos "seres divinos" principales: Marduk (Dios guerrero) e Isthar (diosa de la vida y el amor). La calle o avenida principal de Babilonia llevaba su nombre y, pasando por su puerta (una de las maravillas del arte de todos los tiempos, hoy en el museo de Berlín), conducía al templo de Marduk.

          Por esa calle y puerta pasaban las mayores procesiones de la antigüedad, en honor a la diosa-mujer. Por eso quiero recordar su figura, para que mis lectores puedan compararla con la “figura de mujer” de nuestro tiempo (año 2021) conforme a la visión del 8M. Juzgue cada lector  el tema y saque sus conclusiones. Buen día de Isthar, buen 8M.

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Isthar, diosa mujer

Ishtar o Ashtarté  es quizá la más rica expresión de la divinidad en el oriente antiguo. Ella posee desde el principio funciones y poderes más extensos que los vinculados a los dioses masculinos.

Así conserva todavía rasgos de la gran madre original y recuerda, al mismo tiempo, el lado femenino (acogedor) y el aspecto creador (¿más masculino?) de la existencia. Es signo de luz-vida, pero también la vemos vinculada a los rasgos más oscuros de muerte: es amor que atrae y funda la existencia, siendo, al mismo tiempo signo de la transformación de toda realidad.

  •  Ishtar es Venus, el lucero matutino, el amor como principio de la vida, la fuerza creadora que penetra y lo produce todo.
  • Ella es la estrella vespertina que se esconde en las regiones inferiores, como destrucción que acecha, como muerte que amenaza allá en el centro donde todo se origina.
  • La misma Ishtar, amor y muerte, es al fin signo del orden de la tierra, apareciendo como garantía de estructura social y fuente de poder para el imperio.

 Ishtar aparece como gran diosa en casi todo el oriente, especialmente en el mundo semita. Ella es Ashtarté para los cananeos, Atargatis en los sirios, Athtar para los árabes, Ashtar para los moabitas... Ella está cerca de Afrodita (e incluso de Artemisa) de los griegos, pero su figura se ha expandido sobre todo (en tiempos posteriores) con los signos de Isis, diosa egipcia. Así aparece vinculada al cielo y al infierno, a la vida y a la muerte, a la maternidad y a la acción organiza el orden sobre el mundo. No podemos expresar aquí todos sus rasgos.

(Figura 1: Signo masculino-femenino de la iglesia de los Carabeos, en Cantabria. Figuras 2-3: Puerta y calzada de Ishtar en Babilonia. Figuras 4 ss: Sellos de Ishtar

La puerta de Ishtar de Babilonia… Visítala en Berlín – 3viajes

Himno de Isthar, canto de su procesión (manifestación)

  • Alabada sea la diosa, la más temible de las diosas.
  • Reverénciese a la dueña de los pueblos, la más grande de los Igigi.
  • Alabada sea Ishtar, la más temible de las diosas.
  • Reverénciese a la reina de las mujeres, la más grande de las Igigi. Está vestida de placer y amor.
  • Está henchida de vitalidad, encanto y voluptuosidad.
  •  De labios es dulce, hay vida en su boca.
  • A su aparición el júbilo es completo.
  • Es gloriosa; hay velos echados sobre su cabeza.
  • Su cuerpo es bello, sus ojos brillantes.Ella es la diosa: (en ella hay consejo).El hado de todo tiene ella en su mano.A su mirada se crea la alegría.
  • Es poder, magnificencia, deidad protectora y espíritu guardián. 
  • Ella habita mantiene la compasión y a la amistad.
  • Además posee ciertamente el agrado.
  • Sea esclava, muchacha libre o madre, ella la protege.
  • Se la invoca entre las mujeres, se mencion su nombre.
  •  Quién, quién podrá igualar su grandeza;
  • Fuertes, exaltados, espléndidos son sus decretos.
  • Ishtar, )quien podrá igualar su grandeza?
  • Fuertes, exaltados, espléndidos son sus decretos.
  •  Se la busca entre los dioses: extraordinaria es su categoría.
  • Respetada es su palabra: es suprema ente los dioses.
  • Ishtar entre los dioses: extraordinaria es su categoría... (SAO 274-274) 

Ishtar, diosa fuerte 

BABILONIA | Imperio, fechas, etapas y características

La diosa Ishtar que el orante evocaba en este antiguo canto no es una madre de dulce corazón y tierno gozo para el alma. En esta antigua cultura no se ha trazado todavía ese tipo de complementariedad de género por la cual todas las notas femeninas se han "feminizado", reducidas al plano de lo auxiliar y subordinado.

Al contrario, la diosa aquí invocada aparece como persona que tiene poder soberano, como un reina o gran sacerdotisa...  Como miembro de la aristocracia reinante, ella gobierna, da decretos, lleva la corona del poder.

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El siervo exalta y adula a la Señora, declarando que ella tiene todo el poder, que ella está exaltada sobre todas las otras realidades de su clase. Ella aparece como señora de la guerra, no en el sentido freudiano de madre devoradora sino en el mismo sentido en que el Dios hebreo es Señor de la guerra. Ella defiende en la batalla su reinando, vence a sus enemigos y protege a sus siervos.

Por eso, sus siervos apelan a ella para que les vengue o defienda su causa contra sus enemigos. Los orantes quieren excitar su piedad, poniendo ante sus ojos de diosa su miserable condición... Ellos gritan desde su angustia. Ellos derramen su aflicción ante su Divina Señora. Esperan que ella tendrá piedad de ellos, les perdonará las ofensas que hayan cometido en contra de ella y les librará de sus enemigos (R. R. Ruether, Womanguides. Readings Toward a Feminist Theology, Beacon Press, Boston 1985, 4-5.

 Isthar, totalidad divina

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Ishtar aparece como diosa total. De esa forma simboliza, sostiene y desvela los tres aspectos fundamentales de la vida-amor, el orden social y la muerte, presentándolos como expresiones de un mismo principio divino, como formas de un mismo fondo original sagrado. Siendo diosa única, ella asume la multitud de niveles cósmicos y los integra en su propio dinamismo femenino. De esa forma, Ishtar viene a presentarse, al mismo tiempo, como estrella del cielo, orden del mundo y abismo inferior de los que bajan a la muerte. Los tres pisos míticos del mundo vienen así a unirse en su viviente complejidad, apareciendo como aspectos de su vida más como puros lugares geográficos o cósmicos.

          Ella expresa la unidad fontal (o final) de lo divino, de tal forma que en el mismo centro del politeísmo viene a surgir un tipo de monoteísmo superior, al menos de tipo funcional. Ella es expresión de un tipo de unidad divina que se alcanza por experiencia de unificación femenina de la realidad y no a través de una lógica de tipo impositivo. En ella se vincula, cobra sentido y llega a su más honda identidad todo lo que existe. Es como si el conjunto de la realidad pudiera cobrar y cobrara "forma" de mujer. Alguien podría afirmar que la mujer es un microcosmos o, mejor dicho, el cosmos entero es una macro-mujer

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  • La figura más avasalladora del panteón sumero-acadio y la más pervivente a lo largo de la sucesión de imperios... es la diosa simbolizada por el lucero vespertino... : es Ishtar que reviste dos aspectos: nocturno (erótico) y diurno (belicoso y político).
  • La Ishtar mesopotámica poseía otra hermana, Ereshkigal. Ambas son dos aspectos inversos de una misma realidad, en su doble función supra e inframundana. Mientras Ishtar libera en calidad de "reina del Cielo" (nos lleva en dirección supramundana y olímpica), Ereshkigal disuelve todos los rasgos de la vida terrena, por la muerte, en dirección inframundana e infernal...
  • Ambas son la personificación hermanada de los poderes supremos que rigen los destinos de los humanos: el Amor, la Muerte y el Poder de Dominio (lo que Freud acertó a llamar, tras una laboriosa evolución de su teoría: Eros,Thanatos y principio de realidad): uno es el poder creador de vida nueva, otro destructor de la vida ya existente y, finalmente, el tercero es formalizador del mundo en el que la vida creadora se va gestando y destruyendo por la vida solapada de cada día y las contiendas violentas que desencadena el Poder político y sus impulsos civilizadores.
  • Ante la revelación de esta profunda filosofía vital que encierra en sí el mito, todos los perjuicios antimitológicos deben cesar, y debe reconocerse que esta forma de saber posee un contenido de verdad evidente y eterna, bastante superior al de muchos sistemas filosóficos (cf. L. Cencillo. 147-149).

 En la mujer Ishtar se unifican simbólicamente todos los aspectos de la realidad. Ella expresa su dominio sobre el mundo a través de su fuerza integradora y no por su violencia destructora u opresora (como hacía Marduk), y en ese sentido podemos decir que ella es la unión de los contrarios (coincidentia oppositorum), de tal forma que Isthar y Ereshkigal se identifican: uno mismo es el principio de la vida y el impulso de la muerte; uno mismo es en su hondura el impulso de la luz o día y el deseo/encanto de la noche oscura.

Frente a la lógica masculina de tipo más racionalista o unilateral (que actúa por exclusión y violencia) viene a elevarse aquí la lógica de la totalidad abarcadora, de tipo femenino. Frente a lo que algunos han llamado la ley de lo mismo (intento de imponer un modelo o esquema racional sobre todo lo que existe) se acentúa aquí la lógica de las distinciones y polaridades de la vida.

  • El Dios patriarcal de tipo masculino tiende a comportarse de un modo unilateral de tal forma que vence o se impone por medio de exclusiones: así Marduk que hace la guerra y simboliza solamente un rasgo o elemento de una realidad más extensa sobre la que tuvo que imponerse por la fuerza, mutilando algunos de sus aspectos anteriores.

    Puede ser una imagen de escultura

- En contra de eso, la Diosa femenina, Isthar, es dualidad conciliadora, más aún, ella es trinidad de elementos que se implican. Así podemos compararla con el mismo proceso de la vida: no actúa por exclusiones sino por inclusiones: por eso en ella reciben lugar y sentido todos los aspectos de la realidad.

 Esta visión abarcadora de la diosa puede interpretarse en forma regresiva. Es como si ella fuera todavía un tipo de gran caos donde todo da lo mismo pues no existen todavía distinciones (como en una penumbra donde "todos los gatos son pardos", como decía Hegel).

La diosa sería un tipo de uróboros indiferenciado, por utilizar el lenguaje de la primera parte de este libro. En esa perspectiva, si Isthar fuera expresión de un ser indiferente donde todo cabe porque todo da lo mismo, su figura y mito debería superarse, en aras de la claridad masculina, que es quizá violenta pero que sabe distinguir los planos de la realidad.

Pero el mito de la diosa puede interpretarse en clave positiva: más allá de la claridad vacía del racionalismo exclusivista (¿masculino?) existe una visión inclusiva (femenina) que nos permite penetrar intuitivamente en los diversos aspectos del conjunto de la realidad. No se trata de confundirlo todo en una especie de "esoterismo" barato (bastante usual en nuestro tiempo) sino de mantener las diversidades para vincularlas en un plano más alto de integración sagrada (femenina).

 Entendida así, como principio de reconciliación (no negación) de las oposiciones la diosa Ishtar ha sido uno de los signos sagrados más importantes de la historia. Ella nos abre a un campo de sabiduría superior donde se integran y completan vida, muerte y estructura social sobre la tierra. Así esto sobrepasamos el nivel dual de la unión de opuestos y venimos al campo mucho más rico de la tríada fundante de la vida:  

      Esta ruptura de niveles cósmicos, este transcender de la divinidad o del héroe (sobre) las tres regiones fundamentales de la realidad total (el mundo, la región de la muerte y la transcendencia divina) constituye una verdadera categoría, una constante del pensamiento religioso universal, desde el Chamanismo (una de las formas más arcaicas de religiosidad) hasta el cristianismo (cf. Cencillo 150).

             Podemos unir este pasaje con la cita anterior, también de Luis Cencillo, precisando el sentido de sus afirmaciones, para expresar mejor la experiencia sacral de lo femenino, tal como ha venido a explicitarse en la figura paradigmática de Ishtar. Ella, la Gran Diosa, aparece ante nosotros como uno de los primeros y más hondos signos de unificación de toda realidad.

 - El primer texto presentaba a Isthar, la mujer, como síntesis de opuestos: entre la vida y la muerte, entre el eros y el thánatos, la diosa va tejiendo y sustentando una estructura de relaciones sociales que fundan y así posibilitan un orden de existencia total para los humanos. Superando la pura oposición entre los contrarios (eros y thánatos, amor y muerte) surge así un tercer elemento de realidad que cierra el camino de la violencia destructora o del triunfo de un aspecto sobre otro. Ella, la mujer interpretada como diosa, abre un espacio de realidad para todos los aspectos del ser humano,, para todos los vivientes. El Dios varón patriarcal solía excluir a la mujer. La gran diosa Ishtar suscita un mundo donde incluso los varones encuentro un sentido.

- El segundo texto vincula mundo inferior (muerte), mundo central (tierra) y espacio superior (cielo, transcendencia de Dios). Mirada en esa línea, Ishtar aparece como ser del suelo (tierra), del subsuelo (infierno) y del suprasuelo (cielo). En el lugar donde antes se vinculaban amor y muerte (eros y thanatos) en forma de "principio de realidad" viene a revelarse ahora la transcendencia de Dios, como si ella (el cielo) fuera conciliación de los contrarios. En el camino de su realización humana, allí donde se encuentran y se cruzan vida y muerte, el ser humano solo puede hallar todo su sentido en forma sagrada y femenina.

Reino de Isthar, la vida y la muerte

 Ishtar es una personificación de aquella fuerza de la naturaleza que se revela dando y quitando la vida. Ella es la madre de todas las cosas... ; es la diosa de la fertilidad y de ella proviene el poder de la reproducción y del crecimiento para los productos del campo, para los animales y los hombres. Por transición natural, ella viene a ser la diosa del amor sexual y la protectora de las prostitutas. Es también la que abre el útero,:el refugio de las madres en los dolores del parto. Por eso, toda la vida emana de ella: plantas, animales y seres humanos son sus hijos.

Como diosa lunar, Ishtar posee un carácter doble. No es sólo dispensadora de vida sino también la destructora. Es la luna: en su cuarto creciente se despliegan y crecen las cosas; en su fase menguante disminuyen y parece que se pierden. Pero este no es el fin: la luna creciente retorna de nuevo...

Según eso, Ishtar reinaba sucesivamente sobre todos los ciclos o meses de tal forma que la misma fertilidad del año, con todo lo que naciera a lo largo de todos los meses, aparecía como su fruto. Esta idea se expresaba espléndidamente en la creencia de que su hijo Tammuz era verdaderamente la vegetación de toda la tierra. Por eso se le llamaba Urikitu, el Verde. Al hacerse mayor, Tammuz aparece en el mito como amante de Ishtar. Año tras año tiene que morir Tammuz uy resurge de nuevo.

Año tras año perecía Tammuz y bajaba a los infiernos. Ishtar y todas las mujeres hacían luto por él, decidiéndose a penetrar con gran peligro en la Tierra sin Regreso para liberarlo... Cuando la Señora Isthar bajaba a los infiernos (para liberar a Tammuz) se extendía sobre la tierra una terrible depresión y desesperación, de forma que en su ausencia nada podía ser engendrado. Ni los hombres, ni los animales, árboles o plantas podían multiplicarse. Más aún, ni siquiera lo deseaban. El mundo entero perdía su fondo, caía en una especie de inactividad sin esperanza, en luto hasta que él volviera... En El descenso de Ishtar al mundo inferior se dice:

  •  Desde que Ishtar bajo a la Tierra sin Regreso,
  • el toro no cubre a la vaca, el asno no monta a la burra,
  • el la calle el hombre no saluda a la doncella,
  • el hombre yace solo en su cámara,
  • la doncella yace sola sobre su costado (SAO 97-98).

             Sólo cuando Ishtar retorna sobre el mundo vuelve a retornar el deseo sexual y el poder de la fertilidad... Para los antiguos, el poder de la fecundidad y la atracción entre el macho y la hembra eran dones de la diosa o quizá emanaciones que en algún sentido provenían de ella. Cuando ella se encontraba en la tierra sin Retorno desaparecían la fertilidad y el deseo sexual sobre la tierra (cf .M. E. Harding, I misteri della Donna, Astrolabio, Roma 1973, 158-161).

Conforme a esta visión, el conjunto de la realidad no aparece vinculado por un principio físico (como el Agua de Tales de Mileto), ni por una entidad lógica o filosófica (la idea, el ser), sino por una figura humana, y de un modo especial por la mujer-diosa. Para los adoradores de Ishtar, las diferentes formas y momentos de la realidad se vinculan en el símbolo humano y divino, profano y sagrado de la mujer.

 Ella es más que pura madre: es madre y hermana, es protectora de la ciencia y abogada de la "guerra", interpretada como principio de ordenación social. Frente al monoteísmo masculino impositivo y violento (exclusivista) habría aparecido aquí un primer monoteísmo femenino no exclusivo ni parcial.

 - Normalmente se concibe al ser humano de manera masculina. El hombre es el varón, un Adán, interpretado, quizá inconscientemente, como macho. Las mujeres serían varones deficientes o frustrados, seres que deben quedar sometidos, por la fuerza (violencia física) o por el cariño (violencia sentimental).

- En contra de eso, el mito de Ishtar nos situaría ante la figura originaria de la Diosa donde cabemos por igual varones y mujeres. En un sentido más profundo todos somos Eva o, mejor dicho, todos somos Ishtar pues estamos incluidos en su figura y existencia de gran diosa. .

             Esta diosa ya no es simplemente madre engendradora, como en el esquema primordial del matriarcado. Ella es la humanidad entera explicitada en rasgos de mujer: es amante y hermana, ignorante y sabia, reina y trabajadora. En este nuevo/Adán que ahora aparece con los rasgos de Eva verdadera (es mujer) nos sentimos todos bien representados. Por eso podemos presentarla como signo primigenio o mito de lo humano.

Un posible camino de Isthar a Maria, madre de Jesús

 Una experiencia semejante es la que habría comprendido y expresado el cristianismo (católico) por medio del signo de María, la madre de Jesús. En ella retornan algunos de los rasgos de la Gran Diosa, aplicados ya a la persona concreta de la Madre de Jesús, que ha recibido dentro de cierta iglesia la carga simbólica de la antigua religión Babilonia y Egipcio.

 Naturalmente, la existencia de María tenía que culminar en una ruptura de niveles semejante (como la de Ishtar...) pues ella es arquetipo de la Humanidad redimida, es decir, transcendentemente cualificada, que ha vencido los condicionamientos cósmicos e históricamente degradantes. Este es el significado metafísico de la Asunción en la integridad de su persona humana. Como Mater Dolorosa había María conocido de antemano los horrores de la nekya, acompañando en afecto a su Hijo en la agonía y en la muerte, sobre la que se proyectaban todas las humillaciones y las tinieblas del reino de las sombras. Y, en consecuencia, de esta ejemplaridad arquetípica del conjunto Redentor-Corredentora, la alternancia del descenso... al reino de las sombras y de la ascensión luminosa hacia la Transcendencia se convierte en el esquema dinámico fundamental de toda la ascética y la mística cristiana, la cual, como se ve, reproduce y particulariza un esquema universal de catarsis espiritual (Cencillo 151).

           El mito de Ishtar queda recreado de esa forma, apareciendo como signo de una visión determinada de María: su Inmaculada concepción y su Sufrimiento redentor ante la Cruz de su Hijo, lo mismo que su maternidad y su asunción gloriosa al cielo la convierten en tipo o signo de toda la aventura espiritual del ser humano.

La mujer mítica (Isthar) o la mujer histórica simbólicamente reinterpretada desde el fondo de la plenitud mesiánica (María) ofrecen de esa forma una expresión abarcadora de lo humano. Una es diosa dentro del esquema simbólico del politeismo; la otra es una mujer histórica dentro del modelo de revelación israelita. Pero las dos, cada una a su nivel, aparecen como una expresión femenina (sagrada) de la plenitud humana.

Esta forma de entender la figura de la diosa (y de María) resulta por lo menos sugerente y debe analizarse con mayor cuidado, pero debemos procurar que la mariología cristiana no sea un simple proyecto regresivo: un retorno a lo divino preconsciente (al uróboros sin deferencias, a un tipo de matriarcado sin creatividad personal) o una nueva versión de la nostalgia ante los signos del "eterno femenino", construido de manera ideal, para que sirva así de contrapeso interno (inefectivo) al poder ya muy real de los varones.

Como el psicólogo y antropólogo C. G. Jung (1875-1961) ha mostrado, puede trazarse un camino que va de Isthar de Babilonia a María de Nazaret. María representa lo femenino arquetípico, al menos en cierto cristianismo. Al estudiar la mariología en el contexto de la historia de las religiones... podemos relacionar los dogmas cristianos sobre María con los grandes temas de las religiones antiguas aunque posean un significado radicalmente distinto. María representa en el cristianismo el eterno femenino, la maternidad divina que siempre ha completado la imagen divina del Padre en la experiencia profunda de la conciencia humana. También María es uno de los arquetipos que catalizan los procesos de diferenciación psíquica en el desarrollo de la conciencia, al menos en el mundo occidental y en el oriente medio...

Las raíces universales de la experiencia humana respecto de lo femenino pertenecientes históricamente a la filogénesis de la humanidad están todavía contenidas y en cierto modo recapituladas en el desarrollo del individuo, esto es, en la ontogénesis de nuestra era informática.

Esta constatación y el asombro que debería acompañar a la toma de conciencia del enorme valor y potencialidad de María como arquetipo... suponen un reto y un compromiso para la Iglesia católica: tomar conciencia del arquetipo de lo femenino y facilitar, también fuera del espacio específicamente eclesial, la con lo femenino en el desarrollo del sí mismo de cualquier persona... .

María no sólo refleja a la mujer que ha sido la Madre de Jesús, según el dato bíblico, aunque este haya sido el fundamento del "mito" de María. Ella es refleja también funciones psíquicas de carácter humano en general no ligadas al magisterio cristiano específico (L. Pinkus, El mito de María. Aproximación simbólica, DDB, Bilbao 1987, 66-67; he desarrollado mi visión del tema en María. De la historia al símbolo en el NT, EphMar 45 (1995) 9-41 y en La Madre de Jesús, Sígueme, Salamanca 1990).

Conclusión, de Marduk a Isthar

 A modo de conclusión podemos retomr, de un modo unitario, las figuras de Marduk e Isthar que forman las claves y extremos del sentido religioso y social en la cultura babilónica. Ellos son los dioses dominantes: son, al mismo tiempo, la expresión de la cultura masculina y femenina.

- Marduk es el varón divinizado que conquista su dominio asesinando a Tiamat su propia madre y dominando por la fuerza sobre el resto de los dioses; es el varón que impone su peso (esclavitud) sobre la espalda de los hombres, haciendo que ellos sirvan con su culto y reverencia al ejército de dioses. Da la impresión de que la vida masculina se explicita y configura en forma de revuelta (muerte de la madre), de dominio impositivo y servidumbre. Expresión de Marduk: ese es el tipo de imperio que ha extendido por las tierras del oriente el rey de Babilonia. No es extraño que los libros de la Biblia Hebrea (especialmente Dan 7) le comparen le con una bestia y le presenten como diablo o como signo de demonio destructor y no como divino.

- Isthar es la mujer divinizada. En ella se condensan los aspectos de la madre-esposa y de la tierra (vida y muerte); en ella se estructura el orden social como armonía donde todos pueden realizarse ocupando su lugar propio dentro del conjunto. Da la impresión de que el Adán-Marduk (el hombre masculino) está fundado sobre bases de violencia. Por el contrario, el Adán-Ishtar o, quizá mejor, la Eva-Ishtar puede simbolizar la gracia de una vida ya pacificada para los humanos sobre el mundo. Ella no tiene que matar a su madre, ni dominar sobre los otros para realizarse; ella es el misterio mismo del nacimiento y muerte donde todos se unifican.

 Juzgando el simbolismo desde nuestra perspectiva, podríamos decir que el mundo construido sobre el fundamento del Marduk-varón es malo; por eso debería superarse esta forma de monoteísmo en clave masculina. El monoteísmo femenino de la Isthar-mujer sería, en cambio creador de vida: la humanidad entera se vendría a desvelar en estructura femenina, como totalidad centrada en las mujeres. Como diosa abarcadora, integradora, Ishtar es signo de todo lo que existe en cielo y tierra, por eso puede ofrecer un lugar a todos los humanos.

          No olvidemos, sin embargo, que estos dos esquemas no se han visto como excluyentes a nivel de oposición contradictoria. Los babilonios del siglo VII-VI a. de C (que llevaron cautivos a miles de judíos a su tierra). fueron a la vez devotos de Marduk e Isthar: Cultivaron por un lado los principios de la fuerza que venía a expresarse de manera masculina; y veneraron a la vez el gran misterio de la diosa del amor, de la muerte y de la vida. De manera muy significativa, los hebreos que se hallaban por entonces cautivados en las tierras centrales del imperio (entre el 587 y el 540 a. de C.) no quisieron ni pudieron separar moralmente a esos dioses: no condenaron a Marduk para quedarse con Isthar ni viceversa; rechazaron por igual ambos sistemas religiosos, superando de esa forma la polaridad de lo masculino y femenino interpretado en clave de fuerza y vida abarcadora.

Una vez más, hemos podido descubrir que el monoteísmo patriarcal o masculino acaba siendo destructor, violento, por eso es bueno que tenga un contrapeso femenino, tal como aparece en la figura de Ishtar, con sus grandes procesiones sobre el río, entrando en la ciudad por la puerta de su nombre.  Pero no se soluciona el problema de lo humano proyectando sin más lo sagrado en la figura de una diosa.

Ciertamente, Ishtar es mucho más perfecta que Marduk; recoge con mayor fidelidad los diferentes aspectos de lo humano, ofreciendo así un espacio más armónico de vida y de misterio sobre el mundo. Pero quizá no podemos resolver los temas de fondo repitiendo sin más las procesiones de Isthar de Babilonia, convertidas en manifestaciones del 8M.

Ciertamente, Marduk no es Dios sin más (aunque a veces lo hayamos supuesto). Pero tampoco Isthar es Diosa sin más (aunque ella se parece mucho más que Marduk al Dios cristiano). Quizá debemos seguir buscando el principio de lo humano, que en su forma actual se expresa mejor en lo femenino de Isthar que en lo masculino falso de Marduk.  Los cristianos pensamos que Jesús de Nazaret abre un buen camino en esa línea.

Me gustaría que este año 2021 se pudieran celebrar (si la Covid 19 lo permitiera) las “procesiones” y manifestaciones del 8M. Más aun, pienso que la figura de Isthar puede ayudarnos a entender mejor la realidad del ser humano, varón y/o mujer, en otras posibles    formas y variantes. Pero el tema queda abierto, aunque haya terminado aquí mi pequeña serie sobre Mesopotamia.

Bibliografia.

He desarrollado el tema, con cierta bibliográfica, en:

  • La madre de Jesús, Sígueme, Salamanca 1990;
  • Hombre y mujer en las grandes religiones, Verbo Divino 1989;
  • La Mujer en la Biblia judía,  Clie, Terrasa 2012; Trinidad,  Sígueme, Salamanca 2015;
  • Gran Diccionario de la Biblia, Verbo Divino, Estella 2017.

 Textos básicos: SAO: J. B. Pritchard (ed. ), Sabiduría del Antiguo Oriente. Garriga, Barcelona 1966; F. Lara P., Mitos sumerios y acadios, Nacional, Madrid 1984.Interpretación antropológica en L. Cencillo, Mito. Semántica y realidad, BAC 299, Madrid 1970.

Sobre la figura de Isthar:

  1. O. James, The Cult of the Mother Goddess, Barnes and Noble, New York 1959;
  2. Ch. Downing, The Goddess. Mythological images of the feminine, Crossroad, New York 1981;
  3. Eisler, El Cáliz y la Espada, Cuatro Vientos, Santiago 1995;
  4. E. Harding, I misteri della Donna, Astrolabio, Roma 1973;
  5. Neumann, La grande Madre, Astrolabio, Roma 1981;
  6. Ch. Puech (ed.), Historia de las religiones 1-IV, Siglo XXI, Madrid 1979 ss.

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